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Cómo combatir la desinformación en los mayores de 60 años

Un grupo de investigadores argentinos busca relevar cuál es la relación que tienen los adultos mayores con las noticias que les llegan a través de WhatsApp. Los hábitos en el consumo de información, las redes de contacto y los usos de las tecnologías, son las líneas principales de un estudio sin antecedentes en el país.

La pandemia del Covid-19 hizo que la búsqueda de noticias en internet se dispare y que muchos investigadores pongan el foco en la relación que tienen las personas con el consumo de información. En este contexto, la Universidad de Princeton (Estados Unidos) realizó un estudio que reveló que los adultos mayores comparten las noticias falsas siete veces más que el resto de los usuarios, dato que promovió el inicio de una investigación similar en nuestro país.

Adrián Pino, periodista de Datos Concepción y coordinador del grupo Desconfío, dialogó con Mirador Entre Ríos para brindar detalles sobre la investigación que están realizando a través del financiamiento del programa Tech for Truth (Tecnologías por la Verdad) de la Embajada de Estados Unidos.

“Si bien existen muchos sondeos que arrojan estadísticas sobre la relación que tienen los adultos mayores con el uso de WhatsApp y el consumo de noticias, nos pareció que ninguno lograba explicar de qué manera se comportaba cada persona en relación a la desinformación y por qué en particular, los mayores de 60 años, tenían un comportamiento más errático y complicado con las noticias falsas. Por eso decidimos hacer un estudio de corte cualitativo, porque lo que buscamos entender es cómo interactúan estos usuarios con WhatsApp y qué hacen cuando reciben información sobre temas de actualidad, a quién se la comparten, con qué herramientas digitales cuentan para interactuar con estos contenidos, cuáles son sus habilidades digitales, qué saben hacer y qué no”, explicó Pino sobre la investigación en la que participa Desconfío, Diario Perfil, y varias universidades argentinas.

El relevamiento, iniciado en mayo pasado, tiene prevista una duración aproximada de nueve meses y sus objetivos apuntan a desarrollar soluciones, materiales y herramientas que ayuden a los adultos mayores a mejorar su relación con las informaciones que reciben a través de la plataforma. Sobre los métodos empleados para recabar los datos, los responsables del proyecto indicaron que eligieron realizar entrevistas en profundidad, “ya que éstas nos permiten crear un clima de confianza en donde los participantes no se sienten observados ni evaluados, y están mucho más predispuestos a contar sobre sus relaciones con el consumo de noticias, la utilización que le dan al WhatsApp, los grupos en los que participan, si lo hacen de manera activa compartiendo e interactuando o de manera pasiva, simplemente como lectores, y también cuáles son las redes de contacto que generan a través de la plataforma”.

Primeros avances

Aunque la investigación comenzó hace muy poco tiempo, ya se realizaron más de treinta entrevistas que permiten comenzar a establecer algunas similitudes y diferencias en los grupos estudiados. “Empezamos a ver patrones que tienen que ver con el comportamiento y las habilidades digitales de los usuarios que de alguna manera marcan un poco el panorama de lo que está pasando. Ahí vemos algunas particularidades, como por ejemplo el tema de la alfabetización digital que en muchos casos, los mayores de 60 años la manejan muy bien y no se ven limitados por la tecnología ya que demuestran que hacen un uso frecuente de WhatsApp y de otras redes sociales, y que no es algo que les resulte extraño o difícil. Detectamos también que no hay ningún patrón relacionado con la edad, no es que a mayor edad mayor dificultad, sino que hay distintas habilidades que no tienen que ver necesariamente con la edad, sino más bien con la adaptación al uso de la tecnología. Además, es probable que aparezca un patrón, el cual todavía no pudimos definir de manera taxativa, que tenga que ver con la interacción con nietos o con hijos que los ayuden a aprender esas habilidades”, explicó el periodista de datos.

En lo que refiere al consumo de noticias relacionadas al coronavirus, Pino remarcó que pusieron el foco en la confianza. “Lo que detectamos parcialmente hasta ahora, es que por ejemplo, confían mucho en el origen de quien envía la información, entonces si se las envía un contacto cercano tienden a reenviarla y si se las envía alguien que no conocen, se les despierta algún tipo de sospecha. Pero estas son algunas conclusiones preliminares que todavía no se consolidan como resultados definitivos porque la investigación está en curso. Pero lo interesante es que ya empezamos a notar tendencias en los patrones de comportamiento, que tienen que ver principalmente con algunos miedos en relación a la enfermedad que experimentan las personas que están más expuestas a las noticias y a los medios de comunicación. Aquellos que están más desconectados, por así decirlo, no están viviendo la pandemia con tanta angustia personal”, detalló.

Usos y necesidades

En lo que refiere a la accesibilidad tecnológica, los primeros datos sistematizados revelaron que los adultos mayores sienten una gran desatención hacia su sector.

“Notamos que aparecieron algunas expresiones en las que los usuarios indican que no se sienten incorporados en los programas oficiales, que no hay capacitaciones pensadas para ellos y que pareciera que tienen que quedar ajenos al mundo de la tecnología. Asimismo en lo que refiere a acceso a la información, vemos que quienes tuvieron alguna actividad profesional previa, tienen otros hábitos a la hora de procesar la información, prestan atención a diferentes cosas a la hora de creer y compartir una noticia. De todas formas, insistimos que el acceso a la tecnología y el uso en particular de WhatsApp no es precisamente un parámetro que tenga que ver con nivel educativo, sino más bien con uso frecuente de la tecnología. Por eso nos parece importante destacar que hasta ahora venimos viendo que los adultos mayores no tienen grandes rasgos de autonomía en el manejo de la plataforma, ya que en las entrevistas siempre se revela la existencia de algún asistente, ya sea un nieto, un hijo, un vecino o alguien que los ayude a realizar las operaciones”.

Tras un objetivo

Proyecto Desconfío es una iniciativa lanzada por el grupo Datos Concepción, que promueve la investigación en lo referente a las dinámicas de desinformación que circula por redes sociales y por plataformas digitales. A este equipo integrado por el periodista uruguayense Adrián Pino y Soledad Arreguez, se sumaron Eugenia Mitchelstein co-directora del Centro de Estudios sobre medios y sociedad argentina (Memo), la periodista Úrsula Ures Poreda (editora y periodista de Diario Perfil) y trece voluntarios vinculados a carreras de comunicación y ciencias políticas, quienes están dando sus primeros pasos en la investigación académica en lo que respecta a consumo de medios y noticias.

“Por el momento llegamos a Entre Ríos, a Capital y a provincia de Buenos Aires, pero con este trabajo estamos abriendo un camino, porque hay pocas investigaciones sobre WhatsApp y noticias en América latina, y las que existen no están enfocadas en personas mayores de 60 años. Además al elegir realizar una investigación cualitativa nosotros estamos buscando entender de qué manera la desinformación impacta en whatsapp y particularmente en los adultos mayores de Argentina. Con esto vamos a poder conocer cuáles son las principales debilidades que hay en ese grupo de usuarios, qué tipo de advertencias necesitan y a qué contenidos son más vulnerables, lo que nos va a permitir diseñar mejores antídotos contra la desinformación. Es por eso que estamos tratando de entender porqué comparten una noticia, en qué casos se toman un tiempo para revisarla o para confirmar si esa información es cierta o no, y en qué casos directamente la comparten sin ningún tipo de restricción ni consulta previa, porque nuestro objetivo es intervenir con soluciones, crear estrategias que puedan fortalecer a estos usuarios en materia de capacitación y en herramientas entrenamiento”, concluyó Pino.

Silvia Simonne
redaccion-er@miradorprovincial.com

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