Cada 4 de enero se celebra el Día Mundial del Braille para conmemorar el nacimiento de su creador, Louis Braille, que vino al mundo ese día del año 1809 en el pueblo francés de Coupvray y fallecido el 6 de enero de 1852. A los tres años de edad sufrió un accidente que le privó de la vista: imitando a su padre, que era artesano, se dañó uno de los ojos con el punzón que utilizaba para perforar el cuero. Poco tiempo después el ojo enfermo infectó el sano y el pequeño Louis perdió la vista para siempre.
A pesar de ello, Braille asistió durante dos años a la escuela de su localidad natal, y aunque demostró ser uno de los alumnos más aventajados, su familia creyó que el muchacho nunca podría aprender a leer y escribir. Cuando cumplió los diez años ingresó en la escuela para chicos ciegos de París, una de las primeras instituciones especializadas en este campo que se inauguraron en todo el mundo. Fue allí donde empezó a desarrollar su sistema, que acabaría haciéndole inmortal. En la actualidad, el braille sigue jugando un papel esencial en las vidas de millones de personas ciegas y deficientes visuales en todo el mundo.