En una nota concedida a este medio, la profesora María Luz Dettler Yugdar y la Lic., Silvia Leguizamón nos detallan un poco de historia de Acción Poética Seguí.
“Durante las vacaciones 2012-2013, se empezaron a observar por las redes sociales fotografías de muros pintados con la leyenda “Acción Poética”. Luego de indagar, establecimos contacto con Acción Poética Chaco, los coordinadores regionales. Ellos enviaron los lineamientos (entre estos, que los 10 primeros murales tuvieran frases de la autoría de Alanís Pulido, el creador del movimiento), así que surgió la idea de generar algo similar con los estudiantes de sexto año del Instituto Padre Enrique Laumann D-49, en la materia Literatura argentina. La posibilidad de gestar espacios de lectura y escritura no convencionales que traspasaran los límites del aula fue tomada de manera unánime por los chicos y sus padres, aun conociendo que gran parte del trabajo sería fuera del horario de clases. Las autoridades del IPEL D-49 en la figura de su Rectora, Lic. Belkis Viano, también apoyaron la propuesta –que más adelante se formalizó y fue elevado como proyecto. Aunque el colegio nunca contó con grandes reservas económicas –y específicamente en ese momento eran escasas –se hizo cargo de comprar a crédito los primeros tarros de pintura. Lijas, pinceles y rodillos usados fueron recolectados de los hogares del alumnado para preparar las primeras paredes poéticas: las que cercaban la cancha de vóley y básquet de la escuela.
Si algo caracterizó siempre a Acción Poética fue la suma de voluntades. Lo poco con lo que contábamos significó todo. Inmediatamente, se promovieron notas en los medios de comunicación, locales y zonales para explicar el objetivo de Acción Poética, invitar a los vecinos a participar y solicitarles paredes, pintura blanca y negra, pinceles usados o nuevos. A través de una página de Facebook llamada “Acción Poética Seguí – Entre Ríos”, el movimiento se vinculó con el mundo. A partir de ese momento, comenzamos a establecer contacto con Acciones Poéticas de toda Latinoamérica, a través de mensajes privados, solicitando les relataran de qué manera se habían conformado, experiencias, anécdotas. En un grupo cerrado de Facebook participábamos todos los integrantes intercambiando ideas y opiniones. Si algún vecino hacía saber que deseaba sumarse al proyecto, también era incluido dentro de ese espacio.
Antes de comenzar a pintar, se creyó necesario crear un “banco de frases de Acción Poética”, que se consideró siempre en proceso de conformación. Para ello, en diversas ocasiones, los alumnos concurrieron a la biblioteca escolar para escoger los libros que fueran de su agrado y proceder a la lectura selectiva de frases poéticas que les gustaran, cuya extensión no superara las diez palabras. Luego, las anotaban, en una hoja o en el grupo de Facebook, de acuerdo a la herramienta que se utilizara en el momento, se socializaban, se debatían significados y se seleccionaban mediante el voto de la mayoría. Los chicos también escribían creativamente a partir de tarjetas con binomios, y entre otras actividades, realizaron poesías colaborativas con la técnica surrealista “cadáver exquisito”, seleccionaron versos de temas musicales que despertaran su interés, escribieron asociando los sentidos, etc.
Por la tarde, en horario acordado con el vecino que hubiera ofrecido su pared para que allí se plasmara alguno de los textos, se le entregaba la lista y él mismo era el encargado de elegir la frase que se pintaría, de acuerdo al mensaje o la forma que quisiera priorizar. Hecho esto, se procedía al blanqueado y delineado de la frase, de manera conjunta y colaborativa. Una vez finalizado el mural, se le tomaban fotos con cámaras digitales o celulares. Luego, uno de los administradores por vez editaba las fotos y las subía a la página de Acción Poética en Facebook. Los demás compartían el enlace de la publicación en las diversas páginas de Acción Poética de Latinoamérica. Cada vez que se pintaba un mural, se actuaba de la misma manera. Y cada pintada era una fiesta.
El proyecto fue concebido solo para un ciclo lectivo: 2013. Pero en los años sucesivos, la demanda espontánea de cada grupo de sexto año hizo que continuara hasta el año 2018, produciendo una considerable cantidad de intervenciones. Cada grupo le dio una impronta diferente, pero la esencia continuaba.
La primera pintada
“Sin poesía no hay ciudad” se erigió como la frase inaugural, con visibilidad destacada en la ochava de una de las calles más transitadas del pueblo: la escritura que edifica y la ciudad en construcción, plena de la materialidad textual y nada sin ella es lo que evoca la frase. La poesía, que representa al silencio y la intimidad, edifica, pero lo hace con las subjetividades de otros, la de todo aquel que se apropie de la pared: escritor, dueño, lector. La poesía-fragmento es capaz de cuestionar el espacio y convertirse en el estandarte de un grupo de adolescentes que decidieron tomarla y hacerle decir.
Primeras repercusiones
“Señora, ayer me encontré con una chica de Viale, que me dijo que se había venido desde allá en bicicleta para recorrer nuestros muros, ¡en bicicleta!”, declaró una de las estudiantes con los ojos cargados de asombro ante semejante novedad. Los pinceles de Seguí ya eran populares: era usual cruzarse con gente que comentara interpretaciones en torno a determinadas pintadas. También se solía ver a otros adolescentes junto a las paredes intervenidas tomándose fotografías, que luego compartían en las redes sociales. En efecto, Facebook había actuado como un instrumento de difusión impensada: en 2013 se llegaron a tener más de 3.500 seguidores, y la cantidad ascendió a más de 18.000, de todas partes del mundo. Las pintadas viajaban desde Seguí, un lugar recóndito de Entre Ríos, iniciando trayectos desconocidos.
Así como llegaban las felicitaciones y se generaban debates en torno a las producciones, también se manifestaban voces más críticas que consideraban las pintadas demasiado sencillas para denominarse “poesías”. Las opiniones eran puestas en común en el grupo y se capitalizaban en discusiones en torno a la literatura. De acuerdo o no, había algo certero e ineludible: nadie había logrado en la historia de Seguí lo que esos primeros estudiantes, en nombre de la poesía, en menos de un año.
Bendita la luz de tu mirada:
La historia detrás de la fotografía en la página de Maná
Sexto año, promoción 2013, concluía su ciclo en la escuela y esa sería la última pintada. Prepararon tortas y decidieron amenizar el momento con guitarras y cantos. El muro cedido pertenecía a Silvia y Rubén. Si bien llevaban 18 años de casados, hacía poco tiempo que habían formado su familia por adopción junto a Jésica, Jonathan y Lucas.
La frase, correspondiente a Bendita tu luz, una canción del grupo mexicano Maná (1987) fue propuesta por los dueños de la pared, quienes manifestaron que les evocaba el momento de la primera salida vincular con sus hijos, la primera mirada que lo conectaría para siempre.
Una pared, un muro estático, que establece el límite entre lo público y lo privado, dice algo de lo que se alberga hacia su interior.