La nutrición, aliada pero no suficiente contra spiroplasma en maíz. La sentencia surge de probar el papel clave de la fertilización en la capacidad del cultivo para resistir la enfermedad. Sin embargo, también destacan que son necesarias otras prácticas conjuntas para poder combatir una presión tal elevada de la plaga.
En el noreste argentino, donde los impactos de la enfermedad fueron drásticos, productores y asesores detectaron que en algunos casos, los lotes de maíz fertilizados se defendieron mejor de la patología que aquellos en sitios sin fertilizar, de menor potencial.
Esto llevó a la Red de Nutrición de Cultivos del Norte Argentino de Aapresid a liderar un ensayo para estudiar si, efectivamente, el buen estado nutricional del maíz reduce los daños por Spiroplasma.
Si bien se trata de resultados preliminares que deben continuar bajo estudio, los ensayos mostraron que, en general, no hubo diferencias significativas en severidad e incidencia de spiroplasma para distintos niveles de fertilización del cultivo dentro de ninguno de los ambientes. Los valores promedio de severidad rondaron el 2.79 y 2.65 y los de incidencia el 84% y 81% (en ambientes con y sin napa, respectivamente).
Sin embargo, los especialistas encontraron que en el ambiente de mayor potencial (esto es, con influencia de napa) hubo una incidencia de la enfermedad significativamente menor con dosis de N de 80 kg/ha.
A priori, esto puede deberse a que esta dosis permitió al cultivo responder a la fertilización y “sostenerse” mejor ante el estrés climático y la presión de la enfermedad, teniendo en cuenta que las necesidades de N son mayores en un maíz creciendo en un ambiente de mayor potencial y con mayor stand de plantas.
Asimismo, destacaron que durante las recorridas de campo, los maíces desarrollados en el ambientes de mayor potencial estaban visiblemente más verdes y mejor preparados para soportar los estreses de la campaña, mientras que aquellos en ambientes de menor potencial se veían literalmente “entregados”, lo que posiblemente se vea reflejado en el rendimiento final.
En resumen, advirtieron que la adecuada nutrición es una aliada clave para que los cultivos afronten mejor una enfermedad como spiroplasma, pero que evidentemente no es suficiente, y menos aún en esta situación de una presión tan alta de la plaga.
Por tanto, la nutrición es un aspecto más a planificar y trabajar para afrontar esta enfermedad junto con las demás prácticas recomendadas, como la eliminación de maíces “guachos”, evitar siembras escalonadas, acortar ventanas de siembra, elegir híbridos más tolerantes, control químico de chicharrita y monitorearlas también durante el invierno.