Guillermina Ferraris
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Con el objetivo de visibilizar cómo es vivir con VIH literalmente, de una manera amistosa, poco solemne y desde el humor, nace la historieta Bicho y Yo. En un tono cómico pero ácido, el guión de Lucas Fauno denuncia las desidias del sistema de salud pública, cuenta qué pasa con los efectos secundarios de los antirretrovirales y bromea con las dificultades del online dating en aplicaciones.
Además, Lucas escribe en el portal web Agencia Presentes, Buzzfeed en español y en el suplemento Soy de Página/12. En una conversación virtual, dialogamos sobre su trayectoria como activista VIH, el cómic que creó y la importancia del cambio político, social y cultural con respecto al virus de VIH, que hace falta concretar para garantizar el respeto por la vida digna de aquellas personas que conviven con el virus.
–¿Cómo viviste el proceso de volverte consciente de que podías contar historias vinculadas al VIH pero sin la carga estigmatizante o necesariamente negativa que suelen tener?
–Empecé haciendo activismo de una manera muy torpe porque la verdad no pensaba que se pudiera activar desde la comunicación. Yo salía a contar mi verdad, me acuerdo que utilicé las redes, Facebook en ese momento. Mirá lo poco informado que estaba en ese momento sobre el tema de VIH que ni siquiera estaba consciente de la criminalización, del punitivismo y demás, porque estaba en un ámbito de mucho silencio.
Comencé hablando de una manera muy naif (ingenuo) y cuando me encontré con la discriminación, con personas que me decían que también lo tenían pero no decían nada, empecé a ver que había un mundo sobre VIH y positividad y nadie estaba hablando de ello, o quienes estaban hablando no estaban llegando a mi círculo. Ahí comencé a articular y lo que más me llamó la atención fue que cuando empecé a hablar me decían “ahh pero qué valiente”, y si lo pienso hoy en día, teniendo presente el último informe que salió del Ministerio de Salud, habla de un aproximado de 140.000 personas viviendo con VIH para que yo sea “valiente”, como me dicen algunas personas, un aproximado de 140.000 personas tienen que no estar hablando del tema. Y cada uno sale de su closet cuando puede, cuando quiere pero también cuando puede. Que ya haya una persona pensando “yo no puedo compartir esto porque la sociedad me va a atacar”, creo que hay que poder pensarlo socialmente por qué aún en el año 2020 se continúan estas representaciones.
Desenfado
–¿Cómo definirías el estilo alternativo que tiene Bicho y yo? Es decir, este estilo diametralmente opuesto a la solemnidad con la que siempre se comunica públicamente en los medios tradicionales…
–Cuando me encontré con todos los discursos que había, siempre necesité hablar del tema de una manera menos solemne, incluso utilizando el humor. De hecho, el humor no me parece un lenguaje menor ni me parece un chiste, por el contrario me parece una construcción bastante pensada. Cuando se me ocurrió hacer Bicho y yo, lo llamé a Jon Amarillo que es el ilustrador y uno de los co-creadores, sin duda, con su estilo. Lo que hicimos fue trabajar la manera de hacer que cualquiera lo lea, porque si yo vengo y te digo “che hablemos de VIH”, dudo que te interese mucho sentarte a escuchar. Esto fue una manera de traficarlo, yegua de troya, por no decir caballa de troya.
–¿Cuál es la importancia de que como sociedad podamos aprehender e identificar cuestiones básicas como la diferencia entre ser portadores de VIH y tener sida, o la idea de contagio que es distinta a la de transmisión?
–El tema del lenguaje sin dudas construye cotidianos, a mí cuando por ejemplo me dicen “vos sos portador de VIH”, yo les explico que en realidad no, portar se portan armas y yo no soy un arma. Yo soy una persona viviendo con una infección, que es la infección de VIH. Lo mismo cuando me dicen vos estás enfermo. A veces en las aplicaciones de encuentros como pueden ser Tinder o Grinder, veo que las personas ponen “acá sano”, y me pregunto ¿y yo por ser VIH positivo no sería sano?
Lo mismo con contagio y transmisión, contagio se contagia un virus que puede vivir mucho fuera del cuerpo y en situaciones particulares: el coronavirus se contagia, el VIH no. Imagináte si yo pudiese contagiar el VIH con un estornudo, qué distinto sería todo.
Con el tratamiento y la medicación antirretroviral alcancé la indetectabilidad, es decir en mi cuerpo es indetectable, que es igual a intransmisible, yo no transmito el virus en un encuentro sexual. Imagináte qué distinta es la vida de una persona viviendo con el virus con esta información, o si la sociedad tuviera esta información. Porque no soy solamente yo quien debe saber esto, sino toda la sociedad, para ver cómo nos vinculamos. Me parece urgente que no solo a raíz de la pandemia que ha desatado muchos estigmas y prejuicios sino siempre estar al corriente de esta información.
Información veraz
–Teniendo en cuenta que en muchos medios se dijo que los antirretrovirales ayudaban para combatir al coronavirus, ¿Qué información tenés al respecto? ¿Qué fuentes de información recomendás para tomar decisiones en este contexto?
–Me parece un accionar súper irresponsable por parte de los medios que levantaron esa información ya que sea o no verdad, eso lo va a dictaminar el especialista médico. Hay mucha cantidad de antirretrovirales, no hay uno solo. Vivimos en un mundo en el que Donald Trump dijo “vayan y tomen lavandina” y una parte de la sociedad fue y tomó lavandina. ¿Qué hago con una persona que me dice yo soy negativo pero tome antirretrovirales por el covid-19? Soltar este tipo de información me parece una negligencia que podría ser incluso asesina y nefasta en sus consecuencias.
–¿Qué significa poder problematizar, politizar y colectivizar las respuestas para abordar el VIH de las mejores maneras posibles?
–Significa una reparación histórica para con el colectivo viviendo con VIH y Sida, porque hemos sido muy invisibilizadas, en especial al principio de la pandemia, cuando solamente pensaban que nos moríamos los putos, los usuarios de drogas, se llegó a pensar que esto era como un “castigo divino”. En ese momento hubo mucho silencio, se prefirió que sigamos muriendo. Problematizarlo actualmente significa que haya políticas, que la sociedad se haga cargo y que el Estado se haga cargo completamente es urgente.
Con respecto a VIH creo que la respuesta debe ser de la sociedad y del Estado. Imagináte el año pasado que no teníamos ministerio. Había faltantes y para que la Secretaría de Salud macrista, ese órgano degradado, nos atienda, teníamos que cortar la 9 de Julio. A mí en plena (Avenida) 9 de Julio la policía me pegó y me dijo “si estas enfermo andate a tu casa”. Cuando hablamos de visibilizar, de políticas y demás me parece urgente seguir exigiendo nuestros derechos básicos.
Indetectable, pero visible
En Argentina se estima que el 17% de las 139.000 personas que conviven con el virus, ignoran que es VIH+. Los datos fueron publicados a fines de 2019 en el Boletín sobre el VIH, sida e infecciones de transmisión sexual (ITS) y ayudan a hacernos una idea de a gravedad de la situación, en muchos casos motivada por falta de información adecuada.
El documento en cuestión expresó con claridad que en el país hay “un continuo crecimiento de las infecciones de transmisión sexual”, más allá de que el promedio de nuevos casos notificados por año por este virus se mantenga estadísticamente estable.
Para Lucas Fauno Gutiérrez “vivir con VIH no es solo lidiar médicamente con un virus, sino también con estigmas y prejuicios sociales”, ante lo cual lo único fructífero que queda “informarnos y compartir”. Su desenfado para encarar la historieta “Bicho y yo” se manifiesta en su forma de presentarse: “periodista, escritor, activista, capricorniano y puto”.
Uno de los aspectos en los que Fauno Gutiérrez se detuvo, con singular insistencia, fue el de la indetectabilidad. En el 2018, la ONUSIDA sostuvo que, más allá de reforzar que el tratamiento del VIH, lo que corresponde es que, para reducir la transmisión, se ayude a demostrar que las personas que viven con el virus con una carga viral indetectable no pueden transmitirlo mediante el intercambio sexual.
“Cuando me entrevistan los medios, siempre me preguntan: ‘¿Cómo te agarraste VIH?’. Lo hacen porque soy activista, porque soy varón, porque soy rubiecito, porque tengo una vivienda; en fin, lo obvio: me lo preguntan a mí porque no estoy muerto. Y probablemente también porque esperan que les cuente algún pecado que cometí y así puedan sentirse lejanos a mí”, comentó.
La cultura, los contextos
“Siento que en esta sociedad capitalista no somos más que bienes de consumo”, definió Fauno Gutiérrez, al añadir que “si todo tiene que ver con cuánto valgo pareciera que lo que corresponde salir a negociar mis sexo-afectividades capitalistas”.
–La mirada de los demás…
–Yo soy leído como un varón, eso me dará un valor; soy heterosexual, eso me sumará o me restará, quién sabe. Pero no es más que algo parecido al bitcoin, todo muy ilusorio. Me parece que, emocionalmente, estamos en bancarrota. Y nadie se hace cargo. Vivimos de simulacros, de ficciones naturalizadas y asumidas que las redes sociales vuelven cotidianas. Construimos esas falacias en torno a quiénes somos y eso nos deshumaniza.
–¿Qué papel cumplen los medios en la constitución de estos prejuicios?
– Bueno, para los medios hegemónicos somos personas enfermas. Y mienten, claro: somos personas viviendo con un virus pero se nos trata de esa manera. Ese destrato es algo repugnante que debemos sufrir permanentemente en los medios, en las películas. Las representaciones que circulan transmiten una visión superprejuiciosa, superdiscriminativa. Aparecemos en los medios ante la lástima o como historias de superación.