Desde San Justo las gestoras del Museo de la Colonia y la Avicultura están enfocadas en visibilizar el trabajo avícola como la actividad industrial por excelencia que nutre a la provincia. A través de una muestra itinerante que conjuga lo didáctico y lo informativo, muestran cómo el 52% de la producción nacional de pollos se concentra en Entre Ríos y rescatan con su apuesta el trabajo de las mujeres pioneras vinculadas a la actividad.
redaccion-er@miradorprovincial.comA sólo 7 kilómetros del Palacio San José se encuentra la localidad de San Justo, un pueblo de aproximadamente 3 mil habitantes en cuya historia se encuentran los inicios de la avicultura argentina. Actualmente, Entre Ríos centraliza el 67% de la venta de carne aviar y el 52% de las granjas de engorde para la producción de pollo a nivel nacional, y éstos datos junto con la historia de los pioneros de la actividad son los que se encuentran en el Museo de la Colonia y la Avicultura.
Las museólogas Marina Porteiro y Patricia Viganoni, recibieron a Mirador Entre Ríos y contaron que con su trabajo quieren lograr que se asocie a la provincia con la avicultura, así como a Mendoza se la asocia con la producción vitivinícola, “porque en Entre Ríos la actividad mueve gran parte de la economía vinculada al sector financiero, a los aserraderos, a la metalúrgica y siderúrgica, a las industrias petroleras, entre otros rubros afines, pero también vincula actores indirectos que muchas veces son invisibilizados en su trabajo”, resaltaron Porteiro y Viganoni.
Las gestoras del sitio destacaron que las estadísticas que se presentan se completan con paisajes rurales típicos, que se extienden por todo el mapa provincial y con historias individuales de gran riqueza, y muestran cómo desde la costa del Uruguay se gestó esta actividad. La impulsora inicialmente de la avicultura fue Dolores Costa, quien en 1874 decidió fundar la Colonia Agrícola Caseros y determinar a San Justo como su centro productivo en 1880.
El pollo entrerriano
Con más de 120.000 toneladas de pollo exportadas por año, Entre Ríos se ubica como la provincia con más producción de carne aviar de Argentina, acapara un 52% de la faena nacional y posiciona su industria como una de las principales generadoras de empleo. El crecimiento rápido e ininterrumpido de la avicultura entrerriana, encuentra sus orígenes en proyectos que comenzaron con la llegada de los inmigrantes a la región, ya que fueron ellos quienes emplazaron las primeras granjas de cría de aves en la provincia.
Para 1900, con el aumento de la población rural, se formaron las cooperativas y aparecieron en escena los acopiadores de huevos que se encargaban de vender las producciones en Buenos Aires. Ya a mediados de siglo el pollo era un producto de consumo común, por lo que empezaron a funcionar las plantas de faena, que en la Costa del Uruguay crecieron rápidamente por tener como antecesores directos a los saladeros y frigoríficos que realizaban una producción a gran escala. Sin embargo, el impulso definitivo para la avicultura en la provincia se dio casi entrados los 60′, ya que como detalló Viganoni, en estos años comenzaron las innovaciones para la producción y la importación de huevos.
“Lo central que sucedió en esta década para el desarrollo de la actividad fue la intervención de un médico de apellido Garat que solía viajar a los Estados Unidos para perfeccionarse. Él fue quien empezó a hablar del pollo del futuro. En 1958 hizo una reunión para decir que Concepción del Uruguay iba a ser el gallinero del mundo y presentó lo que él llamaba ‘el pollo del futuro’, que era el pollo parrillero, un ave híbrida que había sido creada con la característica de ser más carnosa y poder cocinarse a la parrilla, algo que hasta ese momento era imposible. Con esta innovación ya se requerían menos días de crianza y se reducía en tiempos el proceso que conllevaba tener el pollo listo para comerlo. Casi al mismo tiempo Gabioud, que fue otro innovador, trajo de Estados Unidos todos los planos para construir incubadoras y desde acá se comenzó a exportar el desarrollo hacia otros lugares del mundo. Además, ellos también aportaron a la profesionalización de la actividad, ya que ambos enseñaban en la Escuela Granja de Colón de donde salieron los primeros técnicos avícolas de Entre Ríos”, explicó la museóloga.
La década del 60 marcó el inicio industrial de la actividad, pero también produjo otros fenómenos: ralentizó el tránsito de lo rural a lo urbano, ya que la cría de pollos era algo que rendía económicamente, entonces las familias buscaban aprender sobre la actividad para poder hacer sus propias granjas.
“En una de las entrevistas que realizamos para construir la muestra itinerante del Museo, le preguntamos a un señor cuándo había empezado a trabajar con los pollos, y nos decía que no se acordaba bien, pero que probablemente había sido alrededor de los siete años y como un juego porque su padre se dedicaba a la avicultura. Las familias rurales que trabajaban en esto lo incorporaron naturalmente como algo que tenían que hacer, porque era la economía de la familia. Entonces los conocimientos se iban transmitiendo de generación en generación y ya se los formaba en la tarea que iban a hacer y a lo que se iban a dedicar. Por eso, con nuestra propuesta buscamos contar esas historias que tienen mucho que ver con la vida que tuvieron las familias rurales en Entre Ríos”, detalló Porteiro.
Mujeres pioneras
Parte del relato que se visibiliza en el Museo tiene que ver con Dolores Costa, la esposa de Urquiza, que fue quien tras quedar viuda y con sólo 38 años, decidió emprender la administración de un pueblo y dar inicio a la avicultura, que era una actividad “del mundo de las mujeres” porque eran ellas quienes se dedicaban a la cría de aves en el ámbito familiar.
Según las museólogas, Dolores fue una mujer que fundó una colonia en una época en que las mujeres no hablaban, no votaban y no podían iniciar sus propias actividades económicas. Por eso su historia se complementa con el rescate de las memorias de otras trabajadoras, que antes como ahora se vinculan a la actividad a través de las empresas y las granjas familiares.
“En lo que refiere a lo histórico encontramos que la avicultura empieza como una actividad familiar dependiente de las mujeres, pero después cuando todo se volvió más comercial, las mujeres cumplieron otros roles. Por ejemplo acá tenemos una historia de una señora que trabajaba la avicultura con su marido y mientras él hacía el trabajo con las aves, ella se quedaba largos períodos en Buenos Aires repartiendo huevos y mercaderías para que su negocio funcione. Y cuando llevaba a otras mujeres para que la ayudaran en el trabajo, en los ratos libres les enseñaba a leer y a escribir, entonces esas historias, también son parte de la vida de las pioneras de la avicultura en la región”, explicaron.
Además, las cifras muestran que fueron las mujeres la mayor población empleada en los frigoríficos durante años, algo que se destaca como una de las labores principales que permitieron al género lograr su independencia económica durante los años 70 y 80. Viganoni destacó: “La historia de la avicultura nos atraviesa en un montón de sentidos, porque podemos elegir contarla desde las tareas rurales que pusieron a las mujeres como figura central de la actividad, o desde el crecimiento y el afianzamiento territorial que logró la práctica. Pero también podemos estudiarla desde lo socioeconómico y ver cómo se produjeron los procesos de expansión de los pueblos alrededor de la industria o el surgimiento de fábricas relacionadas que nacieron por la necesidad. Pero además de eso, hay una identidad entrerriana que se expresa en la avicultura porque ahora hablamos de la costa del Uruguay, pero a la vera del Paraná también hay una historia”.
“Con nuestra propuesta buscamos contar esas historias que tienen mucho que ver con la vida que tuvieron las familias rurales en Entre Ríos”, museóloga Marina Porteiro
Proyecciones
Desde hace 11 años el Museo de la Colonia y la Avicultura de San Justo se emplaza en el polideportivo municipal de la localidad, un sitio de grandes dimensiones y compartimentos en el que se realizan además diversas actividades recreativas y sociales para la comunidad.
En 2017, el Museo comenzó a trabajar en la ampliación de su guión museológico, el cual hasta ese momento contaba principalmente la historia de la Colonia haciendo hincapié en la creación de Caseros, San Justo y la vida de Dolores Costa. Las gestoras de este lugar de recuperación de identidad coincidieron en que “la limitación del espacio nos hizo buscar otras alternativas para que la comunidad nos conozca. Cuando en 2018 nos invitaron a ser parte de la Expo Concepción, decidimos presentar el nuevo guión que va hasta el siglo XXI y cuenta la historia de la avicultura, y aunque no sabíamos bien en qué iba a decantar, porque era sólo la presentación de la idea, ocurrió que mucha gente se interesó, no sólo las personas vinculadas al ambiente de lo avícola. Entonces para 2019 trabajamos en la creación de la muestra itinerante ‘Pollo, una sabrosa identidad’, en la cual incluimos juegos y actividades didácticas para que las personas puedan ver la magnitud que tiene la avicultura y su industria en Entre Ríos”.
Entre los proyectos que se trabajan en el sitio cultural, se planificó la creación de un corredor verde entre el Palacio Urquiza y San Justo, que de concretarse, contaría con una ruta de circulación asfaltada, una senda peatonal y un camino para los caballos, para que se pueda realizar el mismo recorrido que se hacía en la época de la colonia. “Nosotras pensamos que las comunidades tienen que trabajar en la expansión del turismo cultural, porque este es un recurso integrador que es capaz de generar otras narrativas para los habitantes y visitantes. Es por eso que todos los proyectos que llevamos adelante en el Museo son un desafío que forma parte de la actividad que amamos. Acá existe una limitación con el espacio y ojalá pronto consigamos un lugar que nos permita ampliarnos y desarrollar otras propuestas para mostrar cómo funciona la industria avícola, generar talleres y un montón de cosas que imaginamos”, concluyó Porteiro.