El Gobierno nacional dispuso el cierre de la comercialización externa de maíz, y una vez más el campo no pierde su capacidad de asombro, cuando todos entendíamos que el cierre de exportaciones es una pésima medida, cuando todos sabemos que si no exportamos no ingresan divisas y cuando todos entendemos que este camino de cierre de exportaciones nos llevó al fracaso, increíblemente se vuelve a decidir lo mismo.
El propio Gobierno que recibe al Consejo Agroindustrial Argentino, en una mesa con todos los funcionarios de máxima responsabilidad para trabajar en pos de mayores exportaciones, una semana después decreta el cierre de la exportación de maíz, parece increíble, paro así funciona la Argentina y por eso está como está.
Medidas inconsultas como la suspensión de los DJVE para el maíz, no hacen más que minar la confianza y desgastar la interrelación mutua entre el sector y el gobierno. Se dinamitan los canales de dialogo abiertos y con buena capilaridad que funcionaron en este año de pandemia.
Esta medida atrasa, sumando incertidumbre al sector productivo, recetas ya perimidas con resultados desastrosos, que solo llevaron a la sojización extrema, y a la menor cosecha de trigo en 100 años, además de generar todo un sistema impuro de discrecionalidades y peajes.
El Gobierno tiene la potestad de ejecutar regulaciones, pero tiene la obligación de que las mismas sean virtuosas, generando producción y desarrollo, tiene la herramienta del dialogo, abierta para estos casos.
El gobierno tiene que tener en claro que las consecuencias de sus decisiones, las termina pagando el productor, ese mismo productor que sufre la segunda presión fiscal más alta a nivel mundial, y al que ahora al achicarle su mercado de demanda vera como rápidamente el precio de su maíz baja para acomodarse a las necesidades de los demás eslabones de la cadena, generando una clara transferencia de recursos del sector primario a otros sectores, una manifiesta distorsión de producción que sin dudas impactara en las decisiones de siembra de la próxima campaña.
Terminando un año muy duro para todos, no esperábamos este golpe a la credibilidad de la relación entre el Gobierno y el sector productivo primario, una nueva pésima señal y el regreso al pasado más opaco del intervencionismo estatal.
Habrá menos maíz a futuro como en su momento hubo menos carne y menos trigo, por eso, no debe asombrar que cada vez seamos un país más pobre.