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Despedir a un ser querido en tiempos de pandemia

Cómo se atraviesa un duelo, imposibilitados de participar del velorio, con lo que representa esto para nuestra cultura, creamos o no en la vida después de la muerte. Sobre el protocolo de acción con el que ya cuentan todas las casas velatorias del país versa esta nota. Además de la importancia del rito para despedir a los muertos en nuestra historia y la deshumanización de la muerte en tiempos de pandemia.

El coronavirus nos cambió la forma de vivir en muy poco tiempo, nos obligó a adaptarnos. Pero hay momentos que nos unen más allá del estilo de vida, es la muerte de un ser querido. La forma que tenemos de despedirnos de él es a través de los velorios, pero ahora, están prohibidos y sólo se permite que se realice por dos horas, y con la familia más cercana, generalmente menos de diez personas, algo que nos afecta social, espiritual y culturalmente.

El historiador profesor Claudio Hermosa, hizo su aporte sobre lo que representaba la muerte para nuestros ancestros.

Las familias criollas presentaban rituales muy atados a las costumbres ancestrales, recién cuando llegaron los inmigrantes trajeron la incidencia de los ritos fundamentalmente de la iglesia católica, en su mayoría los provenientes de Italia. Junto con la creencia de que cuanto más se lloraba, más se lo quería al difunto, de ahí se desprende la costumbre de las lloronas, que eran estas mujeres que la familia contrataba para que lloren en el ingreso de la capilla ardiente, que era la sala de la casa donde se realizaba el velorio, vestidas de negro, para poner en clima a quienes recién llegaban.

Estas costumbres tardaron varias décadas para que lleguen a amalgamarse, “cada uno sostenía sus tradiciones, los italianos mantenían su cuestión religiosa, tomando la muerte no tanto como un melodrama, sino más como el paso a la vida eterna”. Esta diferencia se notaba además en el poder adquisitivo de la familia del muerto, ya que el servicio incluía diferentes opciones, que iban desde algo humilde, hasta una tela negra que se colocaba en el templo con el nombre del fallecido en letras blancas para que quien pase por el frente, sepa a quién se rendían honores”.

Vale recordar que recién en la década del 70 comenzaron a aparecer las primeras salas velatorias en el interior del país, previo a eso los velorios eran en las casas particulares, se tapaban los muebles con sábanas y se colocaba en el cajón en la habitación más grande de la casa, esta era la “sala Ardiente o capilla ardiente”, los servicios de sepelio brindaban la caravana hasta el cementerio, las carrozas con caballos negros y el entierro.

Este ritual fue cada vez más liviano, de los panteones pasamos a las tumbas, de ahí a los nichos, después a los parques privados y ahora a la cremación, esto tiene que ver con el ir despojándose, no llevar tanta carga encima.

Desde la psicología

La licenciada en psicología Flavia Kuxhaus habló del duelo y de los rituales que hace el hombre para despedir a un ser querido “y el velorio es uno de ellos, y es muy simbólico, porque se elige el lugar, el ataúd, la forma en que se presenta el cuerpo”. En cuanto a quienes asisten a este ritual asegura que “necesitan ver, el ser humano se maneja por esta pulsión de la vista, si no ve, no cree, miran que sea el cuerpo de la persona, que sea de la persona que dicen, que no se mueva, un montón de cosas que en las muertes por coronavirus no se cumple porque las familias no pueden despedir a sus seres queridos, e incluso en países se utilizan fosas comunes”.

De las consecuencias de estos cambios repentinos en los rituales advirtió que “se puede extender la etapa de la negación, y no sabemos por cuándo tiempo, porque no vemos, entonces nos negamos a creer”.

En tiempos extremos de pandemia dijo que el hombre hace una disociación entre el acompañamiento a un ser querido que se le murió un familiar, y la deshumanización de los muertos, con lo que aumenta el riesgo de pasemos a ser un número, una cifra.

Ojalá no se den en Argentina los casos de los entierros masivos, en fosas comunes, pero si se llega a realizar, seguramente nos enseñará sobre el duelo, le da otra connotación, como lo ocurrido en Malvinas con las cruces sin nombre, es un duelo con un manto de incertidumbre que lo hace más complicado de sobrellevar.

Protocolo

Es importante saber qué directivas reciben las casas encargadas de realizar los sepelios por posibles muertes de coronavirus. En Chajarí hablamos con Patricio Barbieri, quien explicó que tienen un protocolo estricto que seguir para los casos sospechosos y aún más los confirmados.
Desde el Sindicato Obreros y Empleados de los Cementerios de la República Argentina, la postura fue fuerte. “En casos constatados, o existiendo sospecha fundada, que el cuerpo fallecido tuvo como causa el Covid-19 – con el objeto de resguardar la salud de los trabajadores y trabajadoras, como la salud pública en general, evitando, previniendo y/o reduciendo los riesgos de propagación del virus en cuestión – se recomienda la cremación del cadáver atendiendo al cumplimiento de todas las medidas de cuidado y protección de bioseguridad que correspondan”, dice el comunicado oficial.

En el caso particular de su cochería, Barbieri explicó que “los cuidados se siguen en todos los casos “como si se tratara de un caso confirmado, porque en las ciudades del interior puede suceder que las muertes figuren por paros cardiorespiratorio y neumonía, pero sin llegar a saber si puede haber o no presencia de Covid-19. Y de llegar a tener muertes confirmadas si el protocolo indica cuestiones más detalladas, como embolsar el cadáver, encintarlo, sellarlo completamente y colocarlo en el ataúd y cerrarlo”. Las directivas indican que sea directamente llevado al cementerio o al crematorio.

En este sentido, el empresario explicó que se encuentran con el inconveniente que “si la muerte ocurre en un fin de semana, donde no hay registro civil para el acta de defunción, esto lo exigen para las cremaciones, en el cementerio es más flexible, pero no en las cremaciones”.

Al no contar en Chajarí con crematorio, ya que el de la empresa del entrevistado tiene aún los permisos en trámite, en los casos en los que se lo solicite, los cuerpos son derivados a Concordia para la calcinación.

El decreto

Textualmente el decreto enviado a las casas velatorias de todo el país dice: El cadáver debe introducirse en una bolsa plástica de alta densidad, impermeable y con cierre hermético, debidamente identificada como material infectocontagioso, que reúna las características técnicas sanitarias de resistencia a la presión de los gases en su interior, estanqueidad e impermeabilidad. La introducción en la bolsa se debe realizar dentro de la propia habitación de aislamiento. Esta bolsa, una vez cerrada y con el cadáver en su interior, se deberá pulverizar con desinfectante de uso hospitalario o con una solución de hipoclorito sódico que contenga 5.000 ppm de cloro activo (dilución 1:10 de una lejía con concentración
40-50 gr/litro preparada recientemente).

El cadáver adecuadamente empacado en la bolsa, se puede sacar sin riesgo para conservarlo en el depósito mortuorio, colocarlo en un ataúd para llevarlo al tanatorio, enviarlo al crematorio o realizar el entierro.

La mirada religiosa

El cura Aníbal Aguilera, de la Parroquia Santa Rosa de Chajarí, dio su parecer de la situación y explicó que, para la iglesia, “siguiendo el pensamiento de Santa Teresa que decía ´muero porque no muero’, en el sentido de que moría a un montón de cosas, pero no moría porque se abría a la intimidad con Dios”.

Más allá de esto el sacerdote reconoció que “nadie está preparado para esto, hay que aspectos del ser humano que hasta el mismo Jesús lo vivió; el dolor, la tristeza y la angustia que lleva hasta el llanto, porque en la muerte entramos en el misterio, todo lo que podemos ver y razonar se nos escapa, por eso es tan difícil”.

Además, de la forma de transitarlo remarcó que es muy personal, “hay gente que le cuesta ir a los velorios o al cementerio, hay otras que sienten que les hace bien; no hay una receta, pero no tenemos que hacer un culto a la muerte, en ese cuerpo ya no está más esa persona, ya está con Dios, eso es lo que hay que pensar, sabemos que no es fácil, porque es fácil decirlo pero cuando nos toca nos desarma, esto nos pasa a todos”.

En cuanto a las cremaciones, que es una alternativa muy utilizada en casos de muertes por coronavirus, Aguilera explicó que “la iglesia acepta y respeta esta decisión de la familia, incluso muchos templos tienen su propio incinerario, en la diócesis, la Parroquia Justo y Pastor de Colón, tiene todos los permisos para hacerlo y ya está en marcha, lo que la Iglesia no acompaña es la modalidad de esparcir las cenizas, o llevarlos de un lugar a otro, las cenizas tienen que tener un lugar sagrado, pero la cremación sí está aceptada”.

Lucía Torres
redaccion-er@miradorprovincial.com

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