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Detrás de las listas, esquemas electorales bien diferenciados

Las PASO y las generales nacionales le imprimen un color particular a la disputa política de los colectivos provinciales que están dispuestos a presentar batalla, una vez más, en un entorno con otras reglas y distintas claves organizativas.

Mirador Entre Ríos
redaccion-er@miradorprovincial.com

Los ciudadanos de Entre Ríos apenas terminaron de salir del proceso que definió quiénes serán los próximos Gobernador y Vicegobernadora, Diputados y Senadores provinciales, Intendentes y Concejales, que ya han sido zambullidos en las aguas profundas de las discusiones por el futuro inmediato del país.

La inscripción de frentes, los anuncios de las fórmulas para Presidente y Vicepresidente y el cierre de listas ha delimitado formalmente el terreno sobre el que se representarán las refriegas electorales en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, que tendrán lugar el domingo 11 de agosto, dentro de siete semanas, horas más, horas menos.

El posicionamiento que logren las distintas fuerzas en esa coyuntura será clave. De ahí los esfuerzos por carpir el terreno para que no crezcan eventuales internas en la categoría que oficia como caballo de Troya: la presidencial. Tanto en el ‘laboratorio’ de “Juntos por el Cambio”, enrolados tras el dueto Macri-Pichetto, como en el del “Frente de Todos”, que se articula en torno a la fórmula Fernández-Fernández, se tiene por cierto que en las PASO no se puede dar ninguna ventaja que el marketing adversario pueda potenciar en contra en los dos meses y medio que quedarán hasta llegar a las Generales, el 27 de octubre.

Todos en esa dimensión peculiar en la que conviven –no siempre amigablemente– politólogos, psicólogos políticos, sociólogos, comunicadores, consultores, entrenadores encargados del coaching, expertos en redes, analistas políticos, marketineros, periodistas de viejas y nuevas escuelas, jefes políticos, ex líderes con chapa aunque caídos en desgracia, candidatos, asesores y más de un atrevido sabelotodo, creen tener en claro lo que el electorado desea y también qué le provoca malestar o directamente aversión. Y, en base a esos condimentos, se piensa en el menú apropiado.

La labor de modelar una oferta electoral no es producto tampoco de un dictamen consensuado entre especialistas provenientes de distintas disciplinas y con disímil trayectoria existencial, profesional y política, por lo que cada diagnóstico y propuesta muchas veces no coincide con las de aquel o aquella que ocasionalmente se ha sentado al lado en la misma reunión de trabajo.
Los que moderan las intervenciones, de alguna manera, son los caciques de estas particulares tribus políticas que, a su vez, resuelven qué consejeros serán de su estrecha cercanía a través de un mecanismo que reconoce altas, bajas y fluctuaciones y que –dicho sin ofender– se parece bastante a lo que los antropólogos describieron cuando caracterizaron la figura del brujo en comunidades que supervivían al margen del devenir civilizatorio del capitalismo.

Relatos dispersos

Cada especialista –porque todos portan efectivamente alguna experticia– produce un diálogo múltiple en el que la referencia inevitable es ese saber que la empiria le ha hecho acumular, pero donde el olfato o la intuición pasa a desempeñar un papel de relevancia. Así son las cosas en este universo, que ha ido naturalizando la idea del elector-consumidor.

A nadie se le ocurriría, hoy por hoy, emprender la aventura que protagonizó un grupo de especialistas en ciencias sociales liderados por Paul Lazarsfeld, Bernard Berelson y Hazle Gaudet, entre mayo y noviembre de1940 en el condado de Erie, en Ohio, con el propósito de observar el desarrollo y los efectos de la campaña presidencial en esa comunidad, cuyas características eran representativas del electorado estadounidense en su conjunto.

Una serie de encuestas en profundidad a las mismas personas, semana tras semana, permitieron radiografiar no sólo la evolución de las simpatías y antipatías que generaban propuestas y candidatos sino también llamaron la atención por primera vez sobre los efectos del entorno próximo (las relaciones sociales y familiares) sobre lo que las personas efectivamente terminan haciendo, lo que claramente significaba poner en cuestión la supuesta preeminencia de la publicidad en la constitución de los imaginarios políticos.

En efecto, al caer en la cuenta de que muchas de nuestras reacciones se producen a partir de la intervención de instituciones (las iglesias, por ejemplo, durante las celebraciones dominicales) y mediadores sociales (individuos que no representan a nadie en particular pero que pueden influir notablemente en las opiniones de las personas corrientes) se concluyó que no se trataba sólo de producir mensajes interesantes, cautivantes, emocionantes o seductores sino de asegurarse que ejércitos de referentes socialmente considerados los repliquen y fortalezcan a escala local y micro. En fin, convendría volver cada tanto sobre “El pueblo elige”, tal el título del informe final de aquella investigación de campo, para moderar ciertas apreciaciones que se repiten irreflexivamente.
Desde aquel momento, ha corrido mucha agua bajo el puente, no siempre para bien. Hoy, los instrumentos de medición –ampulosamente llamados encuestas o sondeos– apenas si devuelven una fotografía en foco del humor social, muchas veces de un sector determinado como cuando las consultas son telefónicas a través de la línea fija. Y así, con esa información primitiva (que frecuentemente se limita a confirmar lo que ya se sospechaba), los aportes –fascinantes y evanescentes, engañosos– de la impresión y lo que cada uno piensa del mundo, pero sobre todo con la oportuna asistencia de los prejuicios, se va conformando un cuadro de situación en el que operarán las alternativas imaginadas.

Manos a la obra

En Entre Ríos, tanto para la fórmula de Presidente y Vicepresidente como para la renovación de la representación parlamentaria (cuatro diputados y tres senadores nacionales) es altamente probable que la matriz bipartidaria (Juntos por el Cambio versus Frente de Todos) imponga sus condiciones y, entonces, la polarización sea tan o más intensa aún que la ya producida para las elecciones provinciales.

En ese sentido, la conformación de las listas del oficialismo no sólo exhibe la fuerte presencia del reelecto gobernador en la plataforma de la toma de decisiones y a la vez confirma esa autopista (ya explorada) de la construcción política que se insiste en llamar “unidad”, sino que permite avizorar que, en virtud de quienes las encabezan (Marcelo Casaretto y Edgardo Kueider, estrechos interlocutores del mandatario), el propio Gustavo Bordet estará al frente de la campaña. En ese sentido, parecieran haberse aplicado protocolos de manual. Es decir, se hizo lo que correspondía, después se verá con qué éxito.

Sin dudas, la fortaleza de la fórmula Fernández-Fernández no es la aceptación pública de la figura que la encabeza sino la posibilidad de convertirse en emergente de un entramado de poder que integre proyectos nacionales (el gobierno y las futuras cámaras en el Congreso) a vínculos políticos y liderazgos locales.

En ese sentido, Alberto Fernández deberá demostrar inteligencia y vigor para enfrentar y dejar al desnudo a Mauricio Macri, mientras el resto de la constelación dirigencial en cada distrito se encargará de la labor más estrictamente territorial. En paralelo, con la excusa de la presentación del libro “Sinceramente”, Cristina Fernández protagonizará esos actos políticos tan fuera del registro clásico que se vienen llevando a cabo en distintas partes del país. El armado logrado parece responder a estas planificaciones.

Lo tuyo y lo mío

Si se acepta que la negociación es un arte, hay que reconocer que en la conformación de las listas del “Frente de Todos” parece haberse aplicado el concepto aquel que se construyera en la Harvard Law School. En efecto, al analizar las condiciones del mejor trato posible en la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard, se concluyó, palabras más, palabras menos, que el acuerdo a alcanzar no puede ser mejor en beneficio de ninguna de las partes. Del Derecho a la política, en el otro extremo del continente, pareciera que la fórmula “ganar-ganar” ha sido el norte de la negociación entre Alberto Fernández y Gustavo Bordet, lo que en criollo sería como haber acordado que, para triunfar en serio, el éxito debe encontrar a las dos partes empujando hacia el mismo objetivo.

En el caso de “Juntos por el Cambio (ex Cambiemos)” es hasta natural que haya internas planteadas. Como se sabe, al colectivo, de manera embrionaria, lo integran la UCR y el PRO, junto a aliados como el Movimiento Social Entrerriano (que entre 2019-2023 pasará a tener un diputado provincial en Juan Domingo Zacarías). Los laberintos del cargado cronograma electoral han dejado a estas fuerzas sin espacios formales ni oportunidad donde discutir a fondo lo ocurrido en torno al 14 de abril y el 9 de junio.

Por cierto, desde alguna distancia, lo ocurrido recientemente puede ser valorado como un fracaso: de hecho, se perdió, por una amplia diferencia, en casi todas las categorías (excepción hecha de algunas intendencias y senadurías) que reducirá la presencia institucional global de la fuerza en el próximo período de gobierno. Pero también es verdad que la performance fue superior a la registrada en otros distritos, lo que tampoco puede ser desconocido.

Sin armador

A diferencia del “Frente de Todos”, en “Juntos por el Cambio” no parece haber un articulador local u organizador legitimado. Ni siquiera un grupo encargado de esta tarea elemental. Las listas dan cuenta, en algún punto, de todas esas diferencias dirigenciales que la discusión pendiente no logró materializar.

De cara a los comicios de agosto y octubre los anima la esperanza de capitalizar lo que intuyen como un fuerte antikirchnerismo en el electorado entrerriano y el convencimiento de que Mauricio Macri y –en mucha menor medida– Miguel Ángel Pichetto son nombres que reposicionarán al sector. Es de suponer que, amesetada la crisis económica, el principal habitante de la Casa Rosada tendrá una presencia cada vez mayor en los medios de comunicación, a partir del usufructo del espacio de gobierno que ostenta

En el hipotético carril por donde correrán los opositores a una y otra fórmula, hay una dispersión notable. Debe señalarse que no es sencillo hacer campaña cuando se sabe que no existe ni la más remota posibilidad de alcanzar alguna de las siete representaciones en juego. Sin embargo, pese a todo, seguramente los militantes saldrán igual, recorrerán las cuadras casa por casa, visitarán los medios de comunicación y, en fin, aprovecharán todas las pocas posibilidades que se les presente para hacer oír una voz disidente, contestataria de las expresiones mayoritarias.

Cuatro listas en Juntos por el cambio

Son cuatro las listas que se presentaron ante la Junta electoral partidaria para participar el 11 de agosto de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, en el espacio Juntos por el Cambio, en Entre Ríos. Tres llevan precandidatos a senadores y a diputados nacionales, mientras que una presenta sólo para las diputaciones.

Una lista para el Senado está encabezada por el actual senador nacional Alfredo de Ángeli, secundado por la radical Stella Olalla. Para la Cámara de Diputados, promueve la candidatura de la diputada provincial radical Gabriela Lena y del intendente de Basavilbaso y presidente de PRO, Gustavo Hein, primera y segundo, respectivamente

Otra propuesta, prácticamente expresión exclusiva de radicales, postula para las candidaturas a senadores a Raymundo Kiser y Adriana de la Cruz; y a diputados, Leandro Arribalzaga y Mariana Lamboglia.

Una tercera alternativa es la que propone para candidatos al Senado a Hernán Blazquez y para Diputados, a Roberto Jurado.

El panorama electoral se completa con las precandidaturas a diputado del actual concejal (PRO) Emanuel Gainza, y de la actual diputada provincial radical, María Alejandra Viola. La particularidad de esta lista es que no lleva nombres propios que aspiren a la senaduría. En cambio, ya ha presentado la correspondiente solicitud para pegar con el cuerpo categoría senador que impulsa a Alfredo de Ángeli.

Todas las listas fueron oficializadas por la Junta electoral partidaria y remitidas a la Justicia Federal con competencia electoral para que haga lo propio.

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