En 2013 la Asamblea General de la ONU decretó el 30 de julio como Día Mundial contra la Trata de Personas para dar visibilidad a la grave problemática que acarrea este delito a nivel mundial. La ESI, a través de sus lineamientos curriculares, propone trabajar la trata de personas como una vulneración de derechos y nos convoca a trabajar en su prevención.
La explotación y el sometimiento limitan la libertad y convierten a las personas en objetos de usar y tirar. Y el sistema de trata se aprovecha de las injusticias y desigualdades que obligan a millones de personas a vivir en condiciones vulnerables.
La trata de personas, que se da en todos los países del mundo, es una de las actividades ilícitas que más debería avergonzar a los seres humanos, no en vano es calificada por muchos como «la esclavitud del siglo XXI». Porque, la trata no es más que un comercio ilegal que vende y compra seres humanos para convertirlos en mercancías de explotación.
Según Naciones Unidas «las personas que sufren pobreza, acceso limitado a la educación o a un trabajo digno, discriminación, violencia o abusos, o que proceden de comunidades marginadas suelen ser las principales víctimas de los traficantes».
Naciones Unidas establece que el 42% víctimas de la trata son mujeres, el 23% hombres, el 18% niñas y el 17% niños.
Las mujeres y los niños son sometidos a violencia física o extrema a manos de tratantes en una proporción tres veces superior a la de los hombres.
La explotación sexual es el destino del 38,7 % de las personas atrapadas en las redes de trata. La mayoría de ellas son mujeres y niñas. Los hombres y niños son destinados, fundamentalmente, al trabajo forzado.