El 30 de mayo se celebró el Día Nacional de la Donación de Órganos, una fecha importante para reflexionar sobre la importancia de dar vida mediante la donación. Entre Ríos, luego de una intensa actividad en las últimas semanas, se encuentra en el tope del índice nacional de donante por millón de población.
En la provincia hay actualmente 237 pacientes que están en lista de espera: 233 aguardan un trasplante de órganos y cuatro de tejidos. Según el registro del Incucai, la denominada Ley Justina, logró que se incrementen notablemente la cantidad de donantes: en los primeros cuatro meses del año se llevaron a cabo 281 procesos de donación de órganos, los cuales permitieron que 576 pacientes en lista de espera sean trasplantados. Fueron 155 trasplantes más que en el mismo período de 2018, cuando no existía esta norma.
Ilusiones renovadas
Ya pasaron cinco años desde que Fátima Heinze tuvo el trasplante bipulmonar a causa de su fibrosis quística. Ese 7 de junio quedará marcado para siempre. A partir de ese día, la referente y fundadora de la Asociación “Alguien como Yo FQ” no dudó un solo instante y se puso en los “zapatos del otro” porque sintió que ese era su deber. “Trato de devolver todo el amor que recibí en ese momento y gracias a alguien que dijo ‘si a la vida’ hoy puedo continuar con mi familia y mis proyectos”, manifestó.
Así lo hizo con Yamila Ramírez, la joven oriunda de Viale que recibió el trasplante bipulmonar días atrás en la Fundación Favaloro. “La vengo acompañando junto a mi familia desde hace un tiempo. El año pasado, para esta fecha, se hizo una peña solidaria en Viale”.
—¿Cómo te enteras de la noticia de la donación?
—Cuando hablaba con ella por teléfono le decía que iba a llegar en este mes. El domingo a la madrugada, cuando me dijo que había operativo, ya no me pude dormir más. Teníamos mucha ansiedad pero había que esperar si el órgano estaba en condiciones de ser trasplantado. Cuando ella entró al quirófano y se despidió de su esposo, estábamos seguros de que iba a ser su soplo de vida. Hay que seguir trabajando para impartir el mensaje a todas las personas que aún esperan. Lo de Yamila fue justo en el mes de la donación de órganos y seguramente esto va a marcar su vida para siempre. El Dr. Bertolotti nos dijo que el panorama era mucho mejor de lo que él había esperado porque había sido una cirugía compleja, donde primero se le hizo la reconstrucción cardíaca y luego fue el trasplante.
A 20 años
Los entrerrianos Julio Celis (JC) de Gualeguay y Juliana Finondo (JF) de Paraná tienen muchas cosas en común. En 1999, con casi un mes de diferencia, el profesor de filosofía y la diseñadora gráfica fueron trasplantados de corazón en la Fundación Favaloro, bajo la coordinación del doctor Sergio Perrone, médico de cabecera de los dos. Juliana salió de cirugía el 1º de agosto, mientras que Julio en la madrugada del 14 de septiembre. Ambos viven actualmente en Buenos Aires, son grandes ejemplos de vidas y quisieron compartir sus testimonios con Mirador Entre Ríos.
El caso de la paranaense fue noticia a nivel mundial ya que fue la primera mujer trasplantada de corazón que pudo dar a luz luego de someterse a un proceso de fertilización asistida. Junto a su esposo Gerardo fueron padres de Emilia, que nació pesando 2,5 kilos. Los médicos que la atendieron señalaron que el suyo es el primer caso en el mundo, por cuanto los aproximadamente 50 casos registrados en Estados Unidos fueron embarazos espontáneos y no por fertilización asistida.
—¿Cómo se dio lo del trasplante?
—JF: A los 26 años, me empecé a sentir cansada y congestionada, fui al médico y el diagnóstico fue edema agudo de pulmón por insuficiencia cardíaca severa. Fui a una evaluación pre trasplante y concluyeron que, para poder tener una buena calidad de vida, debía ser trasplantada. De chica me descubrieron unas arritmias y me vieron bastantes cardiólogos y, según dicen, eso no tuvo nada que ver con esto. Lo que tuve fue una miocarditis viral. Sinceramente, era una chica normal como cualquier chica de 20 y tantos, estudiando en otra ciudad. Tenía, lo que se dice, una vida normal.
—JC: Tuve una miocardiopatía dilatada idiopática, es decir, el corazón se agrandó a más del 80 por ciento debido a causas desconocidas. Tenía 26 años y cumplí los 27 estando en terapia intensiva. Personalmente, estudiaba y hacia gimnasia diariamente, unos 10 kilómetros de trote más otros ejercicios de fuerza.
—¿Cuánto tiempo estuviste en lista de espera?
—JF: Poco y tuve muchísima suerte. Yo no estuve en emergencia, me estabilizaron y me mandaron a mi casa a esperar. En tan solo dos meses y medio, se consiguió el órgano. Un día me llamó el doctor Perrone y me dijo: ‘Flaca, venite para la Fundación que hay un corazón’. Éramos tres chicas, nos hicieron estudios a las tres y decidieron, con resultados en mano, que era para mí. Tiempo después las encontré a las otras chicas ya trasplantadas.
—JC: Pasaron dos meses desde que me detectaron el problema y quedé internado, hasta que me dieron el alta ya trasplantado. Durante cuatro días, estuve primero en la lista de la Emergencia Nacional.
—¿Cómo fue proceso de adaptación del órgano?
—JF: Todo dentro de lo esperable. Algún rechazo menor en las primeras biopsias, el citomegalovirus que nos agarramos casi todos los trasplantados y, en los primeros tiempos, el Cushing (cara de luna) por los corticoides. Pero todo poco a poco se va ordenando y tu vida vuelve casi a la normalidad.
—JC: Mantener un nuevo órgano implantado es una obra de arte. Perrone hizo una gran obra conmigo y con tantos otros trasplantados de corazón. Lleva algún tiempo hasta que encuentran la dosis exacta para cada paciente y que evite el rechazo. Empiezan con una dosis alta y comienzan a bajar, pero el tratamiento es de por vida. Si Dios quiere en septiembre próximo cumpliré 20 años de trasplantado de corazón.
—¿Por qué es importante y necesario concientizar sobre la donación?
—JF: Porque hay miles de personas queriendo vivir sus vidas, tan simple como eso. No se puede ser tan egoísta en dejar podrir algo tan maravillosamente útil para otros.
—JC: La donación de órganos es cooperar para que otra persona pueda seguir con vida o bien tenga una vida menos compleja. Por eso es importante concientizar. La solidaridad es reconocer que el otro es igual a mí y obrar en consecuencia, o sea ponerme en el lugar del otro, y hacer lo que desearía que hicieran por mí en esa misma situación. Donar órganos es un gran acto de caridad, decía Juan Pablo II.
—¿Cómo fue dar a luz siendo una mujer trasplantada?
—JF: Con mucha emoción. Fue una satisfacción inmensa tener a mi beba en brazos, tocarla, verla y entender que al fin lo había logrado. Me costó mucho primero convencer a mi médico, después fueron dos años de estudios y preparativos previos para luego someterme a un tratamiento de fertilidad para embarazarme rápido, ya que habían modificado mi medicación inmunosupresora porque una de las que tomo no se puede tomar en embarazos.
José Prinsich
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