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El consumo de carne vacuna cae a niveles mínimos en casi una década

La pérdida de poder adquisitivo derivó en un escenario de baja demanda desde la intensificación de la cuarentena.

Consecuencia directa de la pérdida de poder adquisitivo que ostenta el grueso de los argentinos tras la irrupción del Covid-19, el consumo de carne vacuna experimenta una baja pocas veces vista en los últimos años. Si bien durante el primer tramo de 2020 la demanda prácticamente se mantuvo a la par de igual lapso pero del año pasado, a partir de mayo -cuarentena mediante- la compra comenzó a evidenciar un declive que derivó ya en una caída preocupante durante junio.

Desde organizaciones ligadas, justamente, al consumo de productos ganaderos fueron contundentes ante la consulta de iProfesional: el mes pasado, el consumo cayó casi dos kilos por persona. En concreto, junio mostró el peor rango de venta de carne de vaca en casi una década.

Un monitoreo de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra) al que accedió este medio aportó más números respecto de esta baja: “En lo que respecta al consumo (aparente) de carne vacuna por habitante, en junio se ubicó en 50,5 kg/año (considerando el promedio móvil de los últimos doce meses). En relación a junio de 2019 se observó una caída de 3,4 por ciento (-1,8 kg/ha/año)”.

“En junio de 2020 en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) se registró una baja del precio promedio de los cortes de carne vacuna de 0,6 por ciento mensual, que se sumó a la caída de 1,3 por ciento de mayo. El pollo tuvo una baja de 0,85 mensual, que también se sumó a la contracción de 8,9 por ciento del mes previo. En tanto, en el caso de los cortes porcinos, el precio promedio se mantuvo entre mayo y junio, luego de la baja de 1,7 por ciento del mes anterior”, añade el informe, dando cuenta que la merma no respondería a la variable precios.

Alertas.

El Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (Ipcva) también emitió alertas sobre esta tendencia negativa en términos de consumo. Adrián Bifaretti, jefe de promoción interna en esa organización, expuso recientemente que “siete de cada 10 personas sufrieron una reducción en sus ingresos durante la cuarentena” lo cual implicó la disponibilidad de menores recursos para, en concreto, comprar en las carnicerías.

El mismo IPCVA promovió una encuesta que, divulgada a fines de junio, arrojó que -en términos de consumo- en lo que va de la cuarentena se incrementaron las “comidas con pollo, pastas, ensaladas y legumbres, estofados y saldas” mientras que se consume menos “hamburguesas tipo Paty, churrascos, asado, comidas con cerdos”, entre otras alternativas.

Carne picada, pollo entero, milanesas de pollo compradas, hamburguesas congeladas y cortes para guiso, encabezaron las preferencias en el ítem “Alimentos que más se conservan en el freezer”. Al mismo tiempo, el 65 por ciento de los encuestados reconoció haber sustituido la carne vacuna por otros productos alimenticios.

En simultáneo, el instituto expuso que una de cada tres carnicerías con operaciones en el AMBA ya reconoce que vende mucho menos respecto de la instancia previa a la cuarentena.  “La compra se volvió más esporádica y aparecieron los compradores designados”, apunta el trabajo.

“Hay un resentimiento importante del poder adquisitivo del comprador de carne”, declaró Bifaretti. “Al inicio de la cuarentena, cuando arrancó, hubo un shock. Se dispararon las ventas por el miedo de las personas. Se stockearon. Pero después el consumo se fue estabilizando y con señales de sustitución por pollo o cerdo, u otros alimentos, lo cual pone el semáforo en amarillo para el futuro”, añadió.

Conclusiones.

Un 37 por ciento de los argentinos dice comer menos carne vacuna y sustituirla por pollo.

El 7 por ciento asegura comer menos carne vacuna, sustituyéndola por cerdo.

Un 15 por ciento reconoce comer menos carne vacuna y sustituirla por otros alimentos.

Respecto a cómo va evolucionando el gasto en alimentos, en líneas generales se observa un menor gasto en productos cárnicos y un gasto creciente en verduras, pastas, arroz y en otras categorías de alimentos no cárnicos con una creciente diversificación.

En este contexto, los compradores de súper e hipermercados son los que manifiestan una mayor tendencia a la sustitución de carne vacuna por pollo. El 44 por ciento dice estar consumiendo menos carne vacuna y sustituyendo por carne aviar cuando el promedio de la población arroja un 37 por ciento de sustitución.

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Desde CICCRA su titular, Miguel Schiariti, sostuvo que a los números que develan la merma en el consumo hogareño también hay que adicionarle la baja en la comercialización por efecto del parate que exhibe la gastronomía.

“Existe una importante porción del consumo de carne que no está teniendo lugar por el cierre de los restaurantes. Pensemos que el 40 por ciento de la demanda corresponde a clientes en ciudades. Y nadie hace el asado en un departamento. En las carnicerías de barrio, por ejemplo en el conurbano, ocurre que el trabajador independiente dejó de tener ingresos. Eso derivó en un poder de compra reducido a lo mínimo”, dijo a iProfesional.

“Muchas de estas personas que dejaron de tener la posibilidad de trabajar, como albañiles, plomeros y demás, pasaron a depender de los bolsones de comida. Dejaron de tener ingresos para poder comprar carne. Los que apenas lo pueden hacer, empezaron a reemplazar a la vaca por el pollo o el cerdo. El menor poder adquisitivo está profundizando todos estos cambios que vemos en el consumo”, añadió.

Precios.

Schiariti negó que el incremento en las exportaciones de carne vacuna que viene experimentando la Argentina en los últimos meses haya incidido de alguna forma en la compra fronteras hacia adentro.

“Si bien aumentaron de forma significativa, las exportaciones comprenden el 26 por ciento de toda la carne que se faena en el país. El principal cliente del producto es el consumo interno. No es que en este momento esté faltando carne o se esté privilegiando la venta al exterior antes que el abastecimiento dentro de la Argentina. El problema pasa estrictamente por la pérdida de capacidad de compra que sufren los consumidores”, enfatizó.

El entrevistado comentó que, si bien el precio del producto vacuno experimentó alguna que otra suba en lo que va de la cuarentena, “los cambios en los valores no estuvieron muy por encima del promedio inflacionario”.

“Los aumentos no vienen siendo muy fuertes, pero ocurren en un contexto en el que no hay subas de sueldos sino todo lo contrario. La gente no consume por falta de plata. Este escenario de retracción en la compra de carne comenzará a revertirse una vez que se reactive el empleo. Mientras tanto, se seguirá viendo una compra acotada”, sentenció.

En torno a Ciccra señalan que, como otro efecto negativo del escenario de Covid-19, esta caída en el consumo viene originando el cierre de carnicerías sobre todo en las áreas económicamente más postergadas del gran Buenos Aires. También abundan las que, para sobrevivir, migraron al formato de almacén.

Fuente: Patricio Eleisegui / Iprofesional

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