Argentina duplicó la producción en el transcurso de los últimos 7 años, pasando de 280 mil toneladas en 2010 a 565 mil.
El sector porcino enfrenta importantes desafíos este año, para consolidar el crecimiento que viene registrando durante el último tiempo, advierte un informe técnico elaborado por Coninagro.
Fuente: La Capital
Por el lado del productor, la entidad ruralista consideró que debe estar atento a la evolución de la relación compra-venta entre maíz y capón, que será determinante para el futuro de la actividad. Además, indicó que el hombre de campo se encuentra preocupado por el ingreso de enfermedades de países exportadores, tantos en animales vivos como en productos cárnicos, y también está en alerta ya que quienes llevan adelante modelos intensificados, los aumentos anunciados en los costos de energía impactarán directamente en los resultados.
La otra cara de la moneda muestra que en los modelos de pequeños y medianos productores se espera un aumento del consumo y de los precios en los primeros meses de 2018.
En tanto, si bien Coninagro observó que los precios de los cortes de cerdo para el consumidor se han equiparado con los de carne vacuna, aumentando la competencia entre las carnes, el informe resalta que los argentinos continúan poco a poco interiorizándose sobre las cualidades de la carne de cerdo, lo que permite que siga aumentando el consumo en fresco.
El informe de Coninagro indaga sobre stock y producción y detalla que más de 100 mil unidades productivas se encuentran registradas en Senasa. A marzo de 2017 se registraron más de 5,1 millones de cabezas y un total de 962 mil cerdas. “Desde el año 2011 el sector viene experimentando un crecimiento sostenido de las existencias porcinas, pero en el último tiempo esta tendencia se debilitó (la tasa de crecimiento osciló entre 3 por ciento y 4 por ciento). Con respecto a la cantidad de cerdas, el crecimiento prácticamente se ha detenido, quedando en algo menos de 1 millón de cerdas”, se señaló.
Aunque no es una conclusión lineal, dado que depende de varios factores, desde la entidad sostienen que se puede inferir que si el crecimiento del stock es mayor al de la cantidad de cerdas, la producción por cerda ha ido mejorando en al menos los últimos 5 años.
Argentina duplicó la producción de carne de cerdo en el transcurso de los últimos 7 años, pasando de 280 mil toneladas en 2010 a 565 mil toneladas estimadas para 2017. Asimismo, el crecimiento fue sostenido manteniéndose en orden al 8 por ciento. Este incremento se debe en gran parte al aumento de la producción individual por cerda, cifra que acumula una variación cercana al 50 por ciento en la última década. Esto permite una mayor eficiencia del sistema productivo y mejor utilización de los recursos, madres, alimento, instalaciones, etc.
Producción
El informe de Coninagro también hace hincapié en los tipos de productores, ya que la producción porcina en Argentina se encuentra en manos de una enorme y diversa cantidad de productores.
La división se caracteriza en no comerciales, los productores tienen una mínima escala, con un promedio de 3 cerdas. Generalmente el sistema de producción es tradicional a campo o en “chiquero”, y la producción se destina a consumo propio en fresco y a la elaboración de chacinados artesanales.
Luego están los llamados “comerciales”, es decir, que generan excedentes para la venta. Los pequeños tienen en promedio 23 cerdas (siendo un estrato muy común en gran parte de Argentina); mientras que los medianos cuentan con 70 cerdas de promedio, utilizan una combinación del sistema tradicional a campo con algún grado de confinamiento en las etapas de cría (parideras) y engorde (pistas de engorde).
Los grandes productores tienen 193 cerdas en promedio. Estos productores incorporan tecnología como genética, instalaciones modernas, alimentos balanceados para cada categoría. Luego están los mega productores que cuentan con más de 500 cerdas, superando en algunos casos las 5.000 cerdas en producción. Son, en general, sistemas totalmente de punta, con la última tecnología disponible, óptima infraestructura, ambiente sanitario en total aislación externa, altos estándares de producción y altos costos de operación.
Otro dato importante para entender al sector tiene que ver con la distribución geográfica. El 70 por ciento del stock de porcinos se localizan en la región Centro de Argentina; Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. La ubicación de los criaderos de cerdos se vincula con la principal zona maicera del país (principal insumo de la producción porcina) y con la histórica localización de los productores porcinos.
La producción nacional de carne porcina se destina principalmente al mercado interno, el consumo tanto de carne fresca como de embutidos y fiambres viene creciendo a una tasa considerable, superior al 10 por ciento anual promedio en los últimos 5 años.
El consumo se ve estimulado, en parte, por los valores de los cortes frescos, siendo el principal sustituto de la carne bovina, y en parte por el cambio en los hábitos de consumo, donde la población reconoce los mayores atributos de la carne de cerdo.
Coninagro detalló que del total de productos cárnicos consumidos por la población de Argentina (125 kg/hab/año, incluyendo carne bovina, aviar, porcina, ovina y pescado), el de carne de cerdo es uno de los menores (15 kg/hab/año), pero es la carne que mayor crecimiento viene teniendo, superando el 10 por ciento anual promedio en los últimos 5 años, mientras que las principales mantuvieron sus niveles de consumo.
Balanza comercial
La balanza comercial externa de productos cárnicos y derivados del cerdo es históricamente deficitaria en Argentina. Tras el aumento de la producción local, el volumen de la importación se ha reducido relativamente, pasando del 14 por ciento en 2007 al 6 por ciento en 2017 de la oferta total. Por su parte, las exportaciones han comenzado un leve crecimiento. Pasaron de ser prácticamente inexistentes, hace 10 años, al 2 por ciento de la producción actual.
Desde las entidades que agrupan a productores de cerdos se han manifestado quejas al gobierno por favorecer la importación de carne de cerdo, permitiendo que ingresen enfermedades de las cuales Argentina es libre y que ingrese carne congelada y luego se venda descongelada.
En lo relativo a precios, se observa un comportamiento ascendente consecuente con el aumento inflacionario, similar entre el precio pagado al productor (precio capón tipificado) y el precio pagado por el consumidor (precio pechito de cerdo). El precio recibido por el productor presenta una marcada estacionalidad, con pisos de precios en el mes de julio y picos en verano. Por su lado, el precio en góndola acompaña la suba de precios de cada fin de año, para luego estacionarse y desprenderse de la posterior baja en el precio pagado por el capón al productor.
“El consumidor paga por el kilo de pechito de cerdo 5 veces lo que cobra el productor por el kilo vivo de capón”, resaltaron.
El informe, además, señala que en la producción de cerdos la alimentación es el principal costo de producción, entre el 50 por ciento y el 75 por ciento dependiendo del tipo de modelo productivo.