A pocos kilómetros de Colón, en Colonia San Anselmo, se encuentra la Fundación Tekove Mymba, un sitio en el que se erige un santuario animal pensado para que las especies que pasaron gran parte de su vida en situación de cautiverio, vivan los años que le quedan en libertad y en un hábitat natural similar al de su bioma de origen.
Juan Manuel Paccot, biólogo y fundador del proyecto que comenzó en 2015, explicó que durante el 2019 obtuvieron la categoría de Fundación y lograron conseguir mediante donación directa el predio de 1.200 hectáreas ?casi la mitad de la superficie total que tiene la ciudad de Colón- en el que hoy se emplaza el santuario.
La Fundación Tekove Mymba, que en guaraní significa Vida Animal, está integrada por unas quince personas de Colón, San José y Villa Elisa, entre los que se destacan biólogos, veterinarios e inspectores de fiscalización que trabajan en conjunto para la ubicación y la protección de las especies que llegan al sitio. Actualmente en el santuario hay unos 30 animales, entre los que se encuentran una colonia de 20 primates, un jack tibetano que fue traído desde el zoo de La Plata y para este año se planifica realizar traslados de osos pardos, hipopótamos, elefantes y ciervos, entre otras especies.
-¿Qué es lo que caracteriza a un santuario animal?
-Se le llama santuario porque es el lugar final para el retiro de los animales de los zoológicos y porque en estos sitios se les da un lugar de semi libertad para que puedan desarrollar su vida naturalmente. Es por esto que no se permiten intervenciones del hombre, los lugares no están abiertos al público porque son espacios que no tienen fines lucrativos. Una vez que los animales llegan, lo único que hacemos nosotros es realizar una observación para constatar que estén bien y si necesitan ayuda se la brindamos, pero la idea es que no haya intervención para respetar la vida de los animales.
-¿Cómo hacen para crear las condiciones necesarias para alojar a las diferentes especies?
-Nosotros lo que hacemos es delimitar el área y armar los recintos en los que se alojarán, porque lo bueno es que no tenemos que modificar mucho el entorno ambiental porque los que llegan son animales que vivieron toda su vida o nacieron en cautiverio, entonces están acostumbrados a la temperatura y la humedad de esta parte del mapa. La mayoría de las especies que están hoy en los zoológicos son cuarta o quinta generación, es decir nacieron ahí porque los traídos de afuera ya no existen más, entonces están super adaptados. Además en Entre Ríos tenemos una condición climática que es óptima, porque no hace demasiado frío ni calor y la vegetación también ayuda por la selva en galería y la flora nativa que es muy importante. Otra de las ventajas es que en este predio tenemos muchísimos biomas, hay zonas con médanos, otras con pajonales, hay cerros y también cuchillas. Y para hacer los recintos estamos jugando con esas cosas, porque además limitamos al río Uruguay, al arroyo Urquiza y dentro del santuario pasan dos arroyos que nacen de vertiente aquí dentro.
Inicios y desafíos
Lo que comenzó como un trabajo regional para la protección y reubicación de las especies que eran producto del tráfico de flora y fauna nativa, derivó en una acción a gran escala que ubica a la Fundación como la única depositaria legal en Argentina para el resguardo de los animales que se decomisan en los operativos policiales. Paccot destacó que “todos los animales terminan llegando acá porque no tienen otro lugar. En dos años crecimos enormemente porque hasta 2017 solo teníamos un pequeño predio que está al fondo de este santuario, que hoy nos sirve para alojar a los animales que vienen del decomiso rural. En ese tiempo conocimos a Daniela Cardone, que es como la madrina de nuestra Fundación, a quien le contamos sobre el trabajo que realizábamos y las ideas que teníamos con Tekove Mymba para la protección de las especies en cautiverio y ella nos ayudó en todas las gestiones para lograr poner el santuario”.
-¿Y qué los motivó para llevar adelante el proyecto?
-Nos encontramos con una problemática. El primer motivo fue que nos dimos cuenta que los santuarios que venían de otros continentes a trasladar animales hacían un circo, porque se los llevaban de acá con el pretexto de darles una mejor calidad de vida, pero en realidad estaban respondiendo a un gran negociado, porque buscaban reintroducir especies que siempre habían vivido en Latinoamérica, con las condiciones climáticas de acá, en lugares tan alejados como América del Norte o Europa. Los animales sufrían mucho estrés en los traslados porque estos involucran grandes travesías en el viaje, pero además tienen costos millonarios porque para mover a un animal hay muchas condiciones que deben cumplirse y ahí hay un negocio que involucra a personas y a empresas. Por otro lado, surgió porque en Argentina cerraron la mayoría de los zoológicos pero los animales que estaban allí igualmente seguían en cautiverio, y si se los cuidaba poco cuando estaban habilitados al público, imagínate cómo son las condiciones después del cierre. Los animales se mueren y nadie se entera.
-¿Y cómo realizan las gestiones para el traslado de las especies?
-La verdad que es todo muy complejo porque nosotros más allá de ser el primer santuario de Latinoamérica, hace cinco años que venimos luchando contra el tráfico de fauna y hemos descubierto que los zoológicos venden los animales como cuerpos de caza. Vos en Argentina podes ir a cazar un tigre o lo que se te ocurra a un valor de un 70 % más barato que si vas a EEUU o al lugar de origen de los animales. Ese es el negocio porque hay muchas redes de tráfico que funcionan en el país. Entre Ríos, por ejemplo, es uno de los puntos centrales de tráfico, porque estamos en el centro, entonces cuando salen o entran los animales pasan por acá. Otros lugares son Formosa, Misiones y toda la zona del norte. Pero las redes de tráfico son muy complicadas, estamos detrás de datos importantes, investigamos en diferentes lugares de la Argentina con los medios que tenemos, pero lo que sucede es que quienes trafican están más instruidos que nosotros para esas transacciones y en ese negocio entra un montón de gente importante que incluso tiene puestos institucionales estratégicos, entonces no es tan fácil, porque traer los animales al santuario toca muchos intereses.
-¿En qué condiciones llegan los animales que están en cautiverio?
-Generalmente están detonados porque el estrés es algo que el animal no puede manejar. Cuando llegan acá se pueden observar todos los impactos en sus condiciones corporales, por ejemplo, los monos que en su genética son casi iguales a los humanos, sufren los mismos síntomas que nosotros: problemas gastrointestinales, se les cae el pelo, están nerviosos, pero la diferencia es que el hombre tiene un corazón y un hígado mucho más grande lo que nos permite gestionar estas situaciones por más tiempo, y a ellos con muy poco se los impronta.
Trabajo directo
Entre las labores principales que se desarrollan hoy en el santuario se están acondicionando los recintos para la llegada de las especies que se trasladarán durante este año desde varios zoo nacionales. “Para crear los hábitats nos regimos por una serie de reglamentaciones internacionales que nos indican cómo proceder. Por ejemplo si yo quiero traer osos pardos, en la reglamentación dice cómo tiene que ser el recinto y qué medidas de seguridad tiene que tener. En este caso la reglamentación dice que para esta especie el lugar tiene que ser de 3 mil metros cuadrados, y nosotros le vamos a hacer un área de 300 mil metros cuadrados porque como santuario lo que buscamos es darle al animal un espacio para que realmente tenga una vida digna”, explicó el biólogo.
Además, durante este último año trabajaron en conjunto con la Asociación Primatológica Argentina para crear el Primer Centro Primatológico del país, ya que los monos son la segunda especie más traficada a nivel internacional, ubicándose en primer lugar el tráfico de aves. Paccot indicó que con esta apuesta buscan brindar un espacio para que los primates que son rescatados de las redes de tráfico o decomisados en los hogares, tengan un lugar para rehabilitarse a la vida silvestre antes de ser liberados en su hábitat natural.
“Cuando los primates llegan a Tekove Mymba, lo primero que hacemos es llevarlos a un lugar de presuelta que son recintos selváticos que están en el predio los cuales están cubiertos por redes gigantes sobre los árboles. En ese lugar se le enseña al mono a volver a ser mono, por eso trabajamos principalmente sobre su dieta, porque aunque la mayoría de la gente piensa que los monos comen bananas, ellos en realidad se alimentan en un 80% con hojas y pasto, son totalmente herbívoros y en invierno suelen consumir frutas o semillas nativas para subir las calorías. Entonces en el período de presuelta les volvemos a enseñar qué hojas pueden comer, a tomar agua del arroyo, porque ellos genéticamente tienen toda esa información que les dice cómo actuar como animales silvestres. Después de esta etapa los liberamos completamente, y esto se puede hacer porque una de las características que tiene el mono de cautiverio es que nunca deja su casa, entonces en el área de pre suelta nosotros le ponemos casas con maderas que luego son las mismas que les instalamos en la selva en galería cuando los soltamos, entonces sabemos que ellos se van a mover en un radio de 500 o 1000 metros pero que van a volver al territorio en donde los dejamos, esa es una de las formas de tener las colonias controladas”, detalló el biólogo.
Apuesta educativa
Las actividades desarrolladas por la Fundación desde hace cinco años se hacen extensivas a las escuelas de todo Entre Ríos en donde se le enseña a los niños sobre flora y fauna nativa, pero también se realiza un trabajo de concientización sobre las implicancias que tiene el tráfico y la retención de especies silvestres en los hogares. “Aunque parezca increíble el trabajo con los chicos es muy productivo, porque muchas de las llamadas que recibimos en la Fundación son de los padres de estos niños que identifican vecinos que tienen animales silvestres como mascotas. Nosotros creemos que las generaciones que vienen traen consigo una conciencia ambiental que es propia de su época, entonces también vamos a las escuelas e instalamos huertas en donde les enseñamos a cultivar y sobre plantas nativas”, señaló Paccot.
Por otra parte, adelantaron a este medio que durante este año se llevarán a cabo actividades en conjunto con la Universidad Nacional de La Plata, donde biólogos y agrónomos podrán realizar algunas de sus prácticas en el santuario.
Proyectos a futuro
Una de las apuestas más innovadoras que se están desarrollando en Tekove Mymba es la instalación de cámaras web en los recintos desde donde se podrá observar vía online el hábitat y el comportamiento natural de las especies que allí se alojarán. Desde la organización detallaron que uno de los objetivos de esta acción es que la gente sea partícipe del trabajo que realizan allí, ya que el predio no está abierto al público y si por alguna razón se lo visita, las personas nunca llegan a entrar en contacto con los animales porque el sitio está mapeado para evitar la interferencia humana en los hábitats establecidos.
Asimismo, a nivel nacional, se proyecta que Tekove Mymba se convierta en el primer vivero de plantas nativas para la reforestación de bosques argentinos, algo que como indicaron desde la Fundación, dialoga estrechamente con los objetivos de la Ley Nacional de Bosques.
Silvia Simmone
redaccion-er@miradorprovincial.com