FARER mostró su malestar por la continuidad como agente financiero
“EL NUEVO BANCO DE ENTRE RÍOS NUNCA ESTUVO
AL LADO DE LOS PRODUCTORES”
La adjudicación como Agente Financiero otorgada nuevamente al Nuevo Banco de Entre Ríos S.A. es una noticia que, pese a ser previsible, no conlleva conformidad ni esperanza al sector agropecuario.
Sinceramente, el nuevo contrato no permite avizorar para el futuro una mejora en los servicios que se prestan, ni en las posibilidades de crédito para el sector productivo. El otrora banco de los “entrerrianos”, hace tiempo ya en manos del Grupo Ezkenazi, saca del circuito económico de la provincia cientos de millones de pesos al año y ni siquiera intenta volcar parte de ellos a un sistema crediticio en favor de la producción, la inversión y el empleo.
La continuidad de dicha entidad bancaria -lograda a partir de una licitación casi a medida- implica esta vez un canon a favor de la provincia, pero las comisiones fijadas por el BERSA significarán un negocio con un resultado como hasta ahora: fabuloso.
Lamentablemente, esta luz verde convalida una forma de atención a jubilados y pensionados que no prioriza las personas; una absoluta ausencia de empatía en plena crisis sanitaria y un claro desinterés por oxigenar al aparato productivo.
Es el mismo banco que, en plena pandemia y más allá de la calificación del Estado Nacional a la producción agropecuaria dentro de las actividades esenciales, no tuvo ninguna medida a favor de los productores que se encontraron entonces y hasta hoy con enormes dificultades para realizar operaciones por un sistema bancario paralizado y negligente. El mismo banco que puso una y otra vez palos en la rueda para que los créditos para Pymes anunciadas por el Gobierno Nacional como medida de auxilio durante la crisis covidiana no tuvieran reflejo en la práctica por una burocracia dirigida a no prestar.
Es inaudito que un Agente Financiero, con miles y miles de clientes cautivos, no disponga de una política de crédito blando para los distintos sectores de la producción y en especial para el agropecuario, justamente en una provincia donde el campo es vital para el desarrollo.
Ténganse en cuenta que el Banco de Santa Fe -del mismo grupo empresario-, prevé (a partir de exigencias del Estado) sostener un fideicomiso productivo y crear la Sociedad de Garantías Recíprocas para financiamiento de Pymes con fondos del propio banco. Ninguna de esas iniciativas existe en Entre Ríos.
Otro dato: en la provincia vecina la relación entre el canon que paga al Estado santafesino y las comisiones que le cobra tienden a un empate. En nuestra provincia, el margen es de 700 a 1.000 millones a favor de la entidad financiera, que terminarán pagando todos los entrerrianos.
En definitiva, este acuerdo presenta tres grandes falencias: es caro para la provincia; no estipula una mejora del servicio y no introduce cambios significativos en los créditos productivos.
Hasta hoy el BERSA no ha acompañado al sector agropecuario. No ha sido un actor protagónico a la hora de diversificar la producción, la compra de maquinarias o la mejora de los rodeos. No ha estado al lado del que necesita esa mano para dar un salto hacia adelante o simplemente para enderezarse. Tristemente nos aprestamos a recorrer otros 15 años con un Agente Financiero que sólo piensa en engrosar ávidamente sus ingresos sin tener una mirada hacia la promoción de la industria y de la producción agropecuaria. El Banco de Entre Ríos, con la anuencia del gobierno entrerriano, acaba de sumar un nuevo triunfo. El sector productivo, otra durísima derrota.