Héctor Fontana nació y se crio en El Ramblón, paraje rural del Distrito Quebracho a pocos kilómetros de la ciudad de Viale. Sus tareas camperas no le impidieron desarrollar su verdadera pasión, la electrónica. Hoy es uno de los pocos “artesanos” de este rubro en la región, que sigue reparando aparatos de todo tipo y tiempo.
Fontana es un artesano de este rubro, de los pocos que quedan, ya que hoy todo aparato electrónico no se repara, se compra nuevo.
La oportunidad de llevar a reparar unos equipos de sonido, provocó la charla más profunda, que se dio en una mañana de enero, mientras el sol se colaba por la puerta de ingreso a su local de la calle San Nicolás, en la productiva ciudad de Viale, a 60 kilómetros de la capital provincial.
El primer diploma, exhibido en el ingreso a su local, dispara la primera pregunta
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—¿Cuándo recibiste ese diploma y quién te lo dio?
Bueno, ese fue el primer curso que hice por correspondencia. El diploma está, ahí está la fecha, 15 de julio de 1974. Los dictaban, por correo postal, desde el Instituto Panamericano de Televisión.
—¿Fue tu primera capacitación?
La primera fue por correspondencia, vivíamos en zona rural, no había nada. Por suerte se había instalado hacía poquito la electrificación rural y eso me ayudó muchísimo porque teníamos luz, teníamos corriente y de ahí empecé.
—¿Y de dónde surge la gana o la pasión por todo lo que es la electrónica?
De chico me gustaba investigar y en esa época no había aparatos electrónicos y menos en el campo, así que lo poco que conseguía me interesaba, me interesaba ver cómo funcionaba, el entusiasmo me ayudó a estudiar y a investigar y todavía sigo investigando porque continuamente se va actualizando, se va renovando, la electrónica de esa época no tiene nada que ver con lo que es ahora, mucho más moderna, todo digital. En esa época los aparatos que había, más de la mitad eran a válvula, el transistor recién empezaba y ver aparatos a transistores no era muy común, ya que eran muy pocos los que podía ver.
—¿Siempre estuviste acá en Viale o hiciste otras cosas?
No, en un principio estudiaba, vivía en el campo, trabajaba en algunas tareas rurales y cada vez más en la electrónica. Ocho años tuve haciendo eso, hasta que en el año 82 me vine para Viale y no paré, hasta el día de hoy. Y reparo todos los rubros de la radio, televisión, equipos de música, altoparlantes, etc.
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—¿Qué es lo que más te gusta reparar?
Para reparar, bueno, cuando en un principio, como te decía, no había muchas cosas, era una radio, un televisor a válvula, alguno a transistor y nada más. Un tocadiscos era algo de lujo. Pero ahora la electrónica es un montón de rubros, todo es electrónica. Pero siempre lo que más me gustó meter manos es en los televisores. No sé por qué, pero lo que más hago y lo que más hice siempre, en televisión.
—Y de las radios, las capillitas que le dicen, ¿seguís arreglando alguna o no?
—Sí, ya no traen muchas, tengo muchas de museo acá, unas 50 de esas. Que algún día las voy a restaurar. De vez en cuando aparece alguna. Hace poquito vi una, no era la capillita, pero era una radio de los años 50, que le faltaba una válvula y la pudimos reparar.
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—¿Y cómo haces con los repuestos? ¿De dónde los sacas?
—No hay, esto es porque tengo guardado. Algunos usados que compré, nuevos no tengo nada, voy guardando algunos chasis, que me quedan del desguace.
—¿Y la evolución hacia la era digital te ha quitado trabajo?
—No, al contrario, cada vez más hay trabajo. No sé si hay menos que arreglar, pero cada vez son más cosas.
—¿Cómo referencias el avance de la electrónica en nuestras vidas?
—Es como que va cambiando el trabajo. No sé cómo explicarte, pero no es lo mismo reparar algo montado en forma convencional, soldado a mano, con alambrecito, que toda una técnica hecha por computador y por robot. Es muy distinto reparar eso. Hoy se cambian plaquetas enteras, no se hace una reparación individual. Pero trabajo hay siempre de eso.
—¿Pero vos seguís haciendo ese trabajo artesanal?
—Sí, prácticamente se trata de reparar lo más posible y eso es artesanal. Cambiar, cuando es necesario, se cambia entera la placa, pero se trata de repararla. Por los costos, por lo económico y a veces conseguir una plaqueta entera también es difícil. Entonces se trata de repararla.
—¿Y tú clientela de dónde es, de dónde viene?
—De la zona, en Paraná tenía mucho, ahora me voy achicando un poquito con las entradas de trabajo, pero los pueblos vecinos, la zona rural, sigue llegando clientela, hay mucho trabajo de eso.
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Fontana nos comenta que hoy una gran cantidad de aparatos se pueden reparar, “igualmente la tendencia actual tiende a comprar nuevo porque se va actualizando muy rápido. Hasta un celular que te queda viejo en dos años. Bueno, así pasa con todo”, resume la realidad de su rubro.
La pasión, como en todo, es el movilizador del trabajo diario que desde ya más de 50 años realiza Héctor Fontana. “Yo creo que en todo debe ser así. Si no te gustas, no vas a tener éxito”.
—Si sacamos la cuenta del primer diploma por correspondencia, son 51. Y ya un par de años antes venía haciendo trabajitos, experimentando. ¿Hay retiro en esta actividad?
—Como pensar, pienso, pero no sé. Mientras pueda, sigo. No podés parar. Por un tiempo más vamos a seguir.
Héctor Fontana, siempre ha sido un especialista muy reconocido en el ambiente por su dedicación e idoneidad, ya que, entre otras cuestiones, atendió técnicamente, durante la década de 1980, muchos canales de TV cable en el incipiente desarrollo de este sector tecnológico, reparando todo tipo de equipamiento en tiempos de analógicos y luego la transición hacia lo digital.
Miguel Eugenio Ruberto / Campo en Acción