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Informar todas las sospechas de enfermedades aviares es clave en el desarrollo del sector

La influenza aviar es una enfermedad que nunca estuvo presente en la Argentina, mientras que la enfermedad de Newcastle fue diagnosticada por primera vez en 1961 y estuvo presente hasta 1987, año en el que se registró el último foco en pollos parrilleros del departamento Uruguay, provincia de Entre Ríos. A 10 años del último foco, Argentina se auto declaró libre ante la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), según lo establece la Resolución N° 446/1997.

Para preservar este estatus sanitario se implementan actividades enfocadas a la prevención y la detección temprana de estas enfermedades, de gran impacto en la producción avícola y en el mercado mundial. Asimismo, con el consenso de los representantes del sector, se ha elaborado un plan de acción para el control y la erradicación ante un eventual ingreso al país.

La medida primordial de prevención en las granjas avícolas se basa en la bioseguridad. En estos establecimientos, las principales recomendaciones se centran en reforzar los controles de ingreso (minimizar las visitas de personas ajenas e impedir el contacto con animales vecinos y/o de otras especies), instalar y controlar el correcto funcionamiento de pediluvios y rodaluvios, controlar moscas y roedores, así como evitar el contacto de las aves de producción con las aves silvestres.

Otras de las medidas de prevención que el servicio veterinario oficial implementa, se basa en los controles de las importaciones de todas las aves que ingresan al país. En el caso de las aves de producción industrial, se permite y controla el ingreso de aves de un día y de huevos fértiles para incubación, de reproductores abuelos de la línea parrilleros y de reproductoras padres de la línea ponedoras.

En este contexto, Roberto Domench, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (Cepa), que nuclea a todos los productores de pollos del país, afirma que “el desarrollo del sector en materia de producción ha sido muy importante. Entre los principales valores a destacar se encuentran la sanidad que tiene la producción de pollos en la Argentina. Esa sanidad no solo se manifiesta a través del cuidad, del bien manejo y de la buena alimentación de aves que proveen una genética de alto rendimiento, sino también por la sanidad que tienen los planteles.”

“Dentro de esa sanidad hay amenazas permanentes que tiene la avicultura mundial, una de ellas es la enfermedad de Newcastle y la otra la Influenza Aviar, de las cuales Argentina es un país libre de ambas enfermedades. Lo importante de esto es que hay que seguir trabajando. A la población le pedimos que se mantenga alerta con respecto a lo que se denomina vigilancia pasiva, que consta de dar aviso al servicio sanitario si ven muertas aves silvestres como patos, garzas, para poder hacer los análisis correspondientes y mantener una vigilancia permanente sobre este riesgo que podemos tener y que hasta ahora estuvo muy bien controlado”, sostuvo Domenech.

Aseguró que, “estas enfermedades vienen de las aves migratorias y de aquellas que se mueven de un lado a otro, si es que están enfermas. En ese caso si tenemos el aviso, podemos poner la zona bajo cuidado y bajo vigilancia, por tal motivo es de suma importancia dar aviso para no correr el riesgo de que las enfermedades ingresen a los galpones. Tenemos que seguir trabajando en conjunto para mantener una avicultura sana, con productos altamente confiables y sostener así abiertos los mercados de comercio internacional.”

En tal sentido, cabe resaltar la importancia de la detección precoz de estas enfermedades, como parte del sistema de vigilancia. Para esto, es fundamental la notificación al servicio sanitario de cualquier sospecha de enfermedad en aves que presenten signos clínicos compatibles con influenza aviar o la enfermedad de Newcastle: signos respiratorios, digestivos y/o nerviosos.

La actuación inmediata ante la aparición de signos clínicos minimiza las consecuencias y optimiza la intervención, a la vez que posibilita el control de estas enfermedades antes de que se establezcan y se diseminen.

El principal beneficio de la notificación temprana consiste en limitar el avance de las enfermedades con todas las consecuencias que esto puede implicar para la producción avícola y en el comercio internacional. Un cambio en el estatus sanitario respecto a estas enfermedades conllevaría limitaciones a las exportaciones de productos de origen aviar.

Resulta indispensable que todos los actores involucrados en la cadena avícola, tales como productores, veterinarios/as y la población en general colaboren con la notificación temprana de enfermedades aviares, a fin de poder evaluar, atender y contener una eventual situación de riesgo en el menor tiempo posible.

Un sistema de vigilancia epidemiológica sensible permite implementar las medidas de prevención y control necesarias para evitar la dispersión de una enfermedad, hasta tanto se confirme o descarte la presencia de la misma. Todos somos responsables del mantenimiento del estatus sanitario de nuestro país.

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