Iba a Sexto Grado de la Escuela Primaria, cuando uno de los chiquitos del barrio Francisco Ramírez de la localidad de Viale le preguntó si podía ayudarlo, ya que tenía un examen de Lengua. Sin dudarlo, Soledad Ceballos le dijo que sí y ese mismo día comenzaron con la “escuelita en casa”. Ese fue el primer alumno que tuvo Sole, de varios que llegarían después.
Así, poco a poco, el comedor de la casa se convirtió en “escuelita” durante las vacaciones. En cada verano, antes del inicio de clases, los chicos le golpeaban la puerta y ella les brindaba apoyo escolar.
“Lo que comenzó con la ayuda a uno de los chicos del barrio con dificultades de aprendizaje, pronto se convirtió en nuevos pedidos de otros niños que no entendían diferentes temas de la escuela”, cuenta al semanario Nueva Zona.
La jovencita, que hace ya casi diez años que brinda ayuda escolar a los peques del barrio, explica que la principal dificultad de los mismos es Lengua. Sobre todo, lectura, comprensión de textos y escritura.
En Matemáticas, en tanto, el mayor problema surge en algunas operaciones como sumas y divisiones.
En cada clase que brinda, son entre cinco y seis los chicos del barrio que se acercan para recibir apoyo. Nunca les cobró nada; “pero a veces juntábamos algo de dinero para comprar hojas o Goma-Eva”, aclara.
En varias oportunidades, el comedor de la vivienda se transformó en una pequeña aula: Cuadernos desparramados, lápices en los rincones y chicos con ganas de aprender. Con muchas ganas de aprender.
Actualmente, Sole cursa el Secundario en el Instituto Comercial Virgen Milagrosa. Y entre sus cosas y su estudio, no le queda demasiado tiempo para seguir brindando apoyo escolar. Pero cuando tiene oportunidad, o cuando advierte que un chiquito de la cuadra necesita explicaciones en Lengua o Matemáticas, no lo duda y otra vez se pone en el rol de pequeña maestra.
Si bien no tienen horario específico para el apoyo escolar, generalmente lo hace en vacaciones o antes del inicio de clases.
“Nunca les cobré nada”. Siempre lo hizo de corazón. Su mayor satisfacción y orgullo: cuando los chicos vuelven de la escuela y le muestran que aprobaron un examen.