A pesar del acuerdo con los bonistas privados no desapareció la presión sobre el dólar y hay incertidumbre acerca del futuro.
La semana pasada, el Gobierno confirmó que, luego de varios meses de negociación y de haber cedido bastante ante las peticiones de los bonistas, llegó a un acuerdo con los acreedores privados de la deuda bajo legislación extranjera, lo que genera un alivio financiero para los próximos años. Se esperaba que tras el anuncio, al despejarse la incertidumbre, hubiese una disminución sustancial en la presión sobre los dólares alternativos y una reducción de la brecha cambiaria, lo cual hasta el momento no ha sucedido.
Luego del anuncio del acuerdo la celebración del mercado se vio reflejada en la baja de los dólares alternativos y del riesgo país (aunque muy leve) y la suba de los bonos y las acciones, pero esto duró unas pocas horas. Desde entonces, las cotizaciones bursátiles han tenido variaciones constantes al alza y a la baja y los dólares alternativos han seguido subiendo de a poco luego de la baja inicial, mientras que el Banco Central continúa vendiendo reservas para contener al dólar oficial.
Tendencia.
El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, aseguró ayer durante un evento virtual que la brecha cambiaria “se va a tender a reducir por varios factores”. Según el funcionario, se dará por la baja de la incertidumbre cuando esté formalizado el acuerdo con los bonistas y, además, estima que tras la “sobrerreacción natural de los ahorristas que compraron muchos dólares en el mercado paralelo”, los ahorristas van a vender esos dólares en los próximos meses para aprovechar las oportunidades de inversión que aparecerán.
“Si bien el acuerdo es algo positivo y obviamente el mercado lo toma bien, eso no resuelve la falta de dólares y el exceso de pesos que hay en este momento”, explicó en diálogo con El Economista el analista financiero Christian Buteler. “Eso es lo que va a marcar la tendencia del dólar, más allá del acuerdo con los acreedores privados. Sin el acuerdo, probablemente habríamos tenido más incertidumbre y habría aumentado la necesidad de salir de nuestra moneda, pero el acuerdo en sí no resuelve esto”, remarcó.
El especialista señaló que luego de que al dólar “contado con liqui” y el MEP fue planchado con regulaciones del Banco Central y de la Comisión Nacional de Valores (CNV), una vez que los actores se pusieron en línea las cotizaciones alternativas volvieron a tomar la tendencia original, que es al alza, mientras se siga con la enorme emisión de pesos. En ese sentido, Buteler prevé que la brecha seguirá aumentando y resalta que el ritmo del aumento dependerá del ritmo de la emisión monetaria.
“Después del anuncio, no hubo ningún otro driver positivo para el mercado. Mientras tanto, empezaron a pesar los signos de deterioro de la macro: el pronóstico para la actividad sigue siendo muy reservado, el déficit fiscal que apunta a ser récord (10% del PIB en 2020), la emisión monetaria consecuente roza el 8% del PIB y se verifica una dificultad cada vez mayor para mantener las reservas netas del Banco Central por encima de los US$ 10.000 millones”, describió ante El Economista Nery Persichini, jefe de estrategia de GMA Capital.
Carteras.
En paralelo, de acuerdo con el especialista, la siguiente fase de la negociación de la deuda externa, con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por los US$ 44.000 millones que vencen entre 2022 y 2023, “luce muy desafiante”. Por otra parte, señala que no hubo noticias de la maniobra de dolarización de los bonos en pesos de inversores offshore, un anuncio que se esperaba para estos días. “Esto quizás haya contribuido al nerviosismo”, estimó.
Según Persichini, los tipos de cambio paralelos hoy están en niveles muy elevados para la historia reciente: los valores actuales de alrededor de $130 son semejantes al dólar de $4 durante la presidencia de Eduardo Duhalde en 2002. “Sin embargo, esto no implica que podamos ver un recorte en el corto plazo, especialmente si la salida que se baraja es aumentar los impuestos para encarecer la compra individual de los US$ 200 por mes”, resaltó.
Hacia adelante, prevé que la dinámica dependerá de cómo el Gobierno pueda manejar una eventual suba de la velocidad de la moneda local una vez que la cuarentena se relaje y la actividad comience a recuperarse. “Con este nivel de tasas de interés negativas en términos reales el panorama es desafiante”, afirmó. Mientras tanto, los pesos abundan, incluso después de que esta semana el Tesoro Nacional tomara $107.000 millones al emitir títulos públicos.
Por su parte, Federico Furiase, director del Estudio EcoGo, señaló en diálogo con este medio que para que se empiece a descomprimir la brecha cambiaria el Banco Central deberá subir las tasas de interés y el Gobierno tendrá que dar una señal de consolidación fiscal para la pospandemia, manteniendo alineado el lento deslizamiento del tipo de cambio oficial con la inflación. Asimismo, resalta, habría que sacar el parking que hoy se aplica para la venta del “contado con liqui”.
Fuente: Enrique Pizarro / El Economista