La enorme emisión realizada para cubrir los efectos de la pandemia y la cuarentena, comienza a verse reflejada en los precios.
En línea con la flexibilización de la cuarentena y la apertura de más sectores productivos, la enorme emisión monetaria de los últimos meses empieza de a poco a verse reflejada en los precios. En junio (último dato oficial disponible), el Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue de 2,2% mensual, lo que implicó una aceleración de siete puntos porcentuales respecto a los dos meses previos, cuando la tasa se mantuvo estabilizada en 1,5% en el índice general.
A la espera del dato oficial correspondiente a julio, que será informado por el Indec la próxima semana, las mediciones privadas estiman que durante el mes pasado el índice general de los precios cerró en niveles similares a los de junio en el promedio del mes. Según Orlando J. Ferreres, el IPC de julio fue de 2,2%, mientras que para Ecolatina se ubicó en 2,1% y para Seido, en 2%.
Sin embargo, las consultoras coinciden en que se observó una aceleración de los precios durante las últimas semanas del mes pasado, tendencia que continuaría por lo menos durante el arranque de agosto. En ese sentido, desde Seido, que miden la inflación semanalmente, verificaron que, aún con datos parciales, durante esta semana los precios se aceleraron. Además, observaron que la suba fue generalizada.
Aceleración.
“Los registros semanales apuntan a una aceleración en agosto”, indicó en diálogo con El Economista Matías Carugati, director ejecutivo de esta consultora. Aunque aún no tienen los datos completos de esta primera semana del mes, afirman que el índice general de la inflación se ubicó por encima del 1% semanal. “Estimamos que, de continuar viendo estos registros, para agosto la inflación podría acercarse al 3% mensual”, proyectó.
De acuerdo con Carugati, la dinámica en adelante dependerá de lo que pase con el tipo de cambio oficial, el cual hasta el momento se mantiene relativamente estable (con cepo cambiario), deslizándose de manera muy lenta. “Esperamos que no haya problemas, pero la situación no es la más auspiciosa y los riesgos están”, advirtió.
Por su parte, Ecolatina verificó un importe crecimiento de los precios durante la segunda mitad de julio hubo una importante aceleración de los precios. Durante la primera quincena del mes, la consultora observó un alza de 1,6% en el promedio de los precios, pero luego se aceleró a 2,7% durante la segunda quincena del mes, lo cual le deja un “arrastre significativo que va a impactar sobre la inflación de agosto”..
Dicha aceleración, de acuerdo con Ecolatina, se observó principalmente en el rubro más sensible, el de alimentos y bebidas, especialmente en el canal de supermercados. “Es preocupante, porque los precios de las frutas y las verduras cayeron, con lo cual el aumento del resto de los productos de este rubro fue aún mayor”, indicó el director de esta consultora, Federico Moll, en diálogo con El Economista.
Preocupación.
“También preocupa porque no es normal que en un contexto en el que los salarios no muestran movimientos relevantes y no salta el tipo de cambio, los precios de los alimentos se incrementen de esta manera”, agregó el especialista.
En tanto, Ferreres identificó en su medición que durante el mes pasado los rubros con mayores incrementos fueron los de indumentaria y esparcimiento, que mostraron subas de 7,7% y 5,9% mensual, respectivamente. A la vez, el rubro de equipamiento y funcionamiento del hogar creció 3,3% mensual, mientras que el de vivienda aumentó 1,5%. Por su parte, alimentos y bebidas registró un avance de 1,3% y “se aceleró levemente en relación a la dinámica observada durante el mes anterior”, según informó la consultora hace unos días.
Mirando hacia el cierre de 2020, Carugati analiza dos escenarios posibles. Por un lado, uno en el que no hay un salto importante en el tipo de cambio oficial y eventualmente la inflación baja a la zona de 40% interanual, aproximadamente. En cambio, otro en el que sí habría problemas con el dólar oficial, con la inflación que salte por encima de 50% interanual.
Fuente: El Economista