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La “invernada flexible” que mira a la exportación

En el centro de Entre Ríos, los Moro sumaron genética para ganar más kilos por animal y estar a tiro del mundo.

 

Los terneros que antes se llevaban hasta los 340 kilos hoy llegan, con mejor genética, a 400 kilos en el mismo tiempo.

 

En los campos quebrados del centro oeste entrerriano, aunque la agricultura es la que domina el paisaje, la ganadería se ganó un lugar en los esquemas productivos a fuerza de genética y manejo. Fue con esas cartas que Orlando Moro se animó a volcar gran parte de sus cultivos a la alimentación de la hacienda para empezar a ganar más kilos por animal y quedar a tiro de las categorías de exportación. En el cambiante escenario argentino, tener esa flexibilidad es correr con ventaja.

“En un momento producíamos para el consumo liviano, con la misma alimentación pero con una genética un poco inferior a la que tenemos ahora. Eran animales de 330-350 kilos y 15-16 meses. Hoy, mejorando la genética hemos logrado llegar con un novillo que a la misma edad ronda los 400 kilos. Y la brecha que tenemos con la exportación ya es mucho más corta -dice Moro-. Si el estímulo económico existe, está la idea de echar esos 80-90 kilos que faltan para la exportación”.

Los terneros que antes se llevaban hasta los 340 kilos hoy llegan, con mejor genética, a 400 kilos en el mismo tiempo.

 

Los terneros que antes se llevaban hasta los 340 kilos hoy llegan, con mejor genética, a 400 kilos en el mismo tiempo.

 

Está visto que en la Argentina no se ahorra en novedades. Desde que Clarín Rural visitó el establecimiento Los Pibes de la familia Moro, en la localidad entrerriana de Seguí, hasta ahora, cayó, entre otras cosas, la ficha de las retenciones. Ahora Moro, como tantos otros, está recalculando todos sus números, viendo si el precio del maíz se vuelve más atractivo para el engorde por efecto de la medida y si la exportación de carne sigue siendo buena opción a pesar de los tres pesos por dólar que deberá tributar. Pero en líneas generales, los pilares estratégicos de su negocio no van a variar demasiado porque lo suyo, justamente, es pensar en el largo plazo. “Año a año le vamos sacando algunas hectáreas a la agricultura para dárselas a la ganadería, pero no vamos a dejar de hacer agricultura, siempre fuimos de poner los huevos en distinta canasta”, dice.

Como destaca Moro, la genética es lo que explica el potencial de todo su planteo, lo que lleva a una mejor conversión de los cultivos en carne. Todos los años, el productor compra semen Aberdeen Angus en el Centro de Inseminación Artificial de Venado Tuerto (CIAVT) y hace inseminación a tiempo fijo (IATF) con resultados muy buenos en vacas y vaquillonas de 15 meses seleccionadas, con tacto pre servicio.

El rollo es una de las herramientas clave para la recría.

El rollo es una de las herramientas clave para la recría.

Además, el servicio del rodeo general se hace con toros Angus negros entre octubre y diciembre, y se hace un destete convencional a los 7/8 meses, cuando los terneros ya pesan 200 kilos en promedio.

El porcentaje de preñez al tacto es de 90 por ciento, pero desde ese momento hasta el destete pierden entre un 7 y un 8 por ciento de los terneros. “Flaqueamos un poco entre el tacto y el porcentaje de destete, se nos van algunos terneros”, reconoce Moro, y explica: “La diarrea de los terneros es el principal problema, el parásito unicelular cryptosporidium. No hay tratamientos y cuando llegaste tarde ya no lo podés recuperar. Estamos probando vacunar a la vaca a ver si a través del calostro puede transferir inmunidad”.

“Entre Ríos, sobre todo en esta zona, es una gran transformadora. No tenemos los campos de zona núcleo, pero con buen manejo llegamos a rendimientos razonables”. Hablando de rindes, en maíz, cosechan entre 6.000 y 7.000 kilos; de sorgo, 5000-6000 kilos; la soja ronda los 2.700-3.000 la de primera y 2.300-2.400 la de segunda. “En el planteo agrícola la soja sigue siendo la que más ocupa, pero la cuenta está palo y palo. Hoy -desde hace 3 o 4 años- compite perfectamente un ciclo completo con una soja. Además estamos haciendo trigo y estamos asustados porque están muy lindos, y como nos ha estado yendo tan mal en los últimos años uno dice “algo se va a cruzar””, decía Moro unas semanas atrás.

Además de la devaluación y las retenciones, en el medio se cruzaron varias semanas sin lluvias que pusieron todo en duda, pero luego llegaron las precipitaciones y el alivio. Todo indica que será una buena campaña y que, a pesar de la coyuntura, el mediano plazo ofrece un buen panorama para esta invernada flexible que, apuntalada por la mejora genética, mira con ganas a la exportación.

fuente clarin .com

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