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“La naturaleza tiene sus defensas y, de vez en cuando, ‘resetea’ su sistema”

La sequía, la bajante y los incendios son los actuales condicionantes que enfrenta el ecosistema de la Cuenca del Paraná. La resiliencia del río y su entorno hacen que el tiempo de recuperación de la vegetación sea más rápido.

Cuesta entender cómo hace la naturaleza para recuperarse de cada “cachetazo” que recibe a consecuencia del accionar del ser humano. Pero en un análisis sencillo se puede pensar que hace millones y millones de años, la naturaleza crea y renueva mecanismos de defensa de forma constante. Sin dudas que está desgastada y puede que se note con el paso del tiempo, pero ese puede ser un interrogante a intentar responder más adelante.

Para centrarnos en lo que rodea a la región, Mirador Entre Ríos entrevistó al biólogo Pablo Aceñolaza, y analizó la bajante histórica, las quemas en las islas y los condicionantes que afectan, directa o indirectamente a los ecosistemas acuáticos de la Cuenca del Paraná.

“Por definición, un humedal es un ecosistema dependiente del agua, si el agua no está presente, el mismo deja de ser un humedal. Así de simple. Los impactos de una bajante como la actual son muy diversos, hay ambientales, sociales y también económicos”, indicó Aceñolaza, quien es Dr. en Botánica, especialista en estudios de vegetación y ambiente, docente de la Facultad de Ciencias Agropecuarias (Uner) e investigador del Conicet.

Impacto en el ambiente

-¿Desde qué puntos de vista se puede abordar el impacto de la bajante del Paraná en los ecosistemas acuáticos?

-Si bien las islas poseen una baja densidad poblacional hay que entender que los paisajes están modelados por esta la interacción entre causales naturales y antrópicas, algunas locales y directas y otras de escala regional o global.

Primero, la llanura de inundación es un ecosistema heterogéneo, complejo, que comprende tanto ambientes acuáticos como otros de baja, a muy baja frecuencia de inundación. En ese gradiente los impactos son diferentes, por eso es importante entender que el paisaje que uno visualiza como “típico” de la llanura de inundación del río Paraná, es decir esa secuencia de río, islas con albardones arbolados, medias lomas con pajonales, bajos de diversas comunidades herbáceas, lagunas, madrejones y otros tantos ambientes, es el resultado de la acción de varios condicionantes.

-¿Cuáles serían los condicionantes más importantes?

-Hay dos que tienen mas peso: el pulso de inundación y sequía, y los incendios. Una bajante como la actual, por su intensidad como duración, afecta desde las reproducciones de los peces; la supervivencia de ciertas cadenas tróficas; la conversión de tierras con cambio potencial de uso; la desaparición de especies de plantas y animales dependientes del agua; o la aparición de especies de tierras no inundables. Esto último puede ser un cambio muy visible, que implicaría la forestación natural de ambientes herbáceos con especies nativas o exóticas que transformarían totalmente el paisaje reemplazando unidades como por ejemplo el pajonal. Por suerte la naturaleza tiene sus defensas y de vez en cuando “resetea” el sistema con una gran inundación como la que ocurren cada 10 años aproximadamente.

Río resiliente

-¿Es posible estimar en cuánto tiempo las islas se recuperan, respecto a su flora y fauna, de las quemas que se están desarrollando?

-En ecología hay un concepto muy apropiado para esto que es el de “resiliencia” que da una idea de la capacidad que tiene un ambiente de volver a su estado previo a una perturbación como un incendio, una inundación o una sequía. Nuestro río es muy resiliente, y tiene una alta capacidad de recuperación, pero no todos los ambientes y especies se recuperan a la misma velocidad.

Nosotros hicimos un estudio hace mas de 15 años y vimos, utilizando imágenes satelitales, como las áreas de vegetación herbácea de las islas volvían a tener respuestas y coberturas similares a las previas a un incendio en menos de seis meses, eso fue en el 2004 y probablemente pase lo mismo con los incendios de este año, aunque este es un año más seco. Pero ojo que esto que comento es aplicable solo a algunos tipos de vegetación como los canutillares y cataizales que son comunidades herbáceas. Los bosques demoran años, pero son proporcionalmente menos afectados en los incendios de isla.

Las poblaciones de animales pueden también verse perjudicadas, tanto por la pérdida de su hábitat como la muerte o desaparición local; las especies con menos movilidad tienen todas las de perder, pero luego con el tiempo estos espacios van siendo nuevamente colonizados, por las mismas u otras especies, es lo que se llama sucesión ecológica. El tiempo cicatriza muchas de las heridas ambientales, pero tenemos que tener conciencia suficiente para preservar un ambiente único y relativamente poco perturbado como lo es nuestro río Paraná.

-¿Puede pronosticarse un verano con muchas quemas de pastizales, a causa de que continúe la bajante o al ser que las condiciones del tiempo sigan con pocas precipitaciones?

-Los modelos climáticos e hidrológicos nos indican que vamos a seguir con pocas lluvias en la Cuenca Alta y por lo tanto va a perdurar la bajante en nuestra Cuenca Baja. Las tasas de quemas van a disminuir porque la vegetación, a diferencia del invierno, en primavera-verano posee humedad en sus tejidos. Pero, como todo año promedio, a seco, probablemente tenga una mayor frecuencia de incendios que un año húmedo, pero no creo que sea nada significativo.

La necesidad de un Estado presente

-¿Cómo debería actuar el Estado respecto de la tan mencionada “ley de humedales”?

-Velar por un ambiente sano hace a una función del Estado, así que efectivamente el Estado debe estar más presente, pero planificando, arbitrando y controlando. Es muy importante tener en cuenta que gran parte de las islas son privadas, por lo que el Estado debe buscar compatibilizar la iniciativa privada con la preservación de las funciones de este ecosistema y del bien común.
Específicamente el proyecto de Ley de humedales, al igual que la Ley de Protección de Bosques Nativos, vienen a solucionar problemas ambientales importantes, pero lo hacen de forma sectorizada. Un marco normativo general sería un ordenamiento territorial integral donde se desdibuje el hecho de legislar áreas o temáticas específicas, y se integren políticas transprovinciales, tal vez centradas en el concepto de cuencas y su manejo. Sería un trabajo grandioso, tal vez utópico, pero es a lo que debemos ir.

Tomás Rico
redaccion-er@miradorprovincial.com

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