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La verdad sobre la deuda entrerriana: una respuesta necesaria a la desinformación

Rubén Dal Molín, senador provincial por Juntos por Entre Ríos, salió al cruce de declaraciones del contador Álvaro Gabás con respecto a la situación financiera de Entre Ríos. “quienes gobernaron durante dos décadas, acumulando déficits, postergando inversiones y comprometiendo el futuro de los entrerrianos, ahora pretendan dar lecciones”, señaló el legislador.

Una vez más, el contador Álvaro Gabás intenta instalar un relato falaz sobre la situación financiera de Entre Ríos. Esta vez, lo hace afirmando que “la deuda pública creció un 28 por ciento durante el primer año de gestión de Frigerio”, basándose en una lectura parcial, estrictamente nominal y maliciosamente orientada.

Nadie niega que los números nominales publicados por la Contaduría General indiquen que la deuda pasó de 584.777 millones de pesos a 750.497 millones de pesos entre diciembre de 2023 y diciembre de 2024. Pero si alguien con conocimiento técnico ignora el contexto inflacionario y la evolución de los ingresos, está manipulando la información. Así de simple.

En términos reales, la deuda pública de Entre Ríos se redujo un 41 por ciento. Esta cifra surge de un análisis responsable, que toma en cuenta la inflación del período y la evolución del tipo de cambio. Es el único modo sensato de comparar dos momentos separados por un año en una Argentina inflacionaria. Lo contrario es, en el mejor de los casos, desconocimiento; en el peor, mala fe.

Además, el indicador más razonable para dimensionar el peso de la deuda sobre la economía provincial es la relación entre deuda total e ingresos totales. En 2023, ese ratio era del 44,8 por ciento. Un año después, con la deuda ajustada y los ingresos consolidados, ese mismo indicador cayó al 21,1 por ciento. ¿De verdad alguien puede sostener que la provincia está más endeudada?

Tampoco es un dato menor que el resultado financiero negativo heredado del último año de gestión del PJ representaba el -5,19 por ciento de los ingresos totales. En 2024, ese rojo se redujo al -1,32 por ciento, sin apelar a recortes brutales ni a ajustes indiscriminados.

Este gobierno asumió con cuentas desordenadas, con una Caja de Jubilaciones en crisis, con el Iosper al borde del colapso y con un Estado provincial sobredimensionado, ineficiente y con deudas ocultas. Aun así, se logró encauzar la administración financiera sin paralizar la gestión, defendiendo una pauta salarial responsable, cumpliendo con los compromisos asumidos y apuntalando obras estratégicas.

¿Hay margen para mejorar? Por supuesto. Pero nadie puede negar que hoy Entre Ríos tiene una administración más ordenada, más previsible y con mejores indicadores fiscales que hace un año.

Resulta curioso que quienes gobernaron durante dos décadas, acumulando déficits, postergando inversiones y comprometiendo el futuro de los entrerrianos, ahora pretendan dar lecciones. Les sugeriría, al menos, que comparen indicadores equivalentes. O como decimos en el campo, que no mezclen peras con manzanas.

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