En el marco de la presentación del libro No es amor, organizada por el espacio EcoFutura, MIRADOR ENTRE RÍOS dialogó con Carolina Brandariz, secretaria de género de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) y autora de la compilación.
Brandariz es socióloga, docente de primaria y forma parte de la Comisión Directiva de la UTE. A raíz de su participación en espacios sindicales comenzó a conocer y transitar una trayectoria vinculada a las mujeres y el mundo laboral. Junto a otras sindicalistas elaboró un diagnóstico respecto de la desigualdad que viven las identidades feminizadas a la hora de desarrollarse en términos laborales y concluyó que dicha problemática es el resultado de un mandato patriarcal que deposita en ellas la responsabilidad de hacerse cargo de las tareas domésticas.
En Paraná, presentó su libro y brindó una charla en la Facultad de Ciencias Económicas, donde profundizó en la propuesta de lectura que vino a presentar a Paraná, a la que definió como una recopilación de verdades construidas colectivamente y una herramienta de militancia.
–¿Cómo surge la idea de compilar el dossier?
–Comenzó a gestarse a raíz de una experiencia de formación universitaria en los barrios más humildes de la zona sur de Ciudad de Buenos Aires. La Diplomatura en Cuidado de Personas Mayores fue una iniciativa de la CTEP Capital en conjunto con la Universidad Nacional de San Martín, que permitió a más de cien mujeres que venían desarrollando tareas de cuidado sin ser reconocidas salarialmente, obtener una formación, acreditar estudios y lograr un reconocimiento social por parte de la UnSam. Ahora estamos en el proceso de conformación de una Cooperativa de Cuidado de Personas Mayores y queremos ver la posibilidad de que se nos registre como un Colectivo para que PAMI pueda convocar a esta Cooperativa a la hora de necesitar este tipo de servicios.
–¿Qué aristas de la temática aborda el libro?
–La idea principal fue convocar a compañeras como la economista Candelaria Botto, para hacer jugar este debate con las Ciencias Económicas, pero también a otros profesionales que venían trabajando el tema. Un ejemplo claro es Alejandro Barrios, su aporte es una hipótesis en la que analiza cómo podría ser una política pública que reconozca salarialmente el trabajo de cuidado que desarrollan las mujeres. También trabajamos con activistas feministas como Berenice Timpanaro, que de algún modo vienen teniendo experiencias vinculadas a la primera instancia del reconocimiento del trabajo, como los espacios de cuidado que se abren en la provincia de Buenos Aires. Convocamos además a Tania Rodríguez, una compañera que integra el espacio Intersindical que existe entre la CGT, la CTEP, la Corriente Federal y la CTA.
Mi compañero Nahuel Trotta es abogado y junto a Victoria Flores Beltrán, escribieron un texto sobre las cuestiones jurídicas que atraviesan la problemática: qué es lo que dice nuestra Ley de Contrato de Trabajo, qué cosas hay que modificar y qué ocurre con las licencias y los espacios de cuidado. Por último trabajamos con un artículo de Nicolás Trotta que es un análisis de lo que viene sucediendo en América Latina y el contexto en el cual se inserta este debate. Algo muy valorable es que este libro extiende el debate a territorios que muchas veces quedan por fuera del academicismo.
El título
Brandariz asegura que el título del libro “tiene una actitud muy provocadora hacia esos espacios. A su vez tiene la pretensión de ser una problemática que cobre masividad, porque no es algo que le sucede a un puñadito de mujeres, nos sucede a todas. Es un aporte en términos militantes y queremos que sirva justamente para discutir en asambleas barriales, universidades, colegios y escuelas. El título también es provocador, porque la mayoría de las mujeres autoperciben las tareas de cuidado desde el amor. Este debate no niega que pueda ser amor, pero también esclarece cómo a las mujeres se nos impone ese halo para que llevemos adelante un trabajo que recae fundamentalmente en nosotras y que nos deja en desigualdad de condiciones, es decir que ese ‘halo amoroso’ en algún punto nos toma prisioneras”, analiza.
–¿Por qué te parece que este tema debería formar parte de los debates económicos actuales?
–Me gustaría que forme parte porque de otro modo, en los debates económicos actuales se pierde la realidad de la mitad de la población. Le siguen hablando a un trabajador obrero, fabril, que trabaja ocho horas y esa es una realidad que prácticamente ya no existe. A su vez están los sectores de pensamiento neoliberal que plantean debates del futuro del trabajo y hablan de cómo la tecnología puede reemplazar el trabajo humano, pero esta cara modernizadora esconde una voluntad muchas veces precarizadora. Es la excusa para generar trabajos que no tengan la garantía de derechos que el movimiento obrero conquistó históricamente.
Datos
Los Índices de desocupación actual de las mujeres llegan a un 10,5%, mientras que los de mujeres jóvenes llegan al 21%. Existe una feminización de la pobreza producto de una brecha salarial del 28%. Cuando se habla del trabajo no registrado hay una brecha de 38%. El 60% de mujeres tienen trabajos no registrados, no tienen aportes jubilatorios, no tienen seguridad social y se las victimiza el doble cuando incluso se les niega las posibilidad de jubilarse.
En clave de género
Ecofutura, organizadora de la presentación del libro de Brandariz, es un espacio de discusión y formación política, económica y feminista que nace con el propósito de iniciar debates en clave de género dentro de la Facultad de Ciencias Económicas.
Guillermina Ferraris
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