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Mirar al futuro desde los contextos próximos

La Universidad de Entre Ríos se encuentra abocada a la realización de un plan institucional que, con la excusa del cincuentenario que se cumple en 2023, la proyecte al futuro desde una alianza potente y una integración activa con la provincia, medio en el que convive con los gobiernos, las empresas y las ONGs.

Desde el 27 de febrero último, en que el equipo político definió la perspectiva de planeamiento, los principios y los modos de trabajo, se puso en marcha un plan que intenta preguntarse por el presente y el futuro de una organización clave para el desarrollo de la provincia, como la universidad. El Equipo político, presidido por el rector Andrés Sabella, está compuesto por autoridades de la UNER y representantes de los docentes, los graduados, los estudiantes y el personal administrativo y de servicios. Además del equipo político, se constituyó un Equipo Central coordinado por la vicerrectora Gabriela Andretich, que, en diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS, comenzó produciendo distinciones terminológicas. “No usamos mucho la palabra planificación porque quedó asociada al desarrollismo, una etapa en la que hubo un énfasis manifiesto en la puesta en práctica de un proceso sistemático y rígido de desarrollo e implementación de planes para alcanzar propósitos u objetivos y los resultados no fueron los esperados, por razones que no viene al caso analizar ahora”, introdujo.

–¿Cómo marcha la experiencia de acordar un plan a futuro que se ha dado la UNER?

–La Universidad tiene que mirar hacia el futuro evaluando los contextos próximos para poder leer cuáles son sus necesidades y las necesidades de la región. El Plan Institucional Participativo lleva como lema “Hacia el cincuentenario de la UNER”. Es un espacio para pensar en el futuro de nuestra Universidad. Esta propuesta de planeamiento estratégico es una herramienta política y una metodología compleja y diversa, que se pretende sea organizadora, transparente y esencialmente democrática, al servicio de la realización de planes de acción que consoliden los fundamentos de la Universidad Pública.

Avances

–¿Qué ha pasado desde que en febrero se acordaron los puntos de partida para abordar el planeamiento de la UNER?

–Desde el inicio propusimos llevar adelante un planeamiento participativo. Esa caracterización, que suena tan agradable y atractiva al oído, plantea una serie de cuestiones que lo complejizan y que nosotros hemos aceptado como parte del trabajo en equipo que se pretende. Una de ellas es que se avanza, sobre todo al comienzo, mucho menos que con otras dinámicas más verticalistas.
En estos meses, se han analizado antecedentes y recorrido experiencias. Profundizamos los intercambios entre los distintos actores también, ahora enfocados en los desafíos que tenemos por delante.

En este momento estamos recorriendo los consejos directivos de cada una de las nueve facultades para conocernos cara a cara, para contarles directamente lo que estamos haciendo, para escuchar sugerencias y aportes y, entre todos, ir fortaleciendo una idea de compromiso compartido: una planificación que no cuente con la participación activa de la comunidad universitaria está destinada al fracaso.

–¿Y valió la pena?

–Ha sido muy interesante, enriquecedor, porque ya hemos ido recogiendo ideas, iniciativas y preocupaciones. Además, permitió bajar los niveles de ansiedad ante distintas dudas que pudieran surgir.

–¿Por ejemplo?

–Hay cierta recurrencia en plantear cómo se podría congeniar un plan para toda la UNER, habida cuenta de que las facultades tienen su propia dinámica y tradición, sus problemas concretos, y algunas incluso han sobrellevado su planeamiento específico. Si hasta ahora, de manera metódica o no, las facultades se han estado mirando hacia un adentro del que también forma parte la microregión de la que forman parte, ahora hay que animarse a mirar hacia fuera, en clave colectiva, de una manera que nos potencie sin que sofoque las particularidades. Es decir, al foco hay que ponerlo ahora en aquello que debe ser prioritario para la UNER.

Puentes

–¿Cómo se involucraría lo que comúnmente se llama ‘el medio’, es decir, los gobiernos, las empresas, las cooperativas, las ONGs?

–De hecho, el proceso de planeamiento reconoce al medio como un actor fundamental más. Aprovechando una evaluación externa que afrontó la Universidad, hicimos el año pasado unos talleres de los que participaron referentes del medio. Fue una actividad preliminar, pero sirvió para que vayamos tomando nota de algunos asuntos considerados clave.

Hay una línea de trabajo transversal que se propone compartir cómo la universidad piensa el medio y viceversa. Sospechamos que un espacio valioso puede estar constituido por los graduados que, acaso, tengan una noción bastante aproximada respecto de lo que es el entorno y qué demanda.
Las otras áreas de trabajo deberán abarcar a los sectores público y privado. Nuevamente habrá que resolver los modos mejores de interacción.

–Los intercambios interdisciplinares, dentro y fuera del campo académico, enriquecen…

–Totalmente de acuerdo. Buena parte de esta parte que llevamos trabajando la dedicamos a participar de ricas discusiones acerca de qué perspectivas de planeamiento estamos pensando. Espontáneamente, las diferencias de perspectiva emergen por decirlo de alguna manera; se manifiestan, diría mejor, porque los decanos y los propios funcionarios de la gestión del Rectorado responden a formaciones diferentes.

A veces irrumpe una lógica más gerencialista empresarial, que por ahí insiste en la necesidad de identificar cuestiones como misión, fortalezas, debilidades. Por otro lado, las ciencias sociales trabajan una perspectiva más socio-crítica, más centrada en instituciones públicas, pero en definitiva lo que importa es el sentido que acordamos darles a los términos los involucrados en el proceso. En cualquier caso, debemos producir un diagnóstico situacional y multidimensional, priorizar algunos problemas, fijar objetivos de mejora y establecer una estrategia de alcance progresivo.

Nos parece, en ese sentido, que el disparador del cincuentenario –que se cumple en 2023- es propicio para pensarnos y pensar la provincia.

Trazo fino

–Quienes se dedican al planeamiento suelen remitirse a momentos, ¿a qué se alude?

–Para nosotros, la noción de “momentos” es sumamente interesante. Como concepto superador, reemplaza al de “etapas”, que era pensado como eslabones sucesivos de una cadena, pasos que eran llevados adelante por una especie de equipo de avanzada y que, en general, terminaba en un plan-libro que, a su vez, estaba condenado a dormir en algún estante o cajón. La ruptura epistemológica en lo que respecta al planeamiento se sostiene en que el plan es dinámico, se está realizando permanentemente, todos planificamos (no hay equipos de eruditos que se encargan de resolver lo que otros probablemente no vean) y, sobre todo, que no hay etapas, es decir, no hay punto de partida, recorrido y punto de llegada. Si la “etapa” es una metáfora de lo sucesivo y creciente –como si fuera de menor a mayor-, los “momentos” van integrando distintos aspectos de manera simultánea hasta constituir una bola de nieve.

–Distinto aspectos…

–Diagnóstico, diseño, ejecución o implementación y evaluación. Hay otras formas de llamarlo desde una perspectiva estratégica situacional participativa: descriptivo de la situación, explicativo (más conceptual), normativo (donde se plantea hacia dónde ir), estratégico (que es donde se le da viabilidad política, organización y/o tecnológica a la propuesta), táctico-operacional y de revisión. Los menciono así pero, en los hechos, son dimensiones integradas que se despliegan en paralelo, interceptándose, influyéndose mutuamente.

El ir haciendo en varios sentidos simultáneos garantiza que la propuesta se concrete, no importa hasta dónde o cuánto se logre, lo importante es poner en marcha el engranaje de la reflexión-acción-reflexión. De esta forma superamos la formulación de un plan “para que alguien y o algún otro lo lleve adelante”; lo vamos haciendo realidad entre todos los que conformamos la comunidad universitaria y el medio, en los términos y encuentros posibles para los tiempos que corren.

–Además, formalmente la UNER es un colectivo de facultades que está operativo y, por tanto, cada cual a su modo, debe tener una planificación en marcha…

–Totalmente. La idea es definir nudos problemáticos transversales a toda la UNER entre aquellos que cada facultad tiene identificados. Varias unidades académicas, a su vez, tienen sus propios planeamientos institucionales; en algunos casos, con mucho tiempo de desarrollo. De manera que todos estos elementos deben ser compaginados y en eso estamos.

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