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Misterio sin fin: Resultado de la excavación en busca de los Gill fue negativo

“Vamos a seguir buscando nuevas entrevistas, testimonios u cualquier otra medida que nos nutra de datos. La causa no se cierra, pero la gente el Equipo de Antropología Forense se va”, confirmó el juez a cargo de la causa.

foto archivo

El misterio en torno al destino que tuvo la familia Gill, cuyo rastro se perdió en el verano de 2012, sigue sin poder resolverse.

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que a comienzos de 2019 tomó en sus manos el caso en procura de dar con los restos de la familia, dio por concluida su tarea en el campo La Candelaria, en Crucesitas Séptima, departamento Nogoyá, con resultado negativo.

“El resultado de la excavación fue negativo”, confirmó el juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta. El mismo tiene en sus manos desde 2015 el expediente de la familia Gill, con la misma carátula: “Averiguación de paradero”.

“Vamos a seguir buscando nuevas entrevistas, testimonios u cualquier otra medida que nos nutra de datos”, señaló el magistrado. “La causa no se cierra, se continúa. Pero la gente el Equipo de Antropología Forense se va a encarar otra tarea”, dijo al sitio Entre Ríos Ahora.

Rubén “Mencho” Gill, en 2012 de de 55 años; su esposa Margarita Norma Gallegos, de 26, y sus hijos María Ofelia de 12, Osvaldo José de 9, Sofía Margarita de 6 y Carlos Daniel de 2, fueron vistos por última vez en el velorio de un amigo de la familia, el 13 de enero de 2002, en Viale, a treinta kilómetros de La Candelaria, el campo en el que vivían y donde el hombre trabajaba como peón. O sea, diecisiete años atrás desaparecieron y no se volvió a tener noticias de ellos.

La última pista que sigue la Justicia la aportó un contratista rural que conoció en vida a Rubén Gill. En febrero de 2018, el juez Acosta, que ahora tiene la causa, caratulada “averiguación de paradero”, encabezó un operativo en la estancia La Candelaria, en Crucesitas Séptima. Fue a partir de los datos aportado por Armando Nanni, un testigo que apareció tras la muerte del dueño del campo, Francisco Goette, en 2016, y que está convencido de que los Gill están muertos y enterados en el mismo lugar adonde vivieron, la estancia de Crucesitas Séptima.

En octubre de 2017 hubo un allanamiento a la estancia, y Nanni marcó dos lugares posibles. La Justicia contrató a una empresa especializada en excavaciones, que el 5 de febrero de 2018 comenzó la tarea, pero al final de varios días de faena no encontró sino restos de animales muertos.

“Quito” Villanueva, que vive frente a La Candelaria, propiedad de Alfonso Francisco Goette, cree haber visto al “Mencho” Gill cruzando a caballo el lunes 14 de enero de 2002, y eso contó en la Justicia de Nogoyá. La declaración de Villanueva es otro dato clave: es el último que vio a Gill con vida.

El propietario de la estancia La Candelaria y patrón de los Gill, Alfonso Francisco Goette, murió en un accidente de tránsito. Fue la noche del jueves 16 de junio de 2016. Una mala maniobra provocó la salida de la ruta, el despiste y el vuelco de la camioneta Nissan Frontera que conducía el hombre, entonces de 70 años. Las heridas producidas en aquel vuelco, ocurrido en la intersección de las rutas 32 y 35, lo llevaron a la muerte.

La muerte de Goette produjo un giro inesperado en la causa. Armando Nanni, un contratista rural de Tabossi, que supo realizar trabajos de siembra en el campo de Goette, y que conocía a “Mencho” Gill, se animó entonces a hablar.

Nanni no había querido hablar antes por “miedo” a Goette. Pero con Goette muerto, acudió a los Tribunales de Nogoyá, y habló con el magistrado a cargo de la causa, el titular del Juzgado de Transición, Gustavo Acosta.

Y dio un dato: que los Gill no se fueron de viaje ni están en otra provincia sino que podrían estar en el mismo lugar donde siempre, la estancia La Candelaria. Muertos. Y enterrados.

Y aportó una pista que ahora sigue la Justicia: que veinte días antes de que desapareciera la familia, en el verano de 2012, “Mencho” Gill cavó dos pozos, uno en el lecho de un arroyo que entonces estaba seco.

El lunes 23 de octubre de 2017 hubo un allanamiento en el campo La Candelaria, cuyo casco principal está desocupado. Fue una primera inspección ocular de la Justicia.

El primer pozo inspeccionado no arrojó ningún resultado. La búsqueda de los restos en el segundo pozo tropezó después con la burocracia judicial, y que las tareas nunca se reiniciaron. El juez Acosta recién volvió al campo de La Candelaria el Día de los Santos Inocentes, el 28 de diciembre último, para una tarea puntual: recogió 107 fotografías del lugar, realizadas con un dron, y con la colaboración de la División Criminalística de la Policía de Entre Ríos se realizaron dos informes con las coordenadas de la estancia, y del lugar donde está el segundo pozo señalado por Nanni y todavía no revisado.

Todo eso se puso en manos del licenciado Juan Nobile, del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que es el organismo en quien se depositaron las esperanzas para la búsqueda de los restos de los Gill. Nóbile estuvo estos días en La Candelaria, al frente del operativo de excavación, que dio resultado negativo.

Antes, el EAAF había solicitado material: los 18 cuerpos del expediente de la causa de los Gill, fotografías con drones y planos del lugar y todo eso les fue enviado.

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