La inflación no se origina en el precio la carne, insistió la entidad. “No tenemos un problema de precios, tenemos un problema de moneda, cada vez se necesitan más pesos para comprar la misma cantidad de alimentos, combustibles u otros insumos”, remarcó. Las claves para producir más. Dos Florines
La Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro) elaboró un informe técnico que refleja cómo osciló desde mediados de siglo pasado hasta la fecha la relación de stock vacuno y cantidad de habitantes, con una conclusión evidente: la salida para que baje el precio de la carne en el país es, indefectiblemente, incentivar y promover más producción.
En primer orden, para poner al lector en perspectiva, es importante remarcar que la mercadería que se carga en los contenedores para exportar difiere totalmente de la mercadería que se destina para abastecer carnicerías y mercados de todo el territorio local, por ello; la demanda de China no impacta en la disponibilidad de la carne que llega a la mesa de los argentinos. En Argentina consumimos novillitos y vaquillonas: son bovinos de 18 meses hasta de 3 años o menos, y que oscilan entre 300 y 390 kilos. Al momento de faena, la media res de la que se dispone oscila entre 100 a 120 kg. Por el contrario, a China se exporta el 74% de las ventas totales y de esa cifra la mayoría corresponde a la categoría de vaca “conserva”, que son animales longevos y en el final de su vida reproductiva.
Al respecto, el titular de Coninagro, Carlos Iannizzotto, indicó que “sumar estos animales improductivos a las ventas externas, oxigena el esquema ganadero”, a lo que agregó: “Nuestra intención y vocación de diálogo no es una cuestión declamativa, de hecho nunca cesó. Pedimos una audiencia al Presidente y ha ninguneado al sector de la producción. Es un conflicto central, neurálgico, por eso es que estamos convocando a entidades, al sector empresario y de frigoríficos y a actores relevantes para dialogar y acordar. Acerca de trascendidos sobre restricciones para ciertos cortes o cupos a la exportación, claramente son medidas con las que estamos en desacuerdo; esto no aliviará el bolsillo del consumidor y va a bajar el precio al productor, desalentando la actividad ganadera. La salida auténtica a esta problemática, creemos, es producir más y mientras tanto abordar la coyuntura, pero con la producción en la mesa, no corrida a un lado”.
El informe de Coninagro busca clarificar una premisa: la inflación no se origina en el precio la carne. “No tenemos un problema de precios, tenemos un problema de moneda, cada vez se necesitan más pesos para comprar la misma cantidad de alimentos, combustibles u otros insumos y servicios, por caso Gasoil YPF, subió 75 % en 2020 y esto impacta sobre el transporte, logística, toda la cadena ganadera y el conjunto de la sociedad. Las intervenciones sobre las exportaciones no garantizan una baja de precios del producto en el mediano plazo. Es decir, vamos a tener los mismos precios, pero menos producción, empleo, inversión y exportaciones. La cadena de carne bovina genera más 3.000 millones de dólares anuales en exportaciones y 400 mil empleos, de los cuales 100 mil se generan en el circuito de exportación”, se remarca en el informe.
En abril 2021 se exportó un 2,6% más que en abril del 2020. Luego, en mayo, el Gobierno resolvió cerrar la exportación.
“En la desagregación del precio, es importante ser pedagógico para que la gente pueda comprender y creo que los dirigentes también estamos para explicar; en este caso la producción primaria funciona como oferente de carne y al incrementar la competencia se impide que pocos actores concentren el poder de mercado y sean formadores de precios. En lo inmediato debemos controlar la evasión y revisar la carga impositiva en todos los eslabones, desde el productor hasta el consumidor, mientras que en el mediano y largo plazo, desde Coninagro siempre remarcamos que una genuina forma de moderar el precio final que paga el consumidor es incentivar y promover mayor producción para que a mayor oferta de bienes se regule el precio de los canales que demandan carne”, sostuvo Iannizzotto.
La propuesta es simple: producir más.
Coninagro elaboró el informe para evidenciar la diferencia que había en el promedio entre 2,5 animales por habitante en los años ‘50, 2,11 en los ‘60 y cómo decayó ese ratio a los niveles actuales hasta 1,20. (NdR: esto no es una lectura lineal porque también se valora el crecimiento de otras carnes, como el sector aviar, porcino, ovino).
Otra clave: mejorar los índices de preñez.
“Para tener carne más accesible en el mercado doméstico tenemos que incentivar para que se produzca más y volver al ratio promedio de 2 cabezas por habitante. Los gobiernos, la dirigencia política, deben ponerse de acuerdo para que la Argentina tenga un stock de 90 millones de cabezas o el equivalente en kilos, hay pormenores técnicos a considerar como faenar animales de mayor kilaje, de 430, 450 o más , y contar con incentivos fiscales como desgravación impositiva y compensación de ganancias, pero el concepto a transmitir es ese; la importancia de orientar políticas hacia la producción, esa es la forma más genuina de lograr tener carne más barata, indefectiblemente hay que aumentar el stock y expandir una política ganadera por todo el país, ya que es una actividad transversal, para no vivir más fotos de la misma película esto hay que abordarlo de forma estructural, pero requiere de una decisión política que debe tomarse y que sea sostenible en el tiempo”, redondeó Iannizzotto.