Como parte del “Ciclo de estudios de teoría sociológica”, disertó en Paraná el docente de la UBA Miguel Ángel Forte. En su exposición, al poner a dialogar los aportes de Carlos Marx y de Byung Chul Han, propuso orientar la reflexión hacia un abanico que va “De la sociedad disciplinaria a la sociedad del rendimiento”.
La serie de conferencias por las que Forte estuvo en la ciudad fue organizada por el Centro de Investigaciones Sociales y Políticas de la Facultad de Ciencias de la Educación. “El litoral a mí siempre me tira mucho, tal vez porque me he sentido feliz en todas las ocasiones que he visitado esta ciudad”, señaló el entrevistado, informal, conversador, dispuesto a cruzar vida cotidiana y conocimiento.
Para dar por formalmente iniciado el diálogo, se le propuso a Forte que se ubique dentro del campo de la sociología, habida cuenta de que el desarrollo disciplinar ha sido múltiple también en nuestro país, luego del empuje inicial que le diera Gino Germani y sus estudios sobre la estructura social argentina, a mediados de los años 50. “Yo me he enfocado centralmente en la teoría sociológica, he dedicado mi vida a estudiar desde los autores clásicos a los contemporáneos”, señaló, no sin dejar de hacer notar que “mi trabajo es dar clases en la cátedra ‘Sociología General’ y en otra que se llama ‘Niklas Luhmann y la Sociología de la Modernidad’; también dirijo un equipo de investigación en el IIGG, que lleva unos diez años, referida a las tecnologías informáticas de la comunicación, desde el punto de vista de las teorías de sistemas autopoiéticos, autorreferenciales y los cambios en la teoría sociológica a partir de la innovación tecnológica”.
Forte, asimismo, es docente en FLACSO, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. En 2019, estuvo a cargo de un curso en el que puso a dialogar a Carlos Marx con Byung Chul Han. Y el resultado de esa experiencia fue la que compartió en Paraná.
–¿Cómo caracterizaría al estado de la sociología dentro del campo científico?
–Lo más interesante de la sociología es que lo que ha producido, dentro de la interpretación del mundo, ha sido apropiado por el conocimiento: está en todas partes. Creo que este es un gran triunfo de la sociología. De una u otra manera, todas las personas, a veces sin darse cuenta, hacen reflexiones sociológicas. Porque la sociología se ha incorporado, en realidad, a las formas de ver el mundo.
En clave local
–¿Y particularmente en la Argentina?
–La sociología, en la Argentina, para tomar un punto de referencia, durante todo el período que va desde la democracia hasta acá, ha mejorado su situación sensiblemente. A tal punto es así que hay una facultad y una carrera que goza de un lugar de prestigio en el mundo académico, lo que es sumamente significativo. Yo siempre digo que es la mejor carrera del planeta, que se caracteriza por sus investigaciones.
Ahora estamos luchando por el tema del ajuste que hay y cómo ha afectado en el mundo científico en general y en las Ciencias Sociales en particular. Pero, por fuera de estas coyunturas, considero que hay grandes sociólogos en la Argentina, en distintos campos; tanto en la sociología de la cultura, en la teoría sociológica, en la sociología sobre la Argentina, con un perfil que es valorado en el mundo.
–¿Cuáles son los principales aportes que le brindó la sociología al país?
–La carrera de Sociología tiene más de 60 años. Como disciplina ha estado siempre presente en los grandes procesos políticos de la Argentina, de alguna u otra manera, sin contar la época de las interrupciones democráticas. En todos los proyectos que se llevaron a cabo en la democracia, hubo sociólogos. Sin perjuicio de todos los aportes que ha hecho estos últimos años: el crecimiento de la carrera, la investigación en el campo teórico y en el campo empírico, las investigaciones de Agustín Salvia sobre la pobreza, las investigaciones sobre sociología de la cultura de Lucas Rubinich, las investigaciones de teoría sociológica pura como el caso de Pablo De Marinis y tantos otros casos. Los sociólogos hemos participado y seguimos participando activamente en la vida pública nacional.
–¿Cómo ha sido la relación entre sociología y marxismo?
–Yo tengo un artículo que escribí hace muy poco sobre este tema, sobre la ubicación del marxismo en la historia del pensamiento y en la relación de la sociología con Carlos Marx. En primer lugar, Marx está incorporado al panteón de la sociología. Pero, en realidad, él no hizo nada para estar incorporado allí porque él considera que no hay posibilidad de construir una ciencia de lo social bajo la determinación moral, como es la sociología. La sociología no parte del determinante último económico, no parte de la problemática del modo de producción. Piensa la problemática del orden societario por sobre todas las cosas. Marx le pone a la sociología un núcleo de conflicto interesante, significativo, por eso es que se lo incorpora. Pero Marx, en realidad, como tal no es sociólogo. Las pocas veces que se refiere a la sociología hasta se burla de su estatura científica.
En el mismo panteón donde está Marx, encontramos a Weber y a Durkheim. Un poco la sociología holística, un poco la sociología más subjetiva, en caso de Weber, y un poco la sociología de la problemática de la lucha de clases incorporado a la reflexión de lo social.
Lo curioso del caso es que no podés ser un estudioso de la sociología, de la ciencia social, sin pasar por Marx. Esto es lo que ha producido porque en realidad él generó una gran revolución epistemológica. El punto de vista racional y teórico de una clase social en una sociedad concreta. Esto es lo grande del marxismo que todavía nos da mucha letra.
Los puentes
–¿Cómo se incorpora Byung Chul Han a ese péndulo de autores que arranca con Marx?
–Diría que Byung Chul Han es en parte heredero del marxismo y, si bien no es un sociólogo sino un filósofo, entiendo que hace aportes valiosos para el desarrollo de la teoría sociológica, sobre todo a partir de las grandes transformaciones producidas por la revolución neoliberal en el mundo a partir de los años 90.
–¿Cuáles son las ideas nucleares que rescata de Byung Chul Han y cómo conecta con Marx?
–Yo lo abordo desde una mirada específica. Me interesa detenerme en cómo observan al capitalismo uno y otro, desde contextos diferentes. Entonces, lo interesante de Byung Chul Han es que nos hace revisar nuevamente los manuscritos filosóficos y económicos de Marx, en tanto y en cuanto trabaja de nuevo la problemática de la explotación, pero desde la perspectiva de la autoexplotación: una vida que se estructura sobre la base de la autoexigencia y que, en los hechos, termina siendo mucho más funcional y efectiva que la explotación a secas y tradicional.
Para decirlo de otra manera; estamos disciplinados por el currículum vitae: todos tenemos que hacer lo que nos exigen ciertos formatos estandarizados y vivir como si estuviéramos incorporando líneas a ese registro. Perdemos de vista el deseo, uno de los grandes problemas de nuestro tiempo.
–¿Cómo es eso?
–Se desdibuja lo que deseamos y deja de ser un motor alcanzarlo porque a la angustia que produce la no satisfacción, la borramos con medicación. De hecho, se ha desmontado el dispositivo marxista y el del psicoanálisis en favor de las teorías bienestaristas y de autoayuda, respectivamente. Entonces, aquellas subversiones del marxismo y del psicoanálisis que agitaban las existencias, hoy se reemplazan por el uso de píldoras o aceptando que el problema no es el mundo y que por lo tanto hay que transformarlo, sino que el problema soy yo y para solucionar ese asunto debo aprender a adaptarme.
Individual y político
–¿Qué sería de la política sin el deseo?
–En efecto, se trata de un problema que parece individual pero que es centralmente político. Como reflexiona el maestro Jacques Lacan, la tramitación del deseo viene después de poder transitar la angustia y como nos dan la pastilla para que no nos angustiemos, no llegamos nunca a preguntarnos por el deseo.
Yo entiendo que la angustia es insoportable: soy un viejo psicobolche, carne de diván. Comprendo perfectamente lo que es la angustia y sé lo que implica sobrepasarla sin medicación. Pero, ante esto digo: tenemos que jugarnos a no medicarnos, a afrontar la angustia para poder nadar en aquellos que deseamos. Es, al fin, una apuesta de vida que trato de transmitir a mis alumnos, más allá de lo que efectivamente hagan ellos con esta idea.
Por mi parte: creo en la política, creo en el deseo en la política, en el redescubrimiento que los jóvenes de todo el mundo hacen de las ideas socialistas, porque tienen enfrente la evidencia de lo que el capitalismo es capaz de hacer. Y, en ese punto, soy muy optimista e invito a todos a rechazar la idea de que no hay caminos alternativos.
–Pero si no hay deseo en la sociedad, ¿qué política estamos haciendo?
–Estamos disciplinados por un modelo de la política que tiene que ver, precisamente, con este fenómeno de la sociedad del rendimiento de la que habla Byung Chul Han, donde pierde sentido mirar al otro o a la otra. Es un asunto sobre el que también llamaron la atención autores de la escuela crítica, como Herbert Marcuse y Theodor Adorno, sobre la des-erotización que produce el capitalismo.
–Usted ve vías directas de conexión entre estos autores…
–Diría que sí, que hay una fuerte vinculación. Lo que tiene Byung Chul Han de interesante es que escribe de una manera que permite que el gran público lea filosofía en esta época.
–En la sociedad, rige una especie de libertad condicional…
–Se experimenta una libertad paradójica, diría.
–¿Cómo sería?
–Tenemos introyectada tanto la lógica del amo como la del esclavo dentro de nosotros mismos. Somos nuestros propios amos.
La libertad se experimenta como tal pero, en realidad, estamos expuestos permanentemente en las redes sociales al control mutuo, donde la mercancía pasó a ser nuestro propio cuerpo. Hay una situación en la que nosotros estamos expuestos en nuestra intimidad en las redes sociales a un control que está democratizado de cierta forma. Y esta libertad se representa como paradójica porque se experimenta como disfrute, pero a cada paso que damos en esa sociedad, supuestamente de disfrute, se hace posible la reproducción misma de la fuerza de trabajo.
En definitiva, es la reproducción de la lógica del neoliberalismo en el mundo actual, en el mundo contemporáneo. Byung Chul Han es un autor que trabaja sobre la problemática del narcisismo y precisamente ese narcisismo hace caer al eros. Estamos encerrados en nosotros mismos relacionándonos en un mundo virtual, confundiendo lo virtual con lo real, al punto tal que una salida implica bajarnos una aplicación para conseguir alguien con quien salir, y en realidad lo que hace es inhibir lo más difícil de una relación, que es encontrar ese punto de partida.
Trayectos personales
–Y, a nivel de experiencia personal, ¿cómo inició la aventura de poner a dialogar estos autores?
–En 2014 descubrí a Byung Chul Han y empecé a producir algunos materiales, en virtud de lo que aquellas lecturas me empujaban a pensar. En las clases de la materia ‘Niklas Luhmann y la sociología de la modernidad’ yo desarrollo las contribuciones del alemán a la Teoría Sociológica y comencé a integrar a Byung Chul Han, por la posición del sujeto en la sociedad, en el sentido de cómo el sujeto padece en la sociedad sistémica, autorreferencial, autopoiética de Luhmann. En esa dinámica advertí que la autoexploración de Byung Chul Han ya había sido abordada por Marx: la colonización de la conciencia y la autoalienación. Entonces me pareció interesante conformar con eso un curso que estuve dando en los últimos meses en la FLACSO. Allí hace muchos años que soy docente y ahora estoy a cargo de la coordinación de la Maestría en Ciencias Políticas y Sociología.
–¿Cómo se llamó el curso?
–Carlos Marx y Byung Chul Han: las cadenas radicales del panóptico digital.
–¿Y qué vincula esa cadena que construyó?
–Por un lado, la problemática de la alienación y la explotación obrera en Marx y, en la medida en que es visualizada, la posibilidad de producir a partir de ella la liberación misma de la condición humana; y por el otro, esta idea de panóptico digital de Byung Chul Han, según la cual hemos hecho un mayor esfuerzo por tener ubicado dónde está la gente a partir del desarrollo de dispositivos de control que en entender por qué la gente actúa de determinada manera. En otras palabras, conocemos menos de nosotros; pero, eso sí, sabemos en qué lugar físico nos encontramos.
Las coyunturas
Además de sociólogo, Forte es candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por el Nuevo Movimiento al Socialismo. De manera que la actualidad política no estuvo ausente en sus apreciaciones. “Como un viejo socialista, el problema que veo es que, en Argentina, el capitalismo sólo puede existir con ajustes brutales”, expresó. En ese sentido, señaló que “el modelo del capitalismo que se está imponiendo en la Argentina hoy” provoca que “grandes empresas y plantas enteras están cerrando”.
Para Forte, “el desempleo es la gran variable de ajuste”. Lo que advierte es que el nuestro “es un capitalismo mucho más que salvaje” y que “su propio funcionamiento tiene que ver con una creciente exclusión social”.
Más allá de aceptar que “en lo cercano, uno no ve otra posibilidad objetiva del capitalismo”, opinó que “los socialistas estamos en una pelea muy desigual”, dado “el alto desarrollo tecnológico que ha tenido el capitalismo”. No olvida su formación sociológica cuando subraya que “sabemos la importancia que tiene la tecnología con la ideología y con los modos de producción”.
Para Forte, la hegemonía “corre en ventaja en cuanto al disciplinamiento social sobre lo ideológico”, porque “hay una suerte de gran conformismo y de gran aceptación del formato que el capitalismo ofrece porque el gran miedo precisamente es quedar afuera. Entonces, todas las luchas son para poder estar adentro de la sociedad y no quedar excluido”.
Luego, más introspectivo, añade que “lo que a una persona como yo le da gran esperanza, es que la idea socialista sigue en gente muy joven”, más allá de que “uno sepa que es una lucha muy ardua”.
Forte produce entonces una minuciosa intervención que vendría a plantear que, mientras la seducción a favor de mantener el status quo, nos acompaña en todas las instancias, facetas y manifestaciones de la cultura, la explotación es un fenómeno complejo, que necesita de un estudio exhaustivo para explicarlo cabalmente y entenderlo. Esa dominación naturalizada es la desventaja que él ve en las ideas socialistas.
“Igual, tenemos que ser la vanguardia en las luchas por los derechos individuales, pioneros en las luchas de género, en todos esos aspectos que solamente nosotros podemos llevar adelante hasta el final”, concluye.
Mirador Entre Ríos
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