“Las Obras Sociales Universitarias (OSUs) asociadas a la Asociación Civil Cosun, reunidas en asamblea general ordinaria, estamos al límite de nuestra sustentabilidad financiera y prestacional y declaramos la emergencia sanitaria de nuestro sistema de salud”. El párrafo marca el inicio de una declaración en la que la entidad brindó además el siguiente panorama: “En 2018, los aumentos salariales paritarios fueron del 26% en promedio y en 2019 debajo del 20%, significativamente menores a los aumentos de los costos prestacionales, que directa o indirectamente están dolarizados. Nuestras obras sociales perdieron ingresos millonarios debido al pago de sumas no remunerativas y no bonificables. Los incrementos en el sistema de salud superaron el 50% en 2018 y en el primer semestre de 2019 acumularon el 22,4% mientras que el dólar aumentó 110,3% en 2018 y 60,6% en lo que va del año”.
El texto también apuntó que en ese contexto, la Superintendencia de Servicios de Salud autorizó a las empresas de medicina prepaga aumentos de 40,8% en 2018 y de 26,3% hasta septiembre de 2019. Y que, además, otorgó a las obras sociales sindicales un aporte millonario. “En ninguno de estos casos, se contempló a las obras sociales universitarias”, puntualizó. El panorama descripto resulta apropiado para justificar que para sostener las prestaciones, muchas OSUs realizaron reestructuraciones de prestaciones básicas, otras están pidiendo asistencia financiera adicional a sus universidades y hay algunas que no cuentan con esa posibilidad. “Exigimos que el Gobierno Nacional regularice los aportes en forma definitiva y que todos los aumentos salariales se realicen de manera remunerativa, como también la reapertura inmediata de negociaciones paritarias que aseguren la participación de las obras sociales universitarias”, es lo que reclama el Consejo que nuclea a estas obras nacionales.
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Osuner, la Obra Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos, tiene 6700 afiliados a cargo. El presidente Luis Tamburlini la ubica en la media considerando las 24 que forman la confederación. Explica que hay algunas más pequeñas con 3000 o 4000 empleados y otras, como las de Buenos Aires, Córdoba y Rosario, con más de 30.000. “En general todas juntas conforman un colectivo de unos 300.000 afiliados”, dijo a MIRADOR ENTRE RÍOS, y continuó: “Como todo sistema de salud, cuanto más somos, más aportes ingresan y es más fácil financiarse”. Se refirió a una experiencia de años atrás cuando las obras sociales estaban financiadas, para indicar luego que “hoy ya no alcanza y se acaba de presentar la emergencia sanitaria”. Cabe señalar que en materia de ingresos, reciben el 3% de los afiliados y el 6% de la patronal.
“No escapa a la realidad del país”, sintetizó cuando la consulta estuvo dirigida a conocer la realidad de la obra social de docentes y administrativos de la UNER. Por una parte, aclaró que la emergencia sanitaria no es sólo de las obras sociales universitarias sino de todo el sistema de salud ya sea público o privado; y por otra parte, que no es de este último año sino que viene aparejado al incremento importante en el gasto en salud por la vigencia de nuevas legislaciones sobre prestaciones sin acordar quién las paga; por las nuevas tecnologías que son muy caras y con el aporte (personal y patronal) que ha disminuido mucho en relación con ese gasto.
Yendo a lo particular, Tamburlini explicitó que las dificultades en las obras sociales universitarias “fundamentalmente, se deben a que el aporte depende del sueldo de quienes trabajan en la Universidad -docentes y administrativos-y en las universidades, el año pasado y años anteriores, los salarios no han aumentado con relación a la inflación. En 2018, aproximadamente el incremento fue entre el 25 y el 30% contra una inflación del 45%”, subrayó. En otro orden, aludió a la inflación que tiene la medicina más allá de la del país en términos generales. “En países desarrollados donde tienen 1 ó 2 por ciento de inflación anual, ya tienen previsto en el presupuesto de salud una inflación del orden del 5 ó 10 por ciento más por la implementación de nuevas tecnologías que cada vez son más caras”.
Impacto
El aumento de los ingresos que mejoraría la situación de estas organizaciones, puede tener varias aristas pero, “la fundamental, y que no depende directamente de la Universidad, es que incrementen los recursos hacia las universidades. Si aumentan los salarios docentes acorde a la inflación, aumentan los aportes a la obra social”, simplificó.
Como eso no está ocurriendo ni parece factible en el corto plazo esa alternativa, “lamentablemente, lo que están haciendo la mayoría de las obras sociales universitarias es cortando los prestadores que están muy caros, medidas que todavía no adoptó Osuner”, remarcó. La referencia fue a grandes nosocomios de Buenos Aires, tratamientos odontológicos estéticos, prestaciones aún mejores que las de algunas prepagas que se fueron recortando para quedarse con el programa médico obligatorio que hay que cumplir con el afiliado, comentó.
Tamburlini destacó que “nosotros todavía no hemos hecho recortes, seguimos con la misma cobertura. Tenemos un programa de políticas saludables –ejemplificó- que no tiene ninguna prepaga, en el que cada afiliado que presenta el recibo de un gimnasio tiene una bonificación. Todavía no hemos manejado ningún recorte”, enfatizó. No obstante, hasta hace unos años, Osuner tenía déficit operativo pero con superávit comercial, dado el resultado de ciertas inversiones. “Desde hace cinco años, con este problema que los aportes no se corresponden con los índices inflacionarios, veníamos con déficit operativo y en el primer semestre tuvimos casos excepcionales –elevados costos- por lo que es el primero en el que las ganancias que teníamos por las inversiones, no alcanzaron”.
Hacer malabares
El presidente de OSUNER, Luis Tamburlini, trasmitió que lo que se recuperaba de las inversiones, antes alcanzaba para que la obra social pudiera subsistir durante 12 meses sin recibir aportes; hoy en día ese número si bien es mayor en volumen alcanza para mucho menos porque la medicina es mucho más cara. Como contracara de esas complicaciones, mostró como una fortaleza el hecho que “las obras sociales universitarias están manejadas por los mismos empleados de las universidades que tienen muy buena administración y eso ha hecho que en estos tiempos, se hayan podido mantener los servicios”, dijo, sin dejar de advertir que “todo tiene un límite y por eso, a partir del mes pasado se empezó a difundir esta emergencia sanitaria en la cual se encuentran las 24 obras sociales”.
Las obras sociales
Las obras sociales sindicales dependen de la Superintendencia de Salud de la Nación mientras que las universitarias, del Ministerio de Salud de la Nación, a través de sendas leyes. Las sindicales tienen un mecanismo de reaseguro por el cual, cuando se generan gastos fuera de lo común –entre otras, enfermedades poco frecuentes, trasplantes, prestaciones que hoy cuestan mucho dinero- a través de ese fondo pueden recuperar el dinero. En el caso de las universitarias, “si bien se ha creado hace cinco años un sistema de seguro que ha crecido y realmente sirve, no es lo mismo que tener el acompañamiento de un sistema de seguro como es el nacional”, diferenció.