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Pobreza, un problema de base histórica agravado por la pandemia

“Pobreza e indigencia no son novedad en la Argentina, lamentablemente. Los valores que acaba de publicar el Indec muestran dos cosas importantes: en primer lugar la persistencia de un fenómeno enquistado en un país que no crece hace más de 10 años y, en segundo lugar, un shock externo que vino a empeorar aún más las cosas con la pandemia”, sostuvo  el economista e investigador Claudio Coronel.

Este miércoles se conocieron los guarismos que marcan en Argentina un aumento de la pobreza que llegó al 40,9 por ciento y de la indigencia con 10,5 por ciento. Ante los números, que marcan un marcado deterioro de la vida de un importante grupo de personas, el docente e investigador de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Entre Ríos, Claudio Coronel, analizó ante esta Agencia el escenario en base a estos dos parámetros. E el primer aspecto, “el estancamiento no es una cuestión menor, ya que cualquier economía debe crecer para absorber a las nuevas personas que se incorporan al mercado de trabajo año a año. Si esto no sucede, las opciones son el desempleo, alguna actividad autónoma de bajos ingresos o alto riesgo con escaso capital de trabajo para afrontar eventuales ciclos negativos en el negocio –en criollo: espalda– o trabajo precario, entre otras cuestiones. Lógicamente que los bajos ingresos, la falta de empleo y oportunidades, frente a una inflación creciente, dan como resultado pobreza en los términos que los mide el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indice), de ingresos frente al costo canasta de bienes y servicios básicos”. Y continuó que a esto “convendría agregarle a aquellas personas que ya de por sí parte desde muy atrás en la carrera: pobres e indigentes con historia generacional sumergidos en esa situación. Sin lugar a dudas, si hay muy pocas oportunidades laborales, para ellos, habrá poco y nada. Por lo tanto, sus muy bajos ingresos asociados a actividades informales de muy baja productividad, como changas, en el mejor de los casos”, señaló.

Peste mundial

En cuanto al segundo aspecto identificado por Coronel, que tiene que ver con la pandemia, apuntó que “no hay mucho que detallar”, ya que “el país viene de años de estancamiento y un crisis reciente que disparó el tipo de cambio y la inflación, resintiendo muy fuertemente a la actividad económica. Esta situación genera nuevos pobres, ya sea porque sus ingresos crecen más lento que los precios o porque perdieron sus empleos. Aquí la pandemia vino a agravar la situación; cosa que afectó a todo el mundo”, reconoció.

“Ahora bien la suba en los indicadores de pobreza e indigencia ¿era algo esperable? Rotundamente, sí. Sin embargo, los valores podrían haber sido mucho mayores de no ser por el despliegue de medidas de protección social como la Tarjeta Alimentaria, el AUH y sus refuerzos, el IFE, el ATP, etc. Estas medidas no solo fueron dirigidas a lo más vulnerables, sino también, a aquellos que se vieron golpeados por la pandemia. Es muy probable que estadísticamente, el impacto de la pandemia haya afectado fundamentalmente al segundo trimestre (la publicación es semestral), por lo que el incremento, si lo midiésemos trimestralmente, seguramente habría sido más fuerte”.

Finalmente, el docente e investigador de la Uner propuso que se deberá “estar atentos a qué sucede en el segundo semestre, ya que la medición de la pobreza es en base a ingresos, lo que deja afuera aspectos estructurales vinculados a las condiciones de vida –sobre esto, Indec elabora otros indicadores–, la situación del empleo y la actividad económica. Aquí es donde el Estado, en todos sus niveles, deberá articular las medidas para que, de suceder así, la quita de las medidas de protección social mencionadas anteriormente, sea lo suficientemente estudiada y gradual, de modo que no implique empujar a más personas hacia la indigencia o la pobreza que, quizás, antes de la pandemia, lejos estaban de esa situación, ya que, por ejemplo, hay actividades muy afectadas como son la hotelería, la gastronomía, el turismo, y demás afines, muy intensivos en mano de obra, que, de no recuperarse, dejarían un saldo más que catastrófico”, cerró.

AIM

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