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Quedó menos del 50 por ciento de apicultores

El técnico apícola Rubén Pérez hizo esta apreciación como integrante de la Subsecretaría de Agricultura Familiar de la Nación. “La apicultura creció pero se produjo una baja muy importante de productores desmoralizados por la baja rentabilidad de varios momentos”, mencionó el productor.

Rubén Pérez, técnico apícola, tiene una experiencia de 30 años de actividad profesional y productor de miel. Pérez es integrante de la Subsecretaría de Agricultura Familiar de la Nación, que se ocupa de los pequeños productores que son asistidos para mejorar las prácticas y asesorados sobre los distintos adelantos para promover una actividad sustentable.

“La actividad durante la pandemia fue casi normal, con protocolos, porque se trata de la apicultura y alimentos en contacto con personas. Nosotros concurrimos a los apiarios y pudimos desarrollar la actividad productiva con todos los recaudos, por lo tanto el impacto económico no fue tan fuerte como sucedió con otras actividades”, agregó Pérez.

“En cuanto a la producción hemos tenido un respiro porque hubo años muy malos castigados no solo por el bajo precio sino por exceso de lluvia o sequías. Hace unos siete años se ha normalizado con buenas ventas y precio acorde a la actividad que requiere trabajo dedicado para poder ofrecer una producción de calidad de acuerdo a los standares que requieren los mercados”.

“Si bien el clima ha variado en algunas regiones hemos tenido una mejor producción, aunque no excelente como sería lo ideal. En términos relativos, los volúmenes y cantidad de tambores nos han permitido poder ofrecer sobre todo un producto con todas las característica de la miel que posee proteínas, —como aminoácidos y enzimas- vitaminas, antibióticos naturales, una gran cantidad de minerales y oligoelementos”.

Menos del 50 por ciento de productores

“Son muchos los años de actividad y la merma en cantidad productores ha sido del 50 por ciento, si tomamos en cuenta desde el año 1990 hasta hoy. La apicultura creció pero se produjo una baja muy importante de productores desmoralizados por la baja rentabilidad de varios momentos y hoy las perspectivas indican que puede llegar a repuntar. Estamos trabajando con los organismos de todos los niveles para desarrollar capacitaciones a los nuevos productores apícolas porque deben perfeccionarse en las directivas y técnicas actuales. De a poco se generan estos encuentros que en ese orden si fue un problema, porque la pandemia no permitía juntarse”.

Pérez opinó que “con poca inversión se puede reactivar esta actividad, con el apoyo de las entidades el rubro y es una oportunidad porque además, si bien es reiterativo, la miel es un alimento natural y nutritivo. Endulza, aromatiza y da sabor a diversas preparaciones. Su conservación se produce de forma natural a través de las enzimas propias que contiene. Un producto con propiedades y beneficios para la salud con eficacia para tratar heridas de la piel; la tos y alergias; reduce el colesterol; previene problemas del corazón y estreñimiento; ayuda a la digestión y a bajar de peso; sustituye el azúcar como endulzante y contiene pequeñas cantidad de antioxidantes, vitaminas y minerales”.

Contra estación

El técnico se refirió a las temporadas de comercialización y comentó que “en este momento está parada porque se realiza en contra estación. El volumen exportable alcanza al 90 por ciento al hemisferio norte porque no tiene producción, son compradores. Ahora cuando empiezan a producir lo que sucede es que restringen las compras y al quedarnos con la miel nos obligan a bajar el precio, felizmente esta etapa de los últimos años ha sido favorable”.
Pérez comentó que “los productores intentaron realizar varias salas de extracción pero fue en un momento donde empezó a empeorar la situación del sector y al ir relativamente mal estos proyectos quedaron postergados. Realizar una sala de extracción para que esté en condiciones de habilitar es juntar un capital de inversión para tratar de tener mejores expectativas para mejorar esta herramienta que es muy importante al momento de optimizar la producción y obtener más rentabilidad”.

En la misma línea, para tener una idea de la situación, hubo de 60 a 70 productores que iniciaron la construcción de salas que aún no están terminadas y si eventualmente se pudiera seguir, se deben realizar los controles para conseguir la habilitación por el Senasa y el Estado provincial a través de las áreas de inspección.

“Por eso, antes de este trámite para habilitar las salas, previamente desde la Secretaría de Agricultura Familiar damos las pautas para realizar la construcción con los sistemas de limpieza y zona sucia, descarga de baños y sanitarios, sistemas de desagües e instalación eléctrica e iluminación adecuada”. Estas salas de extracción cuentan con la zona sucia (ingreso de marcos y alzas) y zona limpia (extracción, llenado y almacenamiento).

Control de trazabilidad

Se ha hecho más notable el grado de exigencia de los consumidores sobre los productos que adquieren y la necesidad de conocer el origen de los productos consumidos y el recorrido de utilizados a lo largo de toda la cadena de producción, elaboración y distribución según el caso.

“Por eso la trazabilidad los tambores con miel vienen con un ticket identificando la sala donde se extrajo para cuando surja un problema se pueda determinar donde se produjo y tomar la medidas necesarias, es decir poder rastrear el inicio de las materias primas que dan forma a los alimentos, hacer un trazado a lo largo de toda la cadena de producción, elaboración y distribución; eso es hacer la trazabilidad de los alimentos”, explicó el técnico apícola.

Sobre la presencia de contaminantes en las muestras de miel detectadas en algún tiempo, si hay contenidos pueden provenir de cualquier tipo de productos que van hacia la colmena, residuos que quedan en la trazabilidad, incluso durante el análisis de las mieles, por curar a destiempo con antibióticos lo que está prohibido porque quedan residuos o en el caso de agroquímicos que utilizan los agricultores y los transporta la abeja.

Sobre enfermedades de las colmenas Pérez citó a “la Loque americana y europea”, que “es una enfermedad de origen bacteriano que se propaga a las larvas jóvenes con la alimentación que le dan las abejas adultas. Sin embargo no causan demasiados problemas y se combate con el cambio de cera y la limpieza de las cámaras de cría, así también como el Varroa que todos los años hay que hacer tratamiento l tratarse de un parásito”, señaló.

“Nuestra tarea es concientizar sobre la profilaxis dentro de la colmena y que no se usen antibióticos que dejan residuos en la miel no se aconseja. Hay métodos muy sencillos para que los nuevos apicultores, que empiezan hacer prácticas, utilicen los productos adecuados para obtener los mejores resultados”, concluyó Pérez.

Ceferino Azambuyo
redaccion-er@miradorprovincial.com

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