Finalizada la sesión en la que se expulsó a Edgardo Kueider, una visible ofuscada Victoria Villarruel expuso a los senadores nacionales sobre los incrementos que comenzarán a tener en sus dietas a partir del 1 de enero, cuando se acabe la suspensión de aumentos que el cuerpo mismo votó en agosto pasado.
“Solicité que se tratara el congelamiento de las dietas de los senadores, porque a partir del 1 de enero se comienzan a actualizar automáticamente, cuestión que espero que los senadores traten. Yo no soy senadora, sólo facilito las condiciones para el tratamiento y la discusión de este tema, pero no soy las que toma las decisiones”, dijo en declaraciones a la prensa y consideró que “entendiendo el esfuerzo inmenso desde lo económico que está haciendo la población, creo que debemos estar a la altura”.
Tras varios meses y con los cambios que se sucedieron en ese lapso, las palabras de la vicepresidenta fueron todo un giro respecto de lo que opinaba en marzo pasado, cuando los senadores todavía no habían resuelto aumentarse las dietas y cobraban abajo de los dos millones de pesos. En ese momento, Villarruel se resistía a cumplir con el pedido de Javier Milei para que se diera marcha atrás con una suba del 30 por ciento -finalmente firmó la resolución junto a Martín Menem- y expresó en una entrevista con TN que los legisladores “no ganan bien”.
A diferencia de cómo se manejó el aumento de dietas en la Cámara de Diputados, los senadores fueron al recinto el 18 de abril y resolvieron la cuestión por su propia cuenta: en una votación a mano alzada y sin debate se aumentaron las dietas más del doble y dispusieron atarlas a las subas que acordarían en adelante los gremios legislativos.
Así, en abril, las dietas de los senadores que estaban por debajo de los 2 millones de pesos pasaron a más de cuatro millones de pesos netos. Sumado a algunos diferenciales, el bruto ascendía a más de seis millones de pesos.
El proyecto de resolución que se votó en abril establecía: “A partir del mes de mayo del presente año, los senadores nacionales percibirán un total de 13 dietas anuales. Cada una de las mismas será equivalente a 2.500 módulos más un adicional de 1.000 módulos por gastos de representación y 500 módulos de adicional por desarraigo”. “El valor del módulo será el equivalente al que perciben los empleados legislativos”, agregaba.
A mitad de año, cuando los gremios acordaron nuevos aumentos para julio y agosto, se conoció que esto impactaría de lleno en las dietas de los senadores, llevándolas a ocho millones de pesos en neto.
A raíz de la polémica, en la sesión de 22 de agosto se votó un proyecto firmado por los jefes de bloques para suspender los aumentos hasta el 31 de diciembre. En esa oportunidad también se aprobó un emplazamiento a comisiones para tratar un proyecto del senador de UP José Mayans sobre un tope a los sueldos de los funcionarios de los tres poderes del Estado. Pese a eso, nunca se debatió.
Es así que ahora, a días que culmine el año, las dietas de los senadores volverán a estar “enganchadas” a las paritarias de los empleados del Congreso en 2025. Según confirmaron fuentes del Senado a parlamentario.com, efectivamente las dietas subirían a 10 millones de pesos.
El pasado 13 de noviembre, la Comisión Negociadora del Congreso resolvió un incremento del dos por ciento para septiembre, del uno por ciento para octubre, del dos por ciento para noviembre y del uno por ciento a partir para diciembre. En tanto, a partir del 1 de enero se podrán discutir nuevas paritarias, cuando ya estarán nuevamente enganchadas las dietas de los senadores con los haberes de los trabajadores. Salvo que haya una resolución en estos días, algo que no parece vaya a suceder.
AIM