No se trata de acentuar las nociones instrumentales de la experiencia emprendedora, que bebe de la fuente de un neoindividualismo según el cual cada sujeto debe prepararse por su cuenta para afrontar los desafíos de un mundo en permanente situación de cambio. Sino de agregarle a la producción de diagnósticos conceptuales certeros, acciones que tiendan al fortalecimiento de las habilidades para que docentes y estudiantes universitarios puedan proyectar una idea dirigida a resolver un problema y organizarse para materializarla y volverla sustentable.
Es la conclusión a la que se arriba luego de entrevistar al coordinador de la Red UNER Emprende, Pedro Kohn, profesor además de la Facultad de Ciencias de la Alimentación. “Uno de sus objetivos es planificar y articular las iniciativas en materia de desarrollo emprendedor que tienen las distintas unidades académicas”, señala, no sin consignar que “entre las metas más importantes está la búsqueda de nuevos espacios de sensibilización en competencias emprendedoras en la currícula existentes”.
De visita en Paraná para mantener reuniones de trabajo en la Facultad de Ciencias Económicas, Kohn, que es parte del plantel de profesores de la Facultad de Ciencias de la Alimentación, accedió a conversar con MIRADOR ENTRE RÍOS sobre el programa en cuestión que, dicho sea de paso, está organizando una convocatoria para mediados de septiembre en la Facultad de Ingeniería, en Oro Verde.
La Red UNER Emprende se constituye con representantes del Rectorado a través de la Secretaría de Ciencia y Técnica y ya reúne a representantes de siete de las nueve facultades de la universidad.
–¿Qué es UNER Emprende?
–Es un equipo de trabajo interfacultades, que surge en 2016 en respuesta a una convocatoria del entonces Ministerio de Educación que se llamó “Universidad emprendedora”. Si bien la mayoría de las facultades de la UNER ya venía trabajando, en distintos niveles, con emprendedores, este programa permitió que nos integremos a un equipo y empecemos a pensar estrategias de mediano y largo plazo para toda la Universidad.
De manera que hace tres años que estamos trabajando, con el principal objetivo de lograr una Universidad más emprendedora.
–¿Y cómo se logra?
–Una de las primeras definiciones que debimos establecer fue qué entendíamos por ser emprendedor y cómo lo podríamos lograr. Porque nos encontramos con que las facultades tienen concepciones distintas de lo que el emprendedor hace y es.
Entonces, para no enredarnos en cuestiones terminológicas acordamos enfocarnos en cómo nuestros estudiantes pueden apropiarse de mejores competencias que les permitan emprender nuevos proyectos y organizaciones si es que así lo deciden.
La apelación a los “proyectos” permite dejar de pensar sólo en generar y crear nuevas empresas -que es la noción más extendida- e incorporar tanto la constitución de organizaciones sin fines de lucro o la consolidación de una nueva iniciativa dentro de la universidad, como la incorporación de un nuevo proyecto en una empresa existente. Recordemos en este sentido la importancia que están adquiriendo las empresas de triple impacto…
–¿Qué serían las empresas de Triple impacto?
– En el marco de lo que se conoce como nueva economía ha surgido un nuevo modelo de negocios que tiene como foco el impacto social y ambiental. Por lo general, estos emprendedores y grupos de nuevos empresarios tienen un compromiso con la sustentabilidad muy desarrollado y posicionado que los moviliza a generar productos y servicios rentables pero que simultáneamente aportan a la solución de un problema ambiental o social. Representan la integración ideal entre el mundo de los negocios, lo social y lo ambiental.
Lo importante es que hay múltiples formas de emprender y lo que nos venimos preguntando es qué herramientas le podemos brindar a los estudiantes y a la comunidad para que puedan afrontar estos desafíos.
Estado del arte
– Es probable que en general los docentes estén de acuerdo con que debe haber una sensibilización en torno a las competencias emprendedoras. ¿Pero cómo incorporar este principio a los programas y las cátedras?
– Una de las cosas que queremos hacer notar es que todos los docentes, de una u otra forma, transmitimos y entrenamos en competencias emprendedoras, lo que ayuda a constituir una cultura al respecto. Por ejemplo, cuando se promueve el trabajo en equipo y se inspira a mejorar la comunicación entre sus miembros y del equipo hacia los demás; o cuando se empuja a desarrollar la capacidad de las personas para adaptarse positivamente a situaciones adversas o de fracaso.
De todos modos, para poner la temática más en foco, organizamos en 2017 y 2018 cursos de posgrado dirigidos a la formación de formadores. Allí se constituyó un espacio para compartir con docentes que querían promover nuevas competencias en sus cátedras un conjunto de estrategias, dinámicas y propuestas. Fue muy interesante: se capacitaron unos 120 docentes y este año habrá otros grupos, tal vez ya no con cursos de posgrado sino con encuentros más puntuales. De hecho, si algún docente tiene interés en este tipo de actividades puede comunicarse con la Red para que lo asistamos.
–El proyecto UNER Emprende, ¿tiene un punto de llegada imaginado, un estado ideal al que se aspira, o la idea es poner en marcha la rueda para ver qué fenómenos se encadenan a partir de allí?
–Romper la inercia y poner a andar la rueda ya es importante. Creemos que ese pequeño objetivo está cumplido o cumpliéndose. Un punto de llegada podría venir de la mano de plantearse cómo darle mayor libertad de criterio a nuestros alumnos porque, según los relevamientos, muchos estudiantes cuando eligen qué carrera estudiar siguen imaginándose como empleados en relación de dependencia. Un deseo sería que los alumnos puedan incorporar como una opción real la posibilidad de diseñar proyectos y sentirse en condiciones de protagonizarlos.
–¿Y cómo se logra?
–Lo estamos propiciando con eventos sencillos, como llevar emprendedores a las aulas. Allí, muchas veces se anotician del emprendedorismo y otras veces sirve para que se abandonen ciertos lugares comunes. Esto tiene un gran valor para nosotros.
Por eso decía, que la comunidad universitaria sepa que hay otras alternativas, como la de generar un proyecto. Y, una vez que esto sucede, es igualmente importante que docentes, graduados y estudiantes sepan que pueden tener en la universidad el acompañamiento que se merecen.
Somos conscientes de que estos proyectos no se materializan solos o convenciéndonos de que somos capaces de hacerlo. No es un problema sólo actitudinal. El emprendedorismo es parte de un ecosistema súper complejo del que participan los gobiernos y las empresas, también. Lo que estamos procurando es que la universidad sea un jugador más de este equipo.
Desde la raíz
–¿La expectativa es aportar a la cultura emprendedora de los futuros graduados o se busca que ya se materialice mientras estudian?
–Es un asunto interesante. Conforme lo relevado en su momento una máxima preocupación de la universidad sigue siendo brindar las herramientas necesarias para que los alumnos puedan alcanzar el título profesional. La graduación, en el imaginario universitario, sigue siendo un motor potentísimo. Y no hay por qué dejar de lado esa premisa, que seguramente comparten los estudiantes, sus familias y la sociedad toda.
En paralelo, nuestra idea es preguntarnos cómo ayudar a que nuestros alumnos y graduados sean solucionadores de problemas, que al fin de cuentas es lo que terminamos haciendo en nuestra vida profesional.
El Rally de Innovación es una actividad valiosa en ese sentido.
–¿De qué se trata?
–Es un evento de 28 horas en el que equipos de alumnos se ponen de acuerdo para resolver un problema, innovando, con la ayuda de profesores y expertos. Es organizado por el Consejo Federal de Decanos de Facultades de Ingeniería y, por lo tanto, en UNER tiene dos sedes: en la Facultad de Ingeniería de Oro Verde y en la de Ciencias de la Alimentación de Concordia. El próximo Rally de Innovación se llevará a cabo el 5 de octubre.
Creemos que esas acciones pueden ser inspiradoras. Luego, cuándo decide emprender cada cual es un asunto puramente personal. Basados en datos empíricos, tenemos por cierto que luego de los 40 años, con experiencia en alguna empresa y desde una organización ya existente todo se hace más fácil y los emprendedores suelen tener mejores resultados.
–La capacitación para formadores de formadores comenzó en 2017. ¿Es tiempo suficiente como para intentar un balance?
–Las evaluaciones siempre son bienvenidas y oportunas. El primer proyecto que presentamos ante la Secretaría de Políticas Universitarias ya terminó. Y ahora, se acaba de lanzar la etapa II, con lo que cual se impone que planifiquemos cómo serán los próximos tres años de este programa. Lo interesante de plantearse cómo evaluar es que antes hay que ponerse a pensar y acordar qué aspectos nos interesa evaluar. Es uno de los desafíos de este tipo de políticas: determinar qué vamos a ponderar.
Hasta ahora lo que tenemos son datos cuantitativos, como por ejemplo a cuántos docentes hemos podido llegar, cuántos alumnos estamos capacitando. Para esta segunda etapa pretendemos registrar otros aspectos que nos permitan conocer si estamos dotando de otras competencias a nuestros alumnos, sin desconocer que los sistemas de búsquedas de evidencias pueden que no están pensados para este tipo de acciones.
–¿Qué dicen los números con los que cuentan?
–Que hemos capacitado a unos 150 docentes en seis facultades, sensibilizado a más de 600 alumnos a través de proyectos institucionales y otras veces mediante cátedras específicas. Y que vamos por más.
Desafíos
–¿Las nueve facultades de la UNER marchan al mismo paso en materia de emprendedorismo o algunas están a la vanguardia?
–Lo primero que señalo es que, de una u otra forma, todas las facultades están trabajando en innovación y en el desarrollo de nuevos proyectos. No todas están sumadas a UNER Emprende: a la fecha venimos trabajando con siete de las nueve facultades. Al interior de ese universo nos encontramos con diversos estadíos y eso constituye una complicación a la hora de coordinar y trabajar de manera integrada.
Por un lado, las carreras de Ingeniería o Ciencias Económicas parecieran más proclives o están más ligadas al paradigma del desarrollo emprendedor. Pero, de hecho, estamos viendo que surgen iniciativas de todas las facultades. Una de las metas que nos fijamos es que los equipos que tienen más historia puedan transmitir su experiencia a los que están arrancando. Entiendo que eso es lo más rico de la red, porque las experiencias son muy distintas y por lo tanto los aprendizajes generados son variados.
Todos nos hemos equivocado. Mucho, por cierto. Y aunque no parezca, esos “fracasos” son una enorme fuente de conocimiento. Eso es la Red: aprendizaje validado que buscamos compartir, teniendo en cuenta el punto en el que se encuentra cada facultad y los objetivos, porque hay distintas visiones y hasta vocabularios diferentes, lo que no deja de ser una contrariedad para la constitución de los equipos, que no obstante debemos afrontar.
–¿Puede entenderse el desarrollo del emprendedorismo en UNER desde la división tradicional de carreras vinculadas a las ciencias duras y las ciencias sociales?
–Francamente, no sé si es así. Lo que notamos es que cuando hay graduados que han sido emprendedores y que, no sólo mantienen contactos con las facultades una vez que egresaron, sino que pueden compartir su experiencia con quienes están estudiando, se recrea una atmósfera proclive a la innovación y al emprendimiento.
Cuando uno puede vincularse con los casos concretos, sean exitosos o no, la actitud para buscar soluciones a los problemas parece despertarse. Un caso sintomático que quiebra cierto prejuicio entre ciencias duras y blandas es lo que pasa en Salud, donde hay numerosas acciones de este tipo por la presencia de profesionales que actúan tanto en el campo privado como público.
Tenemos que ser conscientes de que el mundo del trabajo está cambiando y ya no debemos esperar, como en otras épocas, la radicación de empresas gigantes sino la conformación de redes de emprendimientos medianos, pequeños y micros.
Lo que viene
“¿Cuáles son las próximas actividades de UNER Emprende?”, preguntó EL DIARIO. “Se viene un hito muy importante, el próximo 13 de septiembre en la Facultad de Ingeniería vamos a tener el primer evento UNER Emprende”, prologó Kohn, antes de precisar que será “un punto de encuentro entre todos los actores del ecosistema emprendedor asociados a la Universidad Nacional de Entre Ríos y que será un espacio orientado al desarrollo de capacidades profesionales, a la formación, a la reflexión y al intercambio de experiencias entre quienes están participando de las distintas iniciativas de fomento al emprendimiento”.
El entrevistado anticipó que “va a haber charlas con emprendedores egresados y docentes que están innovando en sus cátedras, aceleradoras que ofrecen sus servicios a los emprendedores y mucho más”.
Mirador Entre Ríos
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