Antonieta Priolo es sorda de nacimiento, también lo es su papá, su mamá, sus tíos, primos y abuelos. Pide, al igual que muchos, que sus derechos sean atendidos.
En los últimos años las sociedades han avanzado mucho en materia de accesibilidad e inclusión. Hoy es habitual encontrar personas con síndrome de down en organismos estatales o detrás de los mostradores de locales comerciales. Se construyen planos hápticos para ciegos y disminuidos visuales.
En las ciudades, al menos en las veredas céntricas y edificios públicos, hay rampas de acceso que permiten la autonomía de quienes se trasladan en sillas de ruedas. Baños cuyos carteles indican que su uso es apto para quienes tienen movilidad reducida. Juegos en las plazas, ascensores, cajeros automáticos con guía auditiva, cartas en los restaurantes escritas en Braille.
Pero poco se ha hecho por la comunidad sorda. Apenas se ven intérpretes traduciendo cadenas nacionales y noticieros en la televisión, y el proyecto de ley que reconoce su lengua a nivel nacional quedó estancado con solo media sanción de Senadores.
Una necesidad básica
Lo que las personas con sordera necesitan es ser entendidas. Por el médico del hospital, por la secretaria de Tribunales, por el Policía, por la empleada municipal, de Anses, de la obra social, y demás personas con las que deben relacionarse. Es por eso que cada vez que necesitan hacerse un chequeo médico, iniciar un trámite, arreglar el auto o comprar una campera, tienen que contratar a alguien que oiga, entienda la lengua del lugar y la lengua de señas correspondiente a ese lugar (ya veremos que la lengua de señas Argentina (LSA) no es universal), lo cual no es nada sencillo. Por empezar, no abundan los intérpretes, y los que hay no siempre pueden estar a disposición.
Una de las propuestas que la comunidad sorda ha hecho al Estado es que se contraten intérpretes en los organismos públicos, al menos un día a la semana, para que puedan acompañar a las personas sordas que lleguen al lugar a hacer un trámite.
La asociación de sordos de gualeguaychú
Es la única en Entre Ríos, ya que en otras ciudades hay círculos y clubes. Fue fundada hace 25 años por Raúl Ghiglia, sordo nativo, y desde hace 15 años allí se dictan cursos de lengua de señas. La precursora fue Pamela Pinsolle, esposa de Raúl, también sorda.
Para ese entonces, en Gualeguaychú no había nadie que entendiera la Lengua de Señas. Fueron años de mucho esfuerzo, pero con el norte claro.
Silvia Alfonzo, la intérprete que hizo posible la entrevista con Mirador Entre Ríos, se interesó por la LSA a los 15 años: “Me intrigaba saber cómo hacían para comunicarse”, dijo, y desde entonces aprendió el lenguaje y acompaña a los sordos cuando necesitan ir al médico o hacer un trámite, también trabaja para la Asociación.
Familia de sordos
Antonieta es sorda de nacimiento, también lo es su papá, su mamá, y lo son sus tíos, primos y abuelos. Se casó con Juan Alberto, que es el único sordo en su familia, y tienen un hijo llamado Samir que también nació sordo, tal como ella prefirió durante el embarazo.
Juan es el presidente actual de la Asociación y uno de los mejores jugadores de rugby del Club Carpinchos. Samir se incorporó este año a la sala de 5 años de un jardín de infantes donde todos oyen pero que, desde antes que él ingresara, al despedirse le cantan a la bandera con lengua de señas.
Por más intérpretes
Para que aumente la cantidad de oyentes que sepan entender la lengua de señas, en Gualeguaychú empezarán a dictar cursos para niños de 7 a 12 años. Es la gran innovación del 2019, porque hasta el momento solamente se dictaban cursos a mayores de 16 años, todos reconocidos por el Consejo General de Educación.
Los cursos para niños de entre 7 y 12 años comenzarán a dictarse en abril, los miércoles a las 17.30. La inscripción de este curso cuesta $100 y la cuota $400.
Nociones básicas sobre LSA
La Confederación Argentina de Sordos distingue claramente “lenguaje” de “lengua”, y explican que “lenguaje es solamente una función del ser humano”, que la tienen todas las personas pero no así los animales. “Esa función nos da la posibilidad de comunicarnos, pensar, reflexionar, actuar, y muchas otras cosas más”, agrega y aclara que “lengua” es el idioma de cada país o grupo humano y que hay muchas lenguas en el mundo, como el francés, el inglés, el alemán, el español.
Entonces, la Lengua de Señas es un idioma. Un idioma que utiliza el canal visual, no el canal sonoro. Por eso, las personas sordas, al no escuchar, prefieren comunicarse con una lengua visual: la lengua de señas.
La lengua de señas no utiliza solamente las manos, interviene todo el cuerpo, los rasgos faciales (también llamados RNM -rasgos no manuales-), el espacio, y muchos otros elementos que forman su gramática y que permiten organizar las oraciones y el discurso, igual que en cualquier otro idioma. Si se utilizaran sólo las manos se perdería significado. Los elementos gramaticales están contenidos en el espacio y los RNM.
Las lenguas de señas siempre existieron en todo el mundo, pero las investigaciones se iniciaron en Estados Unidos, donde el lingüista William Stokoe fue la primera persona en explorar y clasificar las características de las lenguas de señas de su país. En Argentina las investigaciones sobre la lengua de señas fueron iniciadas por la doctora María Massone.
La lengua de señas no es universal. La gramática es idéntica en todas las lenguas de señas, pero las señas son diferentes. Argentina tiene la LSA y cada país tiene su propia lengua de señas.
Deuda legislativa
El proyecto de ley sobre LSA, que fue inicialmente tratado en la Comisión de Población y Desarrollo Humano presidida por la senadora de Tierra del Fuego, Miriam Boyadjian, y que obtuvo media sanción del Senado en junio 2017, establece la lengua de señas Argentina como: lengua de las personas sordas en todo el territorio nacional. Se trata de un proyecto muy relevante porque reconoce a la comunidad sorda argentina como “minoría lingüístico-cultural”.
Sabina Melchiori
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