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Un encuentro musical que hace historia

Más de dos décadas de trabajo conjunto se alimentan de múltiples anécdotas y situaciones que vale la pena repasar. Algo de eso aparece en la entrevista a los integrantes del Grupo Encuentro, de Crespo, que gracias a la música recorrieron la provincia, el país y muchas partes del mundo.

Hace más de 20 años nacía por cosas del destino y de manera muy particular, un grupo que escribió una historia magnífica desde el primer momento. Jóvenes músicos que se cruzaron una noche de 1994 sin saber que a partir de allí los esperaba un camino que los llevaría a los principales escenarios de la Argentina; incluso comenzando con una gira europea.

La pequeña introducción es para hacer mención al Grupo Encuentro, uno de los conjuntos más reconocidos de la provincia por su extensa trayectoria y sus canciones con un sentido de pertenencia único. Los integrantes son Bruno Fhail (BF), Marcelo Wendler (MW), José Luis “Chelo” Butvilofsky (CHB), Juan Pablo Brambilla (JPB), Juan José Sieben (JS), Daniel Medrano (DM) y Hernán Brambilla. Siete músicos crespenses que llevan la bandera de la música entrerriana a todo el país a través de sus melodías.

MIRADOR ENTRE RÍOS se integró a un ensayo de Grupo Encuentro, para recorrer la historia; su inicio, el viaje a Europa, discos, anécdotas imperdibles, actuaciones en escenarios únicos y lo que viene.

–¿Cómo fueron los comienzos?

–BF: Sabíamos que éramos músicos aunque entre nosotros no nos conocíamos mucho. Yo por ejemplo sabía que Marcelo tocaba el violín y él sabía que yo cantaba, pero nunca habíamos tocado juntos. Con el Chelo y Juan Pablo nos conocíamos un poco más porque hacíamos folklore desde gurises. Una noche de 1994 nos juntamos para tocar en el Salón Municipal luego de una reunión del CIOFF, lo que para nosotros era común; pero resulta que entre el público estaba Ester Genaro, directora de la Agrupación Folklórica El Tala de Villa María (Córdoba). Nosotros no la conocíamos, no sabíamos quién era. Unos días después, yo estaba en la escuela cursando 4º año de la secundaria y llegó mi viejo a buscarme; lo primero que pensé fue que había pasado algo. Pero me dijo que me tenía que llevar a la Municipalidad porque había una reunión. No entendía nada.
Ahí nos cuentan que esa noche había estado Ester, nos pusieron en órbita de quién era y nos comentaron que a ella le ofrecieron un viaje a Europa y había tenido algunas complicaciones con la delegación. Nos dijeron que se acordó de nosotros instantáneamente y quería que nos sumemos al viaje. Al principio pensábamos que nos estaban haciendo una joda. Me acuerdo que lo primero que le dije a mi viejo cuando salí de la reunión fue: “Mami no me va a dejar ir” -entre risas-, porque eran otras épocas. Yo tenía 16 años y Juan Pablo tenía 14, Chelo y Marcelo eran un poco más grandes pero les pasó exactamente lo mismo.

“Además no era un viaje de una semana. Teníamos que estar allá 65 días recorriendo varios países, una locura”, sumó Brambilla.

–¿Cómo fue la preparación?

–BF: Fue todo rápido porque teníamos algo de dos meses solamente por delante. Y en ese tiempo, sacar el pasaporte por ejemplo era bastante complicado. Ni hablar siendo menores de edad, tuvimos que hacer una parva de papeles con autorizaciones especiales de nuestros padres para que justifiquen la salida del país a cargo de otro mayor y muchas cosas más.

El viaje

Corría el año 1994 cuando se realizó una edición más del Festival CIOFF, que se organizan en todo el mundo. Ahí fueron Juan Pablo, Bruno, Marcelo y Chelo que recorrieron por más de dos meses Holanda, Polonia, Ucrania, Alemania, entre otros lugares. “Fue una locura”, coincidieron todos buscando miradas cómplices recordando algo de todo lo que pasaron.

–¿Alguno manejaba otro idioma?

–MW: No, no, no. Yo tenía el inglés de secundario, el básico. Así que le metíamos abundantes señas y algo de diccionario, ja, ja.

–BF: Estuvimos alojados en casas de familias y lo que más recuerdo es que se nos complicaba al mediodía para comunicarnos con los que teníamos sentados enfrente. Un día en un almuerzo, los anfitriones habían preparado diccionarios como para que entablemos un diálogo y terminamos todos despanzándonos de la risa arriba de la mesa. Así que sólo nos comunicábamos por señas.

–JPB: Comíamos en silencio porque nos complicábamos solos sino (entre risas).

–¿Y a la vuelta?

–CHB: Después de 65 días juntos allá éramos como hermanos. Cuando llegamos a Crespo nos recibieron los bomberos y un grupo enorme de gente. Fue una cosa de locos.

–¿Siguieron tocando?

–MW: Sí. La relación con la Agrupación El Tala continuó y los acompañábamos en los viajes por todo el país. Hemos tenido el orgullo de tocar en el Festival Nacional de Peñas de Villa María y poder estar con Los Nocheros, Los Alonsitos, la Mona Jiménez, el Trío San Javier, Mercedes Sosa, entre otros. Nos codeábamos con gente muy reconocida en el mundo de la música. Y de alguna forma, nos veíamos representados en esos grupos folklóricos.

–¿Por qué el nombre del grupo?

–CHB: Surgió una noche en la que viajábamos a Ramírez con el “Negro” Zaragoza (N.R: Oscar Zaragoza es un locutor de Crespo, muy reconocido en todo el país por su trayectoria en el folklore). Él nos dijo: “¿Cómo no van a tener nombre? De alguna manera hay que presentarlos cada vez que suben al escenario. Lo de ustedes fue un encuentro, así que tienen que llamarse Grupo Encuentro”. Entonces esa misma noche, en el año 1995, nos presentamos así.

–¿Cómo fue la primera experiencia en Cosquín?

–BF: En el año ‘98 nos fuimos de vacaciones, alquilamos una casa y nos anotamos en todas las peñas callejeras. Llevamos un repertorio de temas del centro y norte de nuestro país que era fuertísimo, subíamos a tocar y hacíamos 10 de centro y norte, y dos de Entre Ríos solamente. Días antes del final del festival, nos llamó el coordinador general de las peñas y nos contó que estábamos entre los 5 finalistas de los 400 grupos que tocaron esa semana. Nos comunicó que el domingo a la tarde era la final y si ganábamos tocábamos a la noche en el escenario mayor. Una locura.

“Lo chistoso es que no sabíamos que era un concurso, incluso después nos enteramos que hay una organización donde durante todo el año eligen e invitan grupos y otros se inscriben con meses de anticipación. Nosotros fuimos de caraduras, bajamos las cosas y dijimos queremos tocar. Y afortunadamente nos dieron un lugar”, dijo Wendler.

“Finalmente ganó Gustavo Patiño, pero nos quedamos con la sensación de que merecíamos el primer puesto porque era impresionante cómo se levantaba la gente con la canción de los pájaros. Y había un grupo de Río Cuarto que la rompía también, entonces pensábamos que la decisión estaba entre nosotros dos y que podíamos ganar”, contaron.

“¿Querés una anécdota de eso?”, preguntó Butvilofsky quién siguió entre carcajadas: “Ese día de la final nos tocaba subir al escenario a las 3 de la tarde y hacía mucho calor. Entonces, cómo estábamos de vacaciones, fuimos de bermudas, ojotas y musculosa. Ni bien nos vio el coordinador nos mandó a cambiarnos urgente. ‘Chicos, ¿cómo van a subir así? Pónganse un pantalón largo aunque sea”, nos dijo y nosotros salimos a las corridas a cambiarnos”.

Por mi argentina

En agosto de 1999 grabaron su primer CD que llevó el nombre de “Por mi Argentina”. Tenía 14 temas: 2 chacareras y 12 del litoral con un alto porcentaje de chamarritas. “Ese fue nuestro quiebre, el gran vuelco a la música del litoral. Ahí comenzó un nuevo camino para el grupo”, señaló Fhail.

–¿Cómo fueron las giras de ese CD?

–BF: Anduvimos por todos lados, fuimos a Santa Cruz, viajamos a Chubut, La Pampa, a Buenos Aires donde cantamos en el programa “Movete” de Carmen Barbieri y visitamos la Radio Nacional en varias oportunidades. Y llegar al escenario mayor de Cosquín fue tremendo.

–CHB: Afortunadamente pudimos hacer una gran difusión de nuestro primer CD en Cosquín, ahí está todo el mundo. La primera tirada que hicimos de “Por mi Argentina” fue de 1000 CDs y 500 casetes.

–JPB: De hecho, en Crespo fuimos los primeros en grabar un CD. Hace 20 años todavía todo el mundo sacaba casetes, pero nosotros nos arriesgamos a innovar.

Un canto de libertad

El segundo trabajo discográfico de la banda lo grabaron en Crespo en 2002. “Fue una linda experiencia porque hicimos todo acá en la zona. Tanto la grabación, las fotos y las ilustraciones del librito que traía el disco. Fue medio artesanal, logramos un lindo producto”, relató Juan Pablo Brambilla.

–¿Cómo fue el momento de la separación?

–DM: Definitivamente fue en 2005, tocamos por última vez en Ramírez. Igualmente siempre hubo contacto o alguna conexión que nos terminaba juntando nuevamente aunque sea a comer un asado.

–BF: Cada uno tenía sus cosas personales y llegó el momento que se nos complicaba juntarnos a ensayar. Tuvimos la suerte de seguir ligados con la música cantando y tocando en otros grupos, pero siempre con la idea de volver algún día.

Vuelta al ruedo

En 2012 el escenario del Salón del Colegio Sagrado Corazón, fue donde Grupo Encuentro tuvo un breve regreso que quedó plasmado en un DVD. “Todo eso surgió en un asado. Queríamos brindarle a la gente un pequeño recuerdo de Grupo Encuentro. No me imaginé que llegaría a tener tanta repercusión, porque fue un éxito total. Ahí quizás tomamos dimensión y nos dimos cuenta de las cosas que habíamos logrado, ahora de grandes lo miramos de otra manera. Cuando éramos adolescentes para nosotros era normal ir a cantar hasta en los boliches”, apuntó Marcelo; a lo que Bruno sumó: “Tocamos dos veces en Pasaporte, una locura. (N.R: Pasaporte fue un boliche bailable muy popular de Crespo y zona). Nuestra música sonaba en los boliches, casamientos, fiestas empresariales, lo pasaban como un tema más”.

–¿La idea era juntarse por única vez?

–BF: Sí, a grabar el DVD y seguir nuestras vidas normalmente. Pero gracias al éxito de esa noche, nos contrataron para tocar en la Fiesta Nacional de la Avicultura y luego en principio de 2013 estuvimos también en la Fiesta del Pollo del club Sarmiento. Había intenciones de seguir ensayando para volver pero por problemas personales, todo se estancó.

–¿Y cómo fue la vuelta a los ensayos en 2017?

–JS: Siempre hablábamos cuando nos encontrábamos por ahí y así surgió. Yo me crucé un día a la mujer de Bruno y me dijo que él andaba con ganas de volver. Así se fueron dando las cosas y a los poquitos días estábamos ensayando nuevamente con la incorporación de Hernán Brambilla.

– MW: Yo me sumé en febrero de 2018 y ahí finalmente nos unimos todos. En 2017 no empecé los ensayos pero luego me convencieron. Al grupo lo vi como un espectador más en la Fiesta de la Avicultura y sentí que no podía estar abajo del escenario. Fue una sensación muy rara. Esa noche tome la decisión de volver.

El futuro

“¿Qué se viene para Grupo Encuentro?”, se preguntó. A borbotones surgieron los proyectos.

–JPB: Estamos trabajando mucho en el nuevo material que saldrá pronto. En noviembre tocaremos acá en Crespo, también vamos a estar en la Fiesta del Cordero y en algunos lugares más. Por el momento está todo muy tranquilo con respecto a las giras de verano, por los cambios de gestiones más que nada.

–BF: Igualmente tenemos la posibilidad de estar en festivales importantes. Ya empezamos a contactarnos con las organizaciones y por suerte nos aseguraron en varias carteleras. Uno apunta a cosas grandes, por la trayectoria y lo que es el grupo en toda la provincia. Ya estuvimos en los dos mejores festivales de Entre Ríos, en Diamante y Federal, y sería lindo repetir.

“Transmiten algo especial”

MIRADOR ENTRE RÍOS dialogó también con Ester Genaro, la directora de la Agrupación Folklórica El Tala de Villa María, quien fue la que en 1994 apostó por jóvenes músicos crespenses que luego se convertirían en embajadores de nuestra cultura.

“Cuando había reuniones del CIOFF en Crespo, me quedaba siempre en la casa de la familia Brambilla (N.R: Cachi y Mary son los padres de Juan Pablo y Hernán). En una de esas guitarreadas que se hacían después de cada reunión, subieron ellos que todavía no eran un grupo; y enseguida me llamó la atención su calidad. Yo tengo un oído muy fino para la música, y me di cuenta que algo tenían. El viaje a Europa fue una experiencia hermosísima e inolvidable, se hizo un grupo humano fantástico y con una calidad extraordinaria de músicos”, señaló.

Luego Ester recordó algo emocionada: “Son como mis hijos. Tengo sólo elogios para ellos, se merecen todo lo bueno que le pasa y más. Nosotros todavía seguimos armando cuadros de baile con sus canciones, porque realmente transmiten algo especial. Siempre digo que no sé cómo, ni por qué no son famosos; porque son espectaculares”.

Nicolás Piray
redaccion-er@miradorprovincial.com

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