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Una pareja vialense viajó hasta Uruguay en una bicicleta doble

Enzo Colombo y Candela Koludrovich son jóvenes estudiantes que recorrieron más de 800 kilómetros para llegar al país oriental. En diálogo con Mirador Entre Ríos, los novios comentaron que tardaron 24 días para realizar la travesía, luego de un arduo pero divertido viaje.

Las agujas del reloj marcan las 14. El cielo en Viale comienza a nublarse con el transcurrir de los minutos, mientras una llovizna se adueña del ambiente. Parecía que esas gotas, que golpeaban sobre el asfalto de la Ruta Provincial 32, se habían robado todas las ilusiones y el trabajo realizado durante semanas. Pero, pese al mal tiempo, no había vuelta atrás: Enzo Colombo (26) y Candela Koludrovich (21) estaban listos para encarar el viaje de sus vidas.

Con los pies sobre los pedales, los novios vialenses dieron marcha a la travesía con el objetivo de arribar a Cabo Polonio, un área protegida ubicada en el departamento Rocha de la República Oriental del Uruguay. Si bien no fue la primera salida que hacían juntos, lo más llamativo fue el medio de transporte en el que realizaron los más de 800 kilómetros.

Una bicicleta doble, conocida como “tándem”, cargó no sólo al binomio entrerriano sino también los bolsos, carpas, elementos de cocina y un sinfín de sensaciones, desde la alegría por conocer nuevos lugares hasta la incertidumbre de lo que se venía en el camino.

No fue una aventura para nada fácil. El tránsito, las inclemencias del tiempo y las condiciones del trayecto eran los cuestionamientos más frecuentes. Atrás había quedado la Capital Nacional del Asado con Cuero, la familia y los amigos, las comodidades y el confort. El desarraigo de los buenos hábitos fue lo más complicado pero la pasión y la adrenalina ganó la pulseada en los 24 días que duró el desafío. Asimismo, los estudiantes universitarios tuvieron que lidiar con el peso del velocípedo ya que cargaban más de 60 kilos, lo que dificultaba su manejo.

La iniciativa surgió hace unos meses atrás cuando la pareja emprendió rumbo a la Banda Oriental, pero como mochileros. “¿Qué te parece si nos vamos en bicicleta?”, le propuso Colombo a su amada. La pregunta estaba formulada con total honestidad aunque parecía ser una broma del momento. A fines de diciembre, con la sidra y el pan dulce bajo el brazo, el hombre de las ciencias exactas puso manos a la obra con el proyecto.

De los dos, Enzo era el más experimentado en lo que refiere a excursiones por el país y el extranjero. Anteriormente, había llevado adelante dos viajes al vecino país. Su medio de transporte fue la bicicleta. En el primero fue a Colonia y en el segundo visitó Punta del Este. El tercero, con Candela ya integrada al equipo, fue a dedo a Uruguay y el siguiente a Chile.

Sin lugar a dudas, el pasado 10 de enero quedará grabado para siempre en sus memorias. Villaguay se convirtió en la primera parada, luego de haber pedaleado durante seis horas con una velocidad promedio de 15 km/h. “Ahí hicimos la primera noche. Siempre tratando de buscar alguna estación de servicio o algún lugar seguro para quedarnos”, expresó la futura psicóloga a Mirador Entre Ríos.

“La Ruta Nacional 18 fue uno de los tramos más complicados ya que el estado de los caminos no nos ayudó mucho. Tratábamos de ir con los mayores cuidados posibles, más que nada en Entre Ríos porque las rutas estaban peligrosas. En Uruguay el camino estaba bien. Andaba mucho tráfico pero había mucha banquina, así que teníamos un margen para ir bastantes seguros”, dejó en claro el alumno de Ingeniería Civil.

Un regreso esperado

Amanece en Cabo Polonio, un pueblito ideal para desenchufarse de la cotidianeidad. A pesar del cansancio que se percibe en sus rostros, los cicloturistas vialenses están contentos porque llegaron a destino, aquel que anhelaron durante muchos días. La tranquilidad y la emoción los invade por dentro. La dupla se abraza fuertemente sabiendo que lograron el objetivo.

En ese territorio, ubicado al sureste de la República Oriental del Uruguay, no hay luz eléctrica, ni gas y agua. Su ingreso solamente se puede hacer caminando, ni siquiera en autos o en bici. “Es hermosísimo”, publicó Candela en su cuenta de Instagram posando con Enzo y el faro a sus espaldas. “El lugar es muy simple, un par de casitas, barcitos y hostels. La mayoría con paneles solares y agua traída desde afuera. Recorrimos bastante, pudimos ver focas y hasta delfines. No lo podíamos creer pero es real, hay delfines. Es espectacular”, sostuvo la amante de la actividad física.

El retorno a la Argentina alternó pedaleadas, dedos y colectivos, que generosamente levantaban a los jóvenes tras la odisea en tándem. En ningún momento del viaje, tanto de ida como de vuelta, faltó el romanticismo. Los besos y las selfies sobre la ruta fueron protagonistas indiscutibles, sumado al constante apoyo de la gente, la llama que los mantuvo despiertos en todo el trayecto.
“Se disfrutó mucho, fue una linda experiencia y nos dejó muchas cosas positivas. Un viaje así te ayuda a lograr un montón de objetivos. Valoras todo lo cotidiano que no tenés, la familia y los amigos”, reflexionó la joven tras el regreso a la ciudad natal. Allí los esperaban con banderas, muchos aplausos y abrazos. Posteriormente, ambas familias se juntaron para comer unas ricas pizzas y empanadas, con los relatos de la hazaña como eje transversal.

Candela aprovechó la ocasión para invitar a aquellos que quieran aventurarse en esta “loca” pero linda iniciativa. “Que la gente que lo quiera hacer que se anime porque es una hermosa experiencia, más allá de lo que cuesta”, culminó.

En detalle

-¿Cómo se conocieron?

(Candela)-En realidad, acá en Viale se conoce todo el mundo porque es un pueblo chico. A él lo conocía porque iba a la escuela con su hermana. Pero hace tres años, nos conocimos en una fiesta por unos amigos en común. A mi me gustaba él. Entonces yo le conté a una amiga y ella le contó a Enzo. Así se armó el romance. Todo comenzó cuando Enzo llegó a Punta del Este en bicicleta. Yo no lo podía creer. Me acuerdo que estaba trabajando en un bar en ese momento y él salió en el diario, entonces les leí la noticia a todos los chicos que trabajaban conmigo. Estaba deslumbrada.

(Enzo)-Yo también la tenía en vista. Nunca habíamos hablado ni nada por el estilo. Nos encontramos y ahí fue donde nació la relación, por un viaje que yo realicé. Siempre hacemos los viajes juntos.

-¿Cómo se llevan entre ustedes?

(Candela)-Nos llevamos bien aunque peleamos bastante (risas). Hay que reconocerlo y, de hecho, en el viaje tuvimos nuestras peleas. No convivimos juntos, vivimos separados porque cada uno tiene su familia. Nos queremos un montón y por eso hay que poner lo mejor de cada uno para que esto funcione.

-¿Cuál fue la reacción de la familia cuando le comentaron el proyecto?

(Enzo)-Mi familia ya está un poco acostumbrada porque este es el quinto viaje que hago. Siempre trato de mantenerlos en calma y prácticamente los días antes de salir les digo. Por ahí, es un poco duro de mi parte pero es para no andar meses antes preocupándolos. Trato de que sea más corta la expectativa. Además, me ayuda a mi porque sino todos vienen a preguntarme sobre cómo va a ser el viaje, me terminan llenando de dudas y capaz no termino saliendo.

(Candela)-De mi parte, no lo tomaron tan bien en mi casa. Sabían que nos íbamos a Uruguay pero no cómo íbamos. Cuando le dije a mi mamá que viajábamos en bicicleta fue un caos. Al principio ella no quería, yo la entiendo porque tenía mucho miedo, uno se pone nervioso porque no sabes cómo es el camino. Por suerte lo tomaron bien, mis hermanos estaban contentos y mis amigas también. Durante el viaje tuvimos mucho apoyo de la gente y eso te ayuda un montón para mantenerse positivo.

-¿Cuánto te sirvieron las horas en la facultad de ingeniería para armar la bicicleta?

(Enzo)-Los conocimientos de ingeniería me permitieron saber cómo iban los cuadros, si le faltaba agregar o quitar alguna parte que esté de más. Al principio íbamos a ir cada uno en una bicicleta. Este año hice duatlón. Ya estoy entrenado y vengo compitiendo durante todo el año. Candela no tuvo ningún entrenamiento, entonces para ayudarla o que podamos ir los dos al mismo ritmo decidí hacer la bicicleta doble pero a modo sorpresa para ver cómo se lo tomaba. Ella quedó sorprendida cuando se la mostré porque no pensó que iba a ser capaz de hacer una locura así.

-¿Qué pueden comentar de la comida?

(Candela)-No teníamos una alimentación variada. Mucha harina, pan o facturas. Tratábamos de desayunar con chocolatada o galletitas para que nos dé carbohidratos. Al mediodía comíamos arroz o fideo con atún. Comíamos muy poca carne, más que nada era comida comprada como sándwiches o de carribar. Se complicaba bastante al andar así.

-Más allá del cansancio físico, también hay un desgaste mental ¿Cómo lo encaran?

(Enzo)-Estamos acostumbrado porque cuando uno se va de mochilero ya tiene que salir con la cabeza preparada, sabiendo que podés quedarte en algún lugar durante horas. Hay que ser fuertes y saber que, en algún momento, alguien te va a dar una mano o te van a levantar para continuar. Más que física, es psicológica la preparación que uno tiene que tener para un viaje así.

José Prinsich
redaccion-er@miradorprovincial.com

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