Por un lado, están los que sostienen un modo tradicional en la relación del docente, los saberes y los aprendientes y, entonces, prefieren que los celulares sean apagados en el aula o que directamente no los lleven a la escuela.
Están también los que lo consideran un elemento imposible de prohibir, dado que la mayoría de los alumnos lo tiene, incluso por cuestiones de seguridad, aunque acepten que en los hechos distrae.
Por último, no faltan profesores y especialistas que insisten en la conveniencia de incorporar el teléfono celular al aprendizaje.
Algunos plantean que es básico acordar con los alumnos que, al comenzar la jornada, el celular debe estar silenciado y que solo podrán usarlo en caso de necesidad de trabajo en el aula, o en los recreos por una necesidad real vinculada a sus padres. Es parte del contrato pedagógico, es decir, de los términos que regularán la relación.
En ese sentido, hay que acordar también qué hacer con los aparatos. Una alternativa es depositarlos en un lugar determinado, de manera que sean fácilmente identificables y que sólo se entreguen al salir al recreo, al término de la clase o por una propuesta del docente.
En ese sentido se considera que el niño aprende responsablemente si, además, acepta a mantenerlo en vibrador o en silencio con el compromiso de usarlo solamente en el recreo. Y a su vez, establecer en la primera reunión con los padres, que sólo llamarán o mandarán mensajes si tienen alguna necesidad de comunicación urgente y en los horarios de recreo. Lo importante es que el celular no sea un elemento de distracción para el trabajo áulico y que no atente contra la convivencia.
Según una encuesta, el 52 por ciento de niños y adolescentes de entre 9 y 18 años posee un dispositivo móvil y lo usa para estar comunicados fuera de casa y por “seguridad”, es decir, permite a los padres saber dónde están, si salieron antes de la escuela y demás. Además, nueve de cada diez encuestados aseguró que controla el uso que le dan sus hijos al móvil, para estar más seguros y prevenidos. Sin embargo, menos de la mitad lo lleva al colegio pero sólo para avisar si llegaron bien a destino. La gran mayoría de los padres no ve de buena manera que lo usen para distraerse en el aula.
Con relación al potencial que tiene la tecnología dentro de aulas, los teóricos apuntan en primer lugar que tiene que ver con la democratización del conocimiento y que está relacionada con un enfoque más de derecho y que permite acceder al conocimiento relevante que circula por internet. Sin embargo, para los que transitan la escuela a diario prefieren pensar en términos de racionabilidad pedagógica y preguntarse, entonces, cómo la tecnología puede ayudar a contribuir mejores aprendizajes. En ese sentido, no da lo mismo que las escuelas tengan o no un buen servicio de Internet.
Ahora, si el chico se aburre en la escuela, lo mejor es preguntarse por los porqués, para que se aprenda también desde la experiencia del alumno y que, además, lo que aprenda sea relevante. Pensar a los estudiantes desconectados de la cultura digital no es constructivo. Al contrario, parte de la función de la escuela es alfabetizarlos digitalmente y enseñarles a usar la tecnología.
Es un hecho que los móviles no sólo sirven para hablar por teléfono, sino que disponen de muchas más funciones, de las que hay que sacar una ventaja pedagógica.
Así las cosas, es probable que con los dispositivos móviles se podrá interactuar en las aulas en un futuro no tan lejano, de manera sostenida, con fines pedagógicos. Todo depende de la disposición y formación que tengan los docentes, una de las responsabilidades del Estado
MÁS CARO. Hay otros temas vinculados con la vuelta a clases. Es que, según datos oficiales, la vuelta a la escuela costará un 20% más que el año pasado
Uno de los primeros relevamientos fue por el Instituto de Estudios de Consumo Masivo (Indecom) en base a la recorrida, durante la segunda quincena de enero, de un total de 118 comercios minoristas y mayoristas que ofrecen artículos escolares en la provincia.
La primera conclusión del sondeo es que los precios subieron casi un 30 %. Según el informe del relevamiento, “en su mayoría, si se toma el último bimestre, los precios no registraron subas desmedidas, porque las compras mayoristas de esos productos los comerciantes las realizaron durante los últimos meses del año anterior, cuando ya se había producido el aumento”, aunque, “de manera interanual -tomando el periodo de enero 2017 a enero de 2018- los aumentos trepan desde un 15,6 % hasta un 28,8 %, según el producto, promediando subas de un 22,2 %”.
Otro aspecto a destacar es que algunos aumentos se fueron dando durante 2017 y no son estrictamente de 2018.
Incluso, para el caso de muchos aumentos que no son considerables, tiene que ver el hecho de que los comerciantes, en su mayoría, compraron a fines del año pasado, antes de los últimos aumentos del dólar.
Otra cosa que se nota es que los artículos atados al dólar son, dentro de la canasta, los que más subieron, tales como todo lo que tenga componentes de goma, los artículos de oficina de uso escolar y los pegamentos.
También el papel se encareció en el último año particularmente, ya que sufrió incrementos del orden de entre el 8 y el 10% mensual el año pasado
LAS RELACIONES. El otro asunto viene de la mano de los resultados de una encuesta inquietante: 6 de cada 10 alumnos son víctimas de bullying en la escuela.
Se trata de una modalidad que va en aumento sobre todo durante la primaria y que, según denuncian los familiares de las víctimas, no se aborda el tema con seriedad en las escuelas.
Muchos niños, que vivieron las vacaciones justamente como un alivio, se están enfrentando hoy mismo a la posibilidad de que con la vuelta a la escuela regresen los insultos y la burla.
De todos modos, el abogado Javier Miglino especialista en Asuntos de Derechos Humanos y Protección de la Niñez, y fundador de la organización Bullying Sin Fronteras, alertó que “el acoso ya no se corta con las vacaciones, porque los chicos que lo perpetran actúan por redes sociales, como Facebook o Twitter, enviando mensajes a sus víctimas”.
Los datos de la organización revelan que sigue creciendo el acoso en la escuela (bullying) en el ámbito de la República Argentina, manteniéndose el aumento de la cantidad casos denunciados en torno al 40 por ciento anual”.
El ciclo lectivo 2014 cerró con un promedio mensual de casi 100 hechos alertados a las autoridades. “El 70 por ciento de ellos se registra en Capital Federal, el Conurbano bonaerense, Rosario, Mendoza, Córdoba, Neuquén, Chubut, Salta, Corrientes y Formosa”, dijo Miglino.
“América Latina es un punto rojo de gravedad con México, Colombia, Perú, Guatemala y Argentina, a la cabeza, mientras en los Estados Unidos se elaboraron estadísticas que hablan de un caso de bullying cada siete minutos”, dijo Miglino.
En ese sentido, el letrado aseguró que “es obvio que la escuela no está abordando el tema con seriedad y está llevando la discriminación por cuestiones de belleza y sofisticación a niveles insoportables, de modo que aquellos chicos y chicas que son más bellos, se visten mejor o tienen modales más refinados, son golpeados salvajemente”, dijo Miglino.
fuente el diario