*Padre Enrique Laumann*
El padre Enrique nació en la ciudad alemana de Borghost el 10 de octubre de 1912 y a los 27 años se ordenó sacerdote en la Congregación del Verbo Divino. Fue destinado como misionero, primero a China y luego a nuestro país, a Córdoba. El 21 de mayo 1959 llegó a la localidad de Seguí.
La realidad en esa época era que los jóvenes de Seguí terminaban la escuela primaria y no tenían un colegio de nivel medio para continuar sus estudios, sólo algunos podían viajar a otras ciudades para hacerlo. Por ello, Laumann rápidamente, se reunió con algunos vecinos del pueblo para pensar propuestas que velaran por la cultura de la juventud y su acercamiento a la Iglesia. Una de las propuestas fue la creación de un colegio secundario y hasta que Laumann residió en Seguí aunó esfuerzos desinteresados de gran parte de la comunidad en la concreción de ese proyecto.
En 1968 se lo destina a la localidad de Palpalá en Jujuy y fallece el 7 de julio de ese mismo año en un accidente.
El señor Raúl Schmidt, quien conoció mucho al padre Enrique y trabajó con él, expresó algunas palabras que a las nuevas generaciones nos permiten comprender sobre aquel sacerdote. Raúl lo ha descrito como alguien con fuerte temperamento que lo compensaba con un gran corazón. Laumann era considerado un personaje moderno, visionario, celoso sacerdote y trabajador incansable. En los años que estuvo en Seguí promovió una serie de actividades como un cine y un club recreativo y deportivo en las instalaciones de la parroquia.
Era una persona muy singular para la época y para el pueblo, era muy llamativo por la vestimenta que solía usar cuando no vestía la tradicional sotana, recorría el pueblo en una bicicleta y para distancias más largas tuvo una moto “Norton” y un Citroen 2CV. Una vez le expresó a Raúl Schmidt que su hobby era nadar en el mar. No acostumbraba a tomar decisiones a la ligera, antes de hacerlo caminaba por la vereda que conducía hasta la parroquia y antes de llegar volvía al colegio con una solución.
Rogelio Villanueva, quién estuvo presente en la primer asamblea convocada por Laumann afirmó que el deseo del Padre Laumann era instalar para la Iglesia el faro que iluminara el camino a esa juventud y que la atrajera hacia ella, para luego orientarla, despertarle vocaciones, algo que hiciera de ellos hombres y mujeres de provecho, útiles a la sociedad.