“Ante cualquier crisis mundial, por más fuerte que sea, si hay algo que nunca dejará de consumirse (puede variar la conformación de la dieta, pero no la necesidad básica de alimentarse) son los alimentos; eso nos juega a favor, por lo que el mercado no cae tanto o se puede recuperar más rápidamente ante otros que son secundarios o no son tan importantes para la vida humana”, afirmó a AIM el responsable del departamento de Cereales de la Cooperativa Agrícola Ganadera de Servicios Públicos Aranguren (Coopar), Sebastián Balbi.
La globalización y el flujo de mercancías y de personas esparcieron en poco tiempo un virus que contrajo la población China y que aún no tiene cura, y afectó las economías de todos los países del mundo. La pandemia del Covid-19 generó una de las peores crisis económicas del mundo. Para muchos, es superior a la gran depresión, que comenzó en 1929 y se prolongó durante la década de 1930. El panorama se tornó distópico, pero a nueve meses de 2020. el escenario global comienza mostrar señales de recuperación.
En Argentina, la situación fue mucho más compleja. El fin del gobierno de Mauricio Macri y la incertidumbre ante el advenimiento de un gobierno poco amigable con el sector agropecuario, exacerbó los ánimos a fines de 2019. Antes de la asunción del gobierno de Alberto Fernández, “hubo una oleada de ventas anticipadas (Forward) de trigo, maíz y soja, por temor a que el nuevo gobierno implemente un cambio en el esquema de retenciones y eso implique un aumento en las retenciones al campo, por lo que, en base a ese temor, los productores realizaron muchas ventas anticipadas, como una forma de cubrirse ante dicha eventualidad. Por otro lado, reinó mucha incertidumbre sobre qué iba a pasar con el tipo de cambio; si habría un desdoblamiento cambiario o qué iba a ocurrir; ante esto, el mercado operó mucho el Rofex (donde cotizan los Futuros de Dólar) como ámbito local y natural que brinda los instrumentos de cobertura para cubrirse ante los vaivenes del dólar”, comentó Balbi.
En este contexto, Argentina entró a la crisis global generada por la pandemia del Covid-19. La pandemia “golpeó a todos los mercados (de commodities agrícolas, monedas, metales, energéticos, etc…) por igual; es más, se dice que la crisis económica generada por la cuarentena a nivel global, está al nivel de la gran depresión de 1930, e, incluso, algunos economistas hablan que es superior o más profunda. En el caso de la economía Argentina, particularmente, el golpe fue aún mayor”. “Al mercado granario lo golpeó duramente, ya que hubo una caída de los precios del petróleo a nivel mundial (se destruyó) y, entre otros factores, eso impactó de lleno y directamente en las commodities agrícolas. Por ejemplo, como el precio del petróleo se destruyó a nivel internacional tuvo una incidencia catastrófica en la industria del etanol, lo que hizo que caiga el precio internacional del maíz”.
También, “hubo golpes directos e indirectos en todos los sentidos. En el caso de los grandes Fondos de Inversión (que –generalmente- cuando entran al mercado, tienen mucha injerencia en los precios de los granos, tanto a la suba como a la baja) realizaron lo que se denomina un ‘salto a la calidad’, es decir, salieron de las commodities agrícolas para refugiarse en otros activos de menor volatilidad, como es el caso del oro, lo cual llevó a que ese metal precioso comenzara a subir mucho, porque es un resguardo de valor natural en épocas de crisis. Además, se presentaron diversas variables que hicieron que el precio de las materias primas agrícolas se destruyera”.
Desde hace unos meses atrás, “afortunadamente, cambió el escenario del mercado agrícola internacional, ya que los fondos de inversión entraron fuertemente del lado Comprador en las commodities agrícolas, más que nada en soja y trigo, al estar ambos granos muy baratos y/o sobrevendidos”. Este cambio “se explica, en parte, por una caída en la estimación de producción norteamericana y algunos problemas en el trigo con los países de la Unión Europea y en Australia, lo cual puso nervioso al mercado, poniendo en duda la producción de ese cereal en los principales países exportadores del mundo”.
Alimentos, un mercado con firme demanda
El mercado de commodities agrícolas, es uno de los que más rápido logró su recuperación, consideró Balbi, y señaló que la humanidad precisa alimentos para seguir adelante: “Ante cualquier crisis mundial, por más fuerte que sea, si hay algo que nunca dejará de consumirse son los alimentos (puede variar la conformación de la dieta, pero no la necesidad básica de alimentarse). Entonces, esta situación nos juega a favor, por lo que no cae tanto o se puede recuperar más rápidamente ante otros mercados que son secundarios o no son tan importantes para la vida humana”.
En relación a lo climático, la falta de lluvias y los pronósticos de un año Niña, fueron otros factores de incertidumbre: “En nuestra provincia, el trigo se llegó a sembrar y ahora comienzan a jugar factores climáticos, y en eso estamos con un poco más de suerte, ya que hoy por hoy, en la provincia de Entre Ríos, los trigos no están tan mal si nos comparamos con otras, como Buenos Aires o Córdoba, donde hay estrés hídrico, y la condición de dicho cultivo es más preocupante”.
“Respecto a la soja disponible, el escenario de precios por suerte cambió, pero hay que ver cómo se desarrolla la cuestión climática para ver qué pasará con el trigo, el maíz o la soja de la Campaña 20/21”, remarcó el responsable del departamento de Cereales, quien detalló que ahora se está atravesando más que nada en un ‘mercado climático’, donde los factores fundamentales de mercado, en cuanto a las futuras cosechas, son quienes toman protagonismo en la conformación de precios”.
El escenario global para los precios de los granos
En cuanto a los precios de los granos, China está muy activa cerrando negocios con EEUU: “Hay un mercado climático tardío, por lo que el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) blanqueó deterioros en el estado de la calidad de cultivos norteamericanos; debido a esto, más la fuerte demanda genuina de China que se venía dando, y por último, el ingreso al mercado de parte de los fondos de inversión, armaron el combo perfecto que nos llevó a los niveles de precio actuales”.
En ese marco, “habrá que ver cómo sigue la demanda de China y qué pasará con la soja sudamericana, si se podrá sembrar y cómo evoluciona el cultivo en base al año Niña”. Otro factor “es que más allá del cultivo, los fondos de inversión (al estar tan comprados) son un factor de riesgo, porque si en algún momento revierten posiciones para tomar ganancias esos mismos pueden destruir los precios, por lo que hay que seguirlo de cerca”, precisó.
Por otro lado, en cuanto a la Cosecha 20/21 el ritmo de ventas de forward de maíz, trigo y sorgo es muy alto, pero no así con la soja porque el precio no es muy atractivo, por lo que el productor no se apresura a cerrar ventas”. Actualmente, el ritmo de ventas para la campaña de soja 20/21 “es de 1.8 millones de toneladas, es decir, el tres por ciento de la producción esperada, cuando el año pasado a esta misma fecha, el total comercializado era 3.9, casi 4 millones de toneladas y representaba el ocho por ciento de la producción. Por eso sostengo que la comercialización de soja nueva está más lenta para esta altura del año”.
En cuanto al maíz, Estados Unidos “confirmó un escenario de menor producción, por el deterioro de los cultivos y hay una leve recuperación de la producción del etanol en EEUU, pero no logra retornar a los niveles pre-pandemia. En tanto, China está activa comprando maíz norteamericano y los fondos de especulación están recortando posiciones vendidas “Ellos estaban en el maíz con un fuerte impulso bajista, con posiciones netas vendidas y ahora comenzaron a recomprarlas y eso hizo que el precio del maíz comience a traccionar”. Hacia adelante “habrá que ver la posición de China en Norteamérica y qué pasará con el recorte de producción estimada en dicho país. También, habrá que ver qué ocurrirá con el maíz en Sudamérica, tanto en nuestro país como en Brasil, y ver cómo impactará climáticamente el fenómeno Niña para el desarrollo de cultivo del maíz en el período de floración”.
Otro factor que pesa mucho en el maíz “es que hay una relación stock/consumo mundial elevadísima, por eso le cuesta más traccionar”. Sin embargo, a nivel local, tanto de la cosecha 19/20 como de la 20 /21, tenemos una demanda muy activa del lado de la Exportación y de los Consumos nacionales, “que está todos los días tratando de originar maíz, pero a futuro hay que ver qué superficie a sembrar le robará el sorgo, porque el precio de este cereal está muy elevado, es decir, ante las variables climatológicas y económicas se podría aumentar su producción en detrimento de la de maíz”.
Respecto al trigo de la campaña 20/21, en Entre Ríos la situación actual no está tan mal, pero habrá que ver de cuánto es la producción en base al impacto de la cuestión climática. “En el plano mundial hay un recorte en la estimación de producción de los principales exportadores del hemisferio Norte por lo que habrá que ver qué dice el USDA, y se tendrá que seguir la cuestión climática en Australia y Argentina”, comentó Balbi.
Una cooperativa con solidez
La crisis generada por el Covid-19 impactó fuertemente en todos los sectores. Sin embargo, desde que arrancó el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, Coopar “se ajustó perfectamente para seguir trabajando desde la modalidad home-office sin inconvenientes, atendiendo a las demandas de los productores y del mercado, y desarrollando las tareas normalmente”, aseguró Balbi y subrayó que la cooperativa “se adaptó a la perfección: tomó cierto recaudos con protocolos de trabajo, más que nada en las secciones donde el personal tenía que estar sí o sí”.
En ese marco, destacó que Coopar “es muy sólida financieramente, lo que da cierta fortaleza para atravesar con tranquilidad (gracias a la solidez y a los socios que conforman la cooperativa) las crisis locales y mundiales”. Además, subrayó que el campo “es un sector de la economía Argentina que se vio -en menor medida- afectado, con relación a otros sectores, es decir, se pudo seguir trabajando casi normalmente aunque impactó la baja de los precios internacionales de granos y en el mercado interno”.
La solidez de la cooperativa y la confianza de sus asociados hacen que Coopar proyecte hacia el futuro “atentos a las necesidades de los productores y estando a la altura de circunstancias: capacitándonos y brindando las mejores negocios y cotizaciones, con un espíritu de competitividad muy fuerte, porque eso nos permite mejorarnos constantemente y seguir creciendo”. En ese sentido, destacó que “el principio ético de trabajo, transparencia y buena fe caracterizan la calidad del servicio comercial”.