El informe Tendencias de la mortalidad materna revela retrocesos alarmantes para la salud de las mujeres en los últimos años, ya que el número de muertes maternas aumentaron o se estancaron en casi todas las regiones del mundo.
“Aunque el embarazo debería ser un momento de inmensa esperanza y una experiencia positiva para todas las mujeres, trágicamente sigue siendo una experiencia terriblemente peligrosa para millones de personas en todo el mundo que carecen de acceso a una atención sanitaria respetuosa y de alta calidad”, ha declarado el director general de la Organización Mundial de la Salud.
El doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus hizo esa afirmación al presentar el informe Tendencias de la mortalidad materna, que hace un seguimiento de las muertes maternas a nivel nacional, regional y mundial entre 2000 y 2020, y en el que se calcula que en ese último año hubo 287.000 muertes maternas en todo el mundo.
La cifra supone solo un ligero descenso con respecto a las 309.000 de 2016, cuando entraron en vigor los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Si bien el informe presenta algunos avances significativos en la reducción de las muertes maternas entre 2000 y 2015, los logros se estancaron en gran medida, o en algunos casos incluso se invirtieron, a partir de 2016.
“Estas nuevas estadísticas revelan la urgente necesidad de garantizar que todas las mujeres y niñas tengan acceso a servicios de salud críticos antes, durante y después del parto, y que puedan ejercer plenamente sus derechos reproductivos”, declaro el doctor Tedros.
En dos de las ocho regiones de las Naciones Unidas, Europa y América del Norte, y América Latina y el Caribe, la tasa de mortalidad materna aumentó entre 2016 y 2020 un 17% y un 15% respectivamente. En el resto, la tasa se estancó.
Es posible avanzar
El informe señala, no obstante, que es posible avanzar. Por ejemplo, dos regiones, Australia y Nueva Zelanda, y Asia Central y Meridional, experimentaron descensos significativos, de un 35% y un 16%, respectivamente, en sus tasas de mortalidad materna durante el mismo periodo, al igual que 31 países de todo el mundo.
“Para millones de familias, el milagro del parto se ve empañado por la tragedia de la mortalidad materna”, declaró por su parte la directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell.
“Ninguna madre debería tener que temer por su vida mientras trae un bebé al mundo, especialmente cuando existen los conocimientos y las herramientas para tratar las complicaciones más comunes. La equidad en la atención sanitaria ofrece a todas las madres, sean quienes sean o estén donde estén, una oportunidad justa de tener un parto seguro y un futuro saludable con su familia”.
El informe revela que el mundo debe acelerar significativamente los avances para cumplir los objetivos globales de reducción de la mortalidad materna; de lo contrario, estará en riesgo la vida de más de un millón de mujeres de aquí a 2030.
África subsahariana, la zona más afectada
En cifras totales, las muertes maternas siguen concentrándose en gran medida en las zonas más pobres del mundo y en los países afectados por conflictos.
En 2020, cerca del 70% de todas las muertes maternas se produjeron en el África subsahariana. En nueve países que se enfrentaban a graves crisis humanitarias, las tasas de mortalidad materna eran más del doble de la media mundial (551 muertes maternas por cada 100.000 nacidos vivos, frente a 223 en todo el mundo).
“Este informe es otro duro recordatorio de la urgente necesidad de redoblar nuestro compromiso con la salud de las mujeres y las adolescentes”, ha declarado el director mundial de salud, nutrición y población del Banco Mundial y director del Mecanismo Mundial de Financiación, Juan Pablo Uribe.
“Con medidas inmediatas, más inversiones en atención primaria de salud y sistemas de salud más sólidos y resistentes, podemos salvar vidas, mejorar la salud y el bienestar, y promover los derechos y las oportunidades de las mujeres y las adolescente”, añadió.
El acceso a la atención sanitaria es clave
Las hemorragias graves, la hipertensión, las infecciones relacionadas con el embarazo, las complicaciones derivadas de abortos inseguros y las enfermedades subyacentes que pueden agravarse con el embarazo, como el sida y el paludismo, son las principales causas de mortalidad materna. Todas ellas son en gran medida evitables y tratables con acceso a una atención sanitaria respetuosa y de alta calidad.
La atención primaria de salud centrada en la comunidad puede satisfacer las necesidades de mujeres, niños y adolescentes y permitir un acceso equitativo a servicios críticos como los partos asistidos y la atención prenatal y postnatal, las vacunas infantiles, la nutrición y la planificación familiar. Sin embargo, la baja financiación a los sistemas de atención primaria, la falta de personal sanitario formado y la debilidad de las cadenas de suministro de productos médicos amenazan los avances.
Aproximadamente un tercio de las mujeres no se someten ni siquiera a cuatro de los ocho controles prenatales recomendados ni reciben atención postnatal esencial, mientras que unos 270 millones de mujeres carecen de acceso a métodos modernos de planificación familiar.
Ejercer el control sobre su salud reproductiva, en particular las decisiones sobre si tener hijos y cuándo, es fundamental para garantizar que las mujeres puedan planificar y espaciar la maternidad y proteger su salud.
Las desigualdades relacionadas con los ingresos, la educación, la raza o el origen étnico aumentan aún más los riesgos para las mujeres embarazadas marginadas, que son las que tienen menos acceso a los cuidados esenciales de maternidad, pero las que tienen más probabilidades de sufrir problemas de salud subyacentes en el embarazo.
“Es inaceptable que tantas mujeres sigan muriendo innecesariamente durante el embarazo y el parto. Más de 280.000 muertes en un solo año es inconcebible”, declaró la directora ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas.
Natalia Kanem asegura que “podemos y debemos hacerlo mejor” invirtiendo urgentemente en planificación familiar y cubriendo el déficit mundial de 900.000 comadronas para que todas las mujeres puedan recibir la atención vital que necesitan.
“Tenemos las herramientas, los conocimientos y los recursos para acabar con las muertes maternas evitables; lo que necesitamos ahora es voluntad política”, dijo.
Repercusiones por COVID-19, aún por aclarar
La pandemia de COVID-19 puede haber frenado aún más los avances en materia de salud materna.
Teniendo en cuenta que la serie de datos actual termina en 2020, se necesitarán más datos para mostrar el verdadero impacto de la pandemia en esta materia. Las infecciones por COVID-19 pueden aumentar los riesgos durante el embarazo, por lo que los países deben tomar medidas para garantizar que las mujeres embarazadas y las que planean un embarazo tengan acceso a las vacunas contra esta enfermedad y a una atención prenatal eficaz.
“Reducir la mortalidad materna sigue siendo uno de los retos sanitarios mundiales más urgentes”, afirmó el director de la división de población del departamento de asuntos económicos y sociales, John Wilmoth.
“Poner fin a las muertes maternas evitables y proporcionar acceso universal a una atención sanitaria materna de calidad requiere esfuerzos nacionales e internacionales sostenidos y compromisos inquebrantables, especialmente para las poblaciones más vulnerables. Es nuestra responsabilidad colectiva garantizar que todas las madres, en todas partes, sobrevivan al parto, para que ella y sus hijos puedan prosperar”, concluyó.