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Calor sin fin: cómo impacta el agobio térmico y su influencia en la salud mental

Afirman que el calor “aumenta las conductas disruptivas, porque es un factor de molestia, de estrés y un generador de ansiedad”. Por qué irrita más ahora, que si fuera en enero. Cómo impacta el agobio prolongado de las altas temperaturas.
Marzo con más de 35 grados y una sensación térmica que se acerca a 40. Las vacaciones ya terminaron y hay que encarar las actividades cotidianas con mucho calor. Todo indica que las altas temperaturas no ayudan y que predisponen a transitar el día con mayor irritabilidad. Dos especialistas cuentan qué hay de cierto en el impacto del agobio prolongado de las altas temperaturas.

Impacto negativo

Martín Etchevers, doctor en Psicología y secretario de investigaciones de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), se refiere a un trabajo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2016, en el que detallan los efectos de las temperaturas elevadas (y también de las bajas).
“Se trata de una guía de cuidados asociados a la salud en relación al cambio climático en la que aseguran que vivir con 32 grados o más por varios días impacta en forma negativa en el organismo en general y la salud mental en particular”, advierte Etchevers.

“Puede generar irritabilidad, ansiedad, que la persona se sienta deprimida y agotada. La exposición prolongada al calor afecta, además, la calidad del sueño”, cuenta.
Y dormir mal también tiene consecuencias como: “falta de concentración, cansancio, mayor predisposición para discutir y tener conflictos en situaciones cotidianas”.
Adaptación y vestimenta

Que ocurra en marzo y no en enero es otro factor que agrava la situación. “Tiene que ver con la falta de adaptación al cambio climático que hace que, por ejemplo, alumnos usen hoy uniformes acordes a 20 grados y no a 35”, señala Etchevers, que suma como ejemplo la ropa que deben usar las fuerzas de seguridad. “Están de largo y con tonos oscuros pero al sol y con 40 grados”, agrega.
“Esa vestimenta produce mayor incomodidad y más dificultades para regular las emociones”, aporta.

Y la época del año es importante. “En enero está socialmente permitido andar en ojotas, en marzo ya no. La gente no suele ir a trabajar en short, y existe un patrón de vestimenta y comportamiento que no tiene demasiado que ver con el clima”, destaca y dice que los chicos y los adultos mayores son los que sufren más las altas temperaturas.
Impacto en el trabajo y la salud

Etchevers también comparte un estudio de Nueva Zelanda, Australia y Suecia sobre el impacto del cambio climático en el trabajo y la productividad, que resalta que el calor afecta la productividad y el rendimiento de los trabajadores.
Además, alerta sobre un aumento en los gastos de salud asociados al impacto físico y psicológico que tienen las altas temperaturas en las personas.

Factor de molestia y ansiedad

Según el psicólogo y sociólogo Martín Wainstein, director de la especialización de Psicología Clínica de la UBA, “el calor aumenta todas las conductas disruptivas y entre las personas que tiene algún tipo de trastorno, incrementa los síntomas ya que se trata de gente con menos recursos para enfrentar la incomodidad”.
Esto tiene que ver con que “es un factor de molestia, de estrés y un generador de ansiedad”, afirma a Clarín.

A su vez, en este momento del año, al calor se suma la vuelta de las vacaciones y el reencuentro con el trabajo y la ciudad funcionando al 100%. “No es lo mismo soportar las altas temperaturas en la playa que en el subte en hora pico”, opina Wainstein sobre el cambio de contexto.

Edificios escolares

Los niños también se irritan más cuando aumenta la temperatura y acá también entra en juego las condiciones en las que estudian.
Muchos colegios tienen uniformes para clima europeo y los alumnos sufren al usarlos con 36, 38 o hasta 40 grados de sensación térmica.
También sucede que muchas escuelas no están preparadas con aire acondicionado para soportar estos niveles de calor, que hace unos años no se registraban en marzo.

El cambio climático llegó antes que el cultural. Tenemos un clima subtropical en el que no estamos cómodos por la forma en la que elegimos vivir. A veces también cuesta dormir. Y el insomnio trae más trastornos asociados. Descansar mal hace que trabajemos mal y también afecta el estado de ánimo y el humor”, cierra.

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