La inflación esperada para la Argentina es mucho mayor a lo que puede rendir una inversión en pesos. También sobra liquidez. Todos los incentivos alineados para comprar dólares.
La enorme cantidad de pesos que está inyectando el gobierno nacional en el mercado, en un intento por minimizar el brutal parate económico, se convirtió en combustible para la demanda de dólares en el mercado bursátil.
En solo dos días, los dólares “contado con liquidación” o “mep” pasaron de 94 a 112 pesos, ampliando la brecha con el dólar oficial a cerca del 70%. Hasta el dólar “solidario” quedó retrasado un 25% contra el dólar realmente libre. Es posible que las compras de 200 dólares por persona -el límite mensual autorizado por el BCRA- se hayan disparado en estas horas.
Con el Banco Central liberando pesos mediante la no renovación de letras de liquidez, y tasas de interés reales negativas, la opción por el dólar resulta obvia. Los que tienen pesos en blanco -empresas, inversores en general- van en busca de divisas a través de la compra y venta de títulos públicos que cotizan a la vez en pesos y en dólares. Un dato para explicar lo que está sucediendo: en los últimos 45 días el Central lleva emitidos más de 600.000 millones de pesos.
Los que pueden hacerlo, se endeudan en pesos a tasas negativas para poder comprar dólares. Estos pesos pueden venir de los propios préstamos al 24% anual que está impulsando el Gobierno. O de tomar préstamos en pesos en el mercado bursátil a través de la caución. En cualquier caso, las tasas de interés negativas en términos reales frente a la inflación esperada alinearon los incentivos para salir a comprar dólares.
Dicho de otra manera, se desarman plazos fijos (muchos fondos comunes de inversión tenían liquidez en ese instrumento) porque no vale la pena apostar a una tasa nominal de 12 o 14% frente a un dólar paralelo que sube 10% en un día. Lo mismo los individuos. Si les vencieron plazos fijos en estos días, los bancos les ofrecen tasas de interés muy bajas. Los que pueden, van al dólar bolsa.
Hay que considerar que el dólar contado con liquidación (para sacar dólares a una cuenta en el exterior) es una operación que se cierra en el día para las personas jurídicas. Solo los individuos o “personas físicas” están obligados a esperar cinco días hábiles para cerrar la operación cambiaria. Es decir, tienen que comprar el bono hoy, por ejemplo, debe esperar cinco días para venderlo contra dólares billete depositados fuera del país. No así para el caso del dólar Bolsa o MEP, donde todo el mundo puede transformar pesos en dólares en el acto. Naturalmente, los inversores institucionales tienen hoy más pesos que los ahorristas.
La opción por el blue está parcialmente detenida, por culpa de la cuarentena y el coronavirus. De hecho el dólar ilegal quedó en la zona de los 90 pesos, en las pocas operaciones que se concretan. Hasta los cueveros tuvieron que guardarse, a pesar de que los spreads se agrandaron y la ganancia para el intermediario es bien jugosa.
Otro ingrediente que traer inquietud -que se traduce en mayor demanda por moneda dura- es que se instaló la impresión de que el ministro de Economía, Martín Guzmán, intentará arrancar las negociaciones con los bonistas con una oferta extremadamente dura, que fácilmente podría derivar en el rechazo cerrado de los acreedores y el consecuente default.
Otra cosa a tener en cuenta: la caída de los commodities agropecuarios supone menos dólares por las exportaciones de cereales y oleaginosas. Es decir, menos liquidaciones de divisas, encima al tipo de cambio oficial.
La mezcla de fuerte emisión monetaria, creciente déficit fiscal, parálisis económica, caída de exportaciones y un eventual default son cinco elementos que permiten explicar fácilmente esta disparada del dólar paralelo.