Víctor Ludi
El softbol argentino está atravesando el mejor momento de su historia. En apenas 39 días, el seleccionado masculino de mayores tocó el cielo con las manos al obtener sus dos logros más resonantes, ya que se consagró campeón en el Campeonato Mundial que se desarrolló en Praga, República Checa (la final fue el domingo 23 de junio) y al quedarse con la medalla de oro en los Juegos Deportivos Panamericanos que se están llevando a cabo en Lima, Perú (el partido definitorio fue el jueves 1 de agosto).
Estas coronaciones trascendieron las “fronteras” de la disciplina y pusieron al plantel en boca de todo un país que, pese a ser en gran parte desconocedor de la materia, acompañó y se mostró orgulloso por lo hecho por ese grupo de jugadores amateurs, que reparten su tiempo entre el deporte, el trabajo y/o estudio. Como no podía ser de otra manera, donde más se percibió esta empatía fue en Paraná, la capital nacional del softbol y cuna de la gran mayoría de los integrantes de la plantilla que alcanzó la gloria.
Y hubo un jugador que se “coló” entre los más experimentados y que con apenas 20 años se dio el gusto de festejar a lo grande.
Se trata de Gian Marcos Scialacomo, el más joven del plantel, quien en octubre del 2018 fue convocado por primera vez al seleccionado mayor. Sus buenos desempeños y dedicación convencieron al head coach del equipo, Julio Gamarci, quien lo eligió para formar parte de la plantilla en las competencias internacionales y éste le retribuyó la confianza al entrenador respondiéndole en el diamante.
Luego de que la delegación Albiceleste arribara proveniente de tierras peruanas, Mirador Entre Ríos se contactó con el jugador del Centro de Educación Física (CEF) número 5 de Paraná.
“Fue un mes tremendo, inexplicable e inolvidable para todos los chicos que integramos el plantel”, contó y luego se refirió a las competencias: “cuando llegamos a Perú la gente nos felicitaba por el título mundial. El primer partido en los Panamericanos, en el que le ganamos 4 a 3 a México, sentimos el peso de que llegamos como candidatos, pero después jugamos súper tranquilos el resto de los partidos. Sabíamos que debíamos sacarnos el Mundial de la cabeza y que teníamos que afrontar otro torneo muy importante para nosotros. Recién ahora tenemos tiempo para festejar lo que logramos porque, después de volver del Mundial, muchos jugadores se fueron a Estados Unidos a prepararse. Además, no podíamos relajarnos porque se nos venía otro importante desafío”.
A la hora de destacar la principal virtud que tuvo Argentina para poder gritar campeón dos veces en menos de 40 días, no dudó en afirmar que fue “principalmente la unión que tuvo el grupo, éramos una familia y eso nos hacía salir a la cancha de una manera distinta”.
“Antes de afrontar estos torneos teníamos como objetivo mejorar la marca histórica en cada competencia, que eran el cuarto puesto en el Campeonato Mundial y la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos. De la manera que logramos el título en la República Checa fue increíble, mientras que en Perú nos consagramos invictos. Antes de jugar la final de los Panamericanos sentíamos que no se nos podía escapar porque a Estados Unidos le habíamos 3 a 0 el primer partido y 8 a 0 en el segundo. Además, estábamos muy bien y convencidos. No les dimos chances ni de llegar a la tercera base (NdeR: fue 5 a 0). Ahí sí pudimos completar el festejo”.
Luego de medirse con los mejores seleccionados del continente y del mundo, Gian reconoció que fue un compañero suyo el que más lo impactó: “Lo que hace Bruno Motroni es increíble. Él levanta al equipo. En el Mundial, contra Nueva Zelanda, arrancamos 4 a 0 abajo y nos decía que no decayéramos porque los bateos ya nos iban a salir. Y con un home run de él pudimos ganar 6 a 4 en un partido tremendo”.
¿Futuro referente?
Gian fue el más joven del plantel campeón mundial y panamericano. Con 20 años integró el equipo que hizo historia y, además, le puede sumar a su CV que formó parte del elenco que compitió en los mundiales juveniles del 2016 y 2018.
Consultado por si se imagina siendo uno de los referentes del softbol argentino luego de que los jugadores históricos decidan dar un paso al costado, se mostró más que seguro. “Soy muy amigo del más grande del plantel, Manuel Godoy, que siempre me dice que tengo que entrenarme muy duro y dedicarme mucho para que la camada que se vendrá pueda seguir los pasos y tomar la posta que ellos nos dejaron. Esto que viví me va a servir mucho como experiencia para el futuro”.
Una experiencia inolvidable
Además de hablar de la competencia, Scialacomo también contó cuáles fueron sus sensaciones luego de haber estado en la villa panamericana, el lugar donde se alojan y conviven todos los atletas, en el que se vive el espíritu amateur del deporte.
“Fue realmente inolvidable estar cerca de deportistas como (Luis) Scola, (Facundo) Campazzo o cualquier deportista amateur que, como nosotros, tenía el sueño de representar al país de la mejor manera”.
Otro campeón en la familia
El apellido Scialacomo es más que conocido en el softbol paranaense. La pasión por el deporte del bate y el guante se ha transmitido por generaciones y, en la familia de Gian, hay otro integrante que se dio el gusto de ser campeón del mundo. Se trata de su hermano, Giuliano, quien formó parte del plantel que se coronó en el Campeonato Mundial Juvenil que se llevó a cabo en la capital entrerriana, en 2012.