La carrera electoral está desatada y ya a punto de definirse las listas con los nombres de un lado y del otro de la grieta, toda la atención pasará a las expectativas respecto de los resultados. Caso infrecuente, oficialismo y opositor tienen confianza en ganar y como están las cosas, unos y otros se atribuirán la victoria cuando las urnas hayan dado su veredicto. Más allá de que está claro que los títulos de los diarios nacionales harán hincapié en el resultado en el principal distrito del país: Buenos Aires, definido desde 2005 como “la madre de todas las batallas”.
Ese es un detalle de singular importancia, qué duda cabe. Pero más que nada pensando en 2023. Porque no será lo mismo para el Gobierno transitar el resto de su (¿primer?) mandato aquilatando una victoria en el principal distrito y su más importante bastión electoral, que habiendo sido allí derrotado. O aun ganando por poco.
Pero independientemente de lo que vayan a decir los titulares del día después, lo que se juega estrictamente en esta elección es la composición del Congreso para los próximos dos años. Con un detalle no menor que es el de que Juntos por el Cambio deberá renovar los legisladores obtenidos en su mejor elección, la de 2017. Esto es, tiene que renovar nada menos que nueve diputados más que el actual oficialismo, que como Frente de Todos pone en juego 51 escaños. Un número que incluye nombres que en 2017 participaron bajo distintas denominaciones y objetivos (Unidad Ciudadana o Frente Renovador), pero que hoy conviven en el Congreso bajo un mismo techo.
En el caso de JxC, participó de esas elecciones como Cambiemos y cosechó 60 escaños. El Senado es otra historia a la que ya nos referiremos.
Lo cierto es que desde la oposición definen a la elección que viene como la más importante desde 1983. Así lo ha expresado, entre otros, el expresidente Mauricio Macri, por cuanto en estas elecciones el oficialismo podría revertir su condición minoritaria en la Cámara baja y hacer avanzar entonces proyectos que hoy están obturados allí, como la reforma judicial o la modificación de la Carta Orgánica del ministerio Público Fiscal.
En el Senado el Frente de Todos es hoy mayoría y todo lo que el Gobierno desea -y no necesita de los dos tercios-, pasa. Pero en la Cámara baja es muy distinto, pues los 119 miembros al Frente de Todos solo le alcanzan para ser primera minoría, y no demasiado distanciada de la principal oposición, que tiene 115 diputados.
Pase lo que pase, no hay ninguna posibilidad de que el oficialismo alcance a reunir los dos tercios en esta elección. Lo saben todos, aunque desde algunos espacios opositores agiten lo contrario. Por prevención, y porque se sabe que eso sí es factible con dos buenas elecciones consecutivas.
Desde la oposición, el jefe del interbloque JxC, Mario Negri, ha instalado la advertencia de que el kirchnerismo “está a 7 diputados de tener mayoría”. Si nos ponemos estrictos, en realidad está a 10, pero sucede que el Frente de Todos -como sucede con todos los gobiernos- suele contar con aliados. “Y tres diputados se consiguen fácil”, admite en los pasillos legislativos cualquier conocedor del paño.
Lo cierto es que ese universo de 23 “diputados del medio” que es donde en la actualidad este oficialismo en minoría busca aliados para el quórum y las votaciones, tendrá numerosas bajas a partir de la renovación legislativa. Puntualmente 16 de esos 23 diputados deben renovar sus mandatos. Así que a partir de diciembre todo será un barajar y dar de nuevo. Y todo dependerá entonces de lo que suceda en noviembre.
En el Senado, repetimos, es otra historia. Pero también puede cambiar. Porque la principal oposición logra sumar con todos sus integrantes 29 voluntades, las suficientes para marcarle límites al oficialismo, que por lo demás tiene una mayoría contundente para imponer todas las leyes que no necesiten mayorías especiales. Y se da el lujo incluso de no contar con uno de sus miembros -el tucumano José Alperovich– de licencia hasta el final de su mandato.
Un cálculo adecuado a los antecedentes
Aquí analizaremos entonces qué puede pasar en las próximas elecciones y a partir de ello cómo quedaría el Congreso. Para ello nos valdremos ya no de la presunción, sino de datos concretos, que obran como los mejores antecedentes: las dos elecciones anteriores. 2017, cuando Cambiemos ganó las elecciones intermedias; y 2019, las presidenciales en las que se impuso el Frente de Todos. Elecciones muy disímiles, queda claro. Y demás está decir también que la gente no vota igual en una presidencial que en elecciones legislativas. Sobre todo, hay que considerar que las elecciones de 2019 terminaron siendo muy polarizadas, un dato que no suele repetirse en las legislativas, pero habrá que considerar también que para muchos el bipartidismo ha vuelto y eso hace que las terceras alternativas estén muy acotadas.
¿Vale hacer cálculos en base a 2017, cuando esa es la elección que hay que renovar, o todo quedaría igual a hoy? Hay que hacer los cálculos porque ahora el Frente de Todos reúne a todo el peronismo y aquella vez fue dividido; en el caso de Juntos por el Cambio, desde su salida del poder a la actualidad tuvo solo cuatro fugas, tres de las cuales ahora se renuevan. Además, en 2017 fue separado del sector de Martín Lousteau, dato a tener en cuenta en Caba.
Repetimos que Juntos por el Cambio renueva más bancas que el Frente de Todos: 60 contra 51. Y si se repitiera el resultado de 2017, el Frente de Todos conseguiría un escaño más que los que renueva, 52, con lo cual quedaría con un bloque de 120 miembros. Juntos por el Cambio sumaría 3 bancas más que las 60 que renueva y llegaría a 119.
Un escenario muy parejo, ideal para la principal oposición que, de todos modos, no superaría al actual oficialismo, pero este debería seguir lidiando entonces en minoría para encarar cada sesión, en lo que le resta hasta 2023. Y con menos eventuales aliados, dato no menor.
Porque ese es otro detalle importante que ya hemos mencionado y en el que ahora ahondaremos: los dos bloques que le han servido este tiempo al oficialismo para sumar para el quórum y las leyes se verán muy disminuidos pues son muchos los diputados que renuevan en esas bancadas. En el interbloque Federal que preside Eduardo “Bali” Bucca son 11 diputados y se les vence el mandato a siete. Y del interbloque Unidad Federal para el Desarrollo, de José Luis Ramón, de seis miembros, son cuatro los que concluyen sus mandatos a fines de 2017. Además, termina el mandato de Alma Sapag (MPN), habitual aliada del oficialismo.
Ahora bien, si se repitiera el resultado de 2019, se acabarían los problemas para el Frente de Todos, pues podría sumar 65 bancas, con lo que llegaría a 133 diputados. Catorce más que los que hoy tiene, y cuatro por arriba del quórum. En tanto que JxC conseguiría 56, cuatro menos que los que expone, y reduciría su número a 112.
La Cámara de Diputados actual
Frente de Todos 119
Juntos por el Cambio 116
Otros 22
La Cámara de Diputados probable (Si repitieran 2017)
Frente de Todos: 120
Juntos por el Cambio: 119
Otros: 18
La Cámara de Diputados probable (Si repitieran 2019)
Frente de Todos 133
Juntos por el Cambio 112
Otros 12
La elección de diputados en las provincias
En Buenos Aires Juntos por el Cambio expone las 14 bancas alcanzadas en 2017. En realidad, obtuvo esa vez 15, incluido el diputado de Uatre Pablo Ansaloni, uno de los tres que dejó ese espacio. Si se repitieran los resultados de 2017, ganaría entonces un diputado. Y si repitiera el resultado de las presidenciales de 2019, retendría los 14 escaños que arriesga.
El tema allí es que el Frente de Todos podría hacer en Buenos Aires una diferencia importante. Expone 16 bancas, incluidos los que entraron por 1Pais, y conseguiría 17 o 19, según los resultados de 2017 y 2019, respectivamente.
En Ciudad de Buenos Aires, el Frente de Todos expone tres bancas, que retendría en caso de repetirse los resultados de 2017, o alcanzaría cuatro si pasara lo de 2019.
Juntos por el Cambio pone en juego 10 escaños; los retendría todos en caso de repetir la elección de 2017 y perdería dos si fuera como 2019. Una elección que ganó en ese distrito, dicho sea de paso.
Muchos dicen que Córdoba es la capital del antikirchnerismo. Otros la llaman la capital del macrismo. Pasa que al expresidente siempre le fue muy bien allí, y por eso Juntos por el Cambio tiene grandes expectativas en estas elecciones. Expone en consecuencia muchas bancas: cinco. Si repitiera los resultados de 2017, retendría esa cantidad, y ganaría una más si el resultado fuera como 2019. En el caso del Frente de Todos, ya está confirmado que el peronismo no irá unido: el oficialismo nacional por un lado y Unión por Córdoba por el otro. Así las cosas, el Frente de Todos expone un solo escaño, que duplicaría si hiciera la votación de 2019.
Los distritos donde el Frente de Todos ampliaría su número en caso de repetir los resultados de 2019 serían -además de los ya mencionados- Chaco, donde expone dos y obtendría tres; y Corrientes, provincia en la que arriesga uno y sumaría dos, a expensas de JxC. Lo mismo que en Jujuy, Mendoza, Salta y Santa Cruz.
En Misiones el oficialismo no arriesga nada y si fuera como en 2019 ganaría una banca; mientras que en Santa Fe expone tres lugares y conseguiría cinco, y en Tucumán arriesga dos y ganaría tres.
En el caso de Juntos por el Cambio, perdería una banca en las provincias de Corrientes, Chaco, Jujuy, Río Negro, Santa Cruz y Tucumán. Mientras que expone un lugar y ganaría dos en San Luis, si se repitiera el resultado de 2019.
Qué pasa en el Senado
Los cálculos para la Cámara alta pueden ser más sencillos y anticipan que allí el panorama no va a modificarse sustancialmente respecto de lo que hoy se ve.
Amplia mayoría, el Frente de Todos es el que más expone en estas elecciones para esa Cámara: 15 bancas; mientras que Juntos por el Cambio arriesga nueve.
A priori, el oficialismo seguiría siendo mayoría, pero podría perder hasta cuatro escaños, reduciéndose a 37, mientras que el interbloque que conduce Luis Naidenoff pasaría a ser de 29, con tres aliados permanentes.
Hoy la Cámara alta está así: el Frente de Todos tiene 41 senadores, a los que hay que sumar dos aliados habituales, el rionegrino Alberto Weretilneck y la misionera Magdalena Solari Quintana. En el caso de JxC, tiene 25 integrantes formales, a los que hay que sumar como aliados permanentes a los cuatro del intebloque Parlamentario Federal: las senadoras Clara Vega (La Rioja), Lucila Crexell (Neuquén) y ahora Alejandra Vucasovich (Santa Fe) y al salteño Juan Carlos Romero.
Las provincias que eligen senadores este año son Corrientes, Tucumán, Catamarca, Córdoba, Mendoza, La Pampa, Chubut y Santa Fe. Solo en dos la oposición tiene los senadores por la mayoría: Córdoba y Mendoza. Es en esas dos provincias donde tiene las mayores perspectivas de repetir su condición mayoritaria. Al igual que Santa Fe, si se repite el resultado de las elecciones de 2019. En el resto ganaría el oficialismo.
Lo cierto es que el oficialismo tiene las de perder en la Cámara alta: expone 15 senadores y Juntos por el Cambio nueve de su interbloque. Según los resultados y perspectivas, el resultado sería tablas: el oficialismo retendría 12 escaños y JxC alcanzaría otros tantos. La oposición puede revertir la relación 2/1 en Corrientes y Santa Fe, pero además conseguiría un lugar que hoy no tiene en Chubut, donde los 3 senadores son del Frente de Todos.
Pero, además, en Córdoba el oficialismo se arriesga incluso a perder a su actual único representante, pues el schiarettismo podría llegar a arrebatarle el lugar por la minoría.
Ahora bien, ¿ganando en todas las provincias hay alguna probabilidad de que el Frente de Todos llegue a los dos tercios? No. Pues con el esquema que acabamos de detallar, tendría 39 senadores propios, más dos aliados: igual que está hoy. Y ganando en todas las provincias (algo impensado, claro, pero solo lo hacemos a modo de ejemplo), el Frente de Todos estiraría esas votaciones a 44. Quedaría a cuatro votos de los 2/3, con la Cámara completa.
Fuente: Parlamentario