Melio Leguizamón o Melio “Legui” como solemos conocerlo, forma parte y hace a la hermosa historia de nuestra localidad. Este 24 de noviembre la empresa que fundó junto a su hermano Pepe cumple 50 años y en su trayectoria se han ganado el reconocimiento provincial, nacional e internacional.
Empresario, camionero, apasionado por las instituciones de nuestra localidad, y parte de la historia del tricolor, la historia de Melio es una historia de superación, de ganas de ir para adelante, de aprender y mejorar continuamente.
Aluminios Legui surge el día en que un hombre llega a donde vivían Melio y Pepe, y les ofrece sus herramientas ya que él fabricaba comederos y bebederos de pollo. Cuando los hermanos Leguizamón van a ver estas herramientas se encuentran con moldes de cacerolas y jarros, y ante la sorpresa decidieron comprarlo y arrancar con eso. Intentaron iniciar con los jarros más chicos, pero resulta que elaborar estos era más difícil que realizar las cacerolas. Por suerte, y aunque la ayuda fue un poco escaza, un empleado de quien les vendió las herramientas fue un domingo a explicarles cómo elaborar los productos, pero luego de ese día no volvió a ir. “Nos la tuvimos que ingeniar solos” menciona Melio.
Con el tiempo comenzaron los viajes a Buenos Aires, la compra de distintos elementos, el hacerse amigos que luego ayudarían a mejorar la incipiente empresa. De uno de estos viajes emerge la idea de crear un turno grande, que hasta el momento ni en Buenos Aires se conseguía, y ahí con un amigo que tenía una tornería lograron hacer uno de los tornos más grandes que se pueden encontrar en la Argentina, lo que potenció la producción exponencialmente.
“La historia es larga” dice Melio, y este es solo un fragmento de sus primeros pasos, de ahí en adelante, con idas y venidas, la empresa fue creciendo hasta ser reconocida internacionalmente, ante todo por la calidad de sus productos.
A días del 116º aniversario de nuestra querida localidad, Melio, desde su experiencia, nos recuerda que trabajemos, que tengamos fe, que no bajemos los brazos cuando las cosas se ponen feas, que siempre se llega de una u otra manera a buen puerto trabajando con honestidad y con respeto.