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Ese futuro que juega a las escondidas con el presente

Para quienes no están familiarizados con el tema, el mundo de los emprendedores y de las empresas de base tecnológica puede parecer una película de ciencia ficción. Pero la capacidad y creatividad profesional está en la región (gracias al aporte de la universidad pública) y también hay establecimientos privados que apuestan a la innovación de procesos de producción, de administración y de comercialización. Falta que esas partes se integren para que el conocimiento que se agregue sea local, lo que potenciará el desarrollo.

“Los primeros pasos en esto de mejorar la sociedad a través de los desarrollos tecnológicos y de fomentar la integración del sistema universitario con el sector privado y emprendedor, los di en el área de Vinculación Tecnológica de la UNER, hacia 1999”, señala Matías Ruiz, presidente del Polo Tecnológico de Paraná, titular de la consultora GestINNOVA, egresado de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, en Oro Verde.

Se le preguntó por qué razón desde aquellos años el sector tuvo un crecimiento en ciertos lugares del país y en otros han quedado rezagados, por ejemplo en Entre Ríos y en Paraná en particular. “Lo que advertimos es que hay otros entornos, ecosistemas, que han avanzado con mayor decisión y consistencia: sin ir más lejos, tenemos el caso de Santa Fe, ciudad que –como Paraná- tiene un fuerte carácter administrativo, capital de provincia, aunque inserta en una provincia con desarrollos industriales más importantes”, citó, al destacar que “los entrerrianos tenemos que asumir el desafío de ver cómo achicar esa brecha, sabiendo que tenemos condiciones para hacerlo, dada la presencias de las universidades públicas (UNER, Uader, UTN), el INTA, el INTI, el Conicet, las universidades privadas y una constelación de emprendedores y de empresas de base tecnológica”.

–¿Faltó articular?

–En otros lugares hay más integración práctica de los actores. Siempre recaemos en el Triángulo de Sábato-Botana, ese modelo de política científico-tecnológica que postula que para que realmente exista un sistema científico-tecnológico dinámico es necesario que el Estado en todos sus niveles (como diseñador y ejecutor de la política), el sector científico-tecnológico que en nuestro país tiene un fuerte componente público a través de las universidades nacionales (como sector de oferta de conocimientos científicos tecnológicos) y el sector productivo (como demandante y generador de tecnologías), estén relacionados fuertemente de manera permanente y sinérgica. Esta es la razón de ser del Polo Tecnológico del Paraná.

–¿Hay alguna parte que podría tener una mayor participación?

–Una de las deudas más importantes es alcanzar una integración mayor de estos tres vértices para que surjan más y mejores empresas y que estas crezcan. Lo que pasó en los hechos es que la investigación privada y la relación público-privada para generar nuevos desarrollos y empresas de base tecnológica no han alcanzado los niveles esperados.

Para imaginar

–La postal más habitual de una fábrica convencional es la de un galpón con grandes equipos y maquinarias, ¿cuál es la de una empresa de base tecnológica?

–Entiendo el planteo y ya me voy a referir a él, pero primero señalo que los cambios se están dando muy rápido. Las tecnologías digitales atraviesan ya todos los procesos de producción y administración de un establecimiento fabril de tipo convencional, como un ejemplo de lo que hoy se denomina Industria 4.0. De todos modos, la participación de las empresas de servicios turísticos, financieros, tecnológicos, de entretenimiento, de asistencia a personas, etc., son cada vez más importantes. Ya hace varios años que las empresas de servicios son más decisivas en el total económico, que las empresas de producción tradicional, y la tendencia se irá consolidando.
Una empresa de base tecnológica puede producir un bien o un servicio pero haciendo un uso intensivo de la tecnología, más allá de que en todo lo que nos rodea las TICs han intervenido para introducirle mejoras, ya se trate de alimentos, materiales de construcción o artefactos. Detrás de cada avance hay alguien que lo investiga y que produce soluciones para los problemas que se presenten. La postal de estas empresas son profesionales calificados de distintas disciplinas (ingenieros, tecnológicos, programadores) que producen y venden archivos PDFs, informes, pequeños equipos o productos de alto valor,

–Habló de un uso intensivo de la tecnología. ¿Se le ocurre un ejemplo?

–DomínguezLab, socia del Polo Tecnológico, es el ejemplo por excelencia: empresa de paranaenses que aplica conocimientos de la ingeniería química, la bioquímica y la química analítica para vender servicios a las empresas farmacéuticas en Argentina y América Latina. Para tener una idea de la importancia que es el talento y la gente en este tipo de empresas, en esta empresa hay cinco integrantes que son doctores o doctorandos; la gran mayoría de su personal son profesionales de la química, la bioquímica y biotecnólogos .

Hay mucha tecnología en las empresas tradicionales (maquinarias de última generación con un software para control de calidad, operar desde el e-commerce, para agilizar la gestión y administración, etc.) pero es lo que se conoce como “tecnología incorporada”, comprada; las de base tecnológica, la producen y venden.

–Habló de que las empresas de servicios van ganando terreno. ¿Es aplicable a Entre Ríos?

–Entre Ríos tiene en desarrollo en cadenas de valor altamente tecnificadas y competitivas. Pienso en la industria alimenticia, sobre todo; o la agroindustrial: el lugar a nivel nacional que ocupan la producción de pollos y huevos o arroz se logra porque día a día van incorporando tecnología. El sector de servicios turísticos es también de importancia y demanda tecnología. El desafío como entrerrianos es tender a que esa tecnología se produzca y se venda acá. Yo veo que allí, en esa integración en ciernes, hay grandes posibilidades de crecimiento. Pienso en experiencias muy interesantes en las que la Facultad de Ingeniería de la UNER está produciendo desarrollos para robotizar procesos, con ejemplos concretos en la industria farmacéutica local. Es un ejemplo de aprovechamiento de las fortalezas para incorporarle tecnología desarrollada localmente. Cada vez más las regiones se especializan, venden y exportan, como cadenas de valor, como complejos tecnológicos.

El conocimiento

–La llamada ley de economía del conocimiento, ¿qué aspectos vendría a subsanar?

–Si los problemas argentinos se resolvieran con un par de leyes, el asunto sería muy fácil (risas). Este proyecto de ley nacional en particular generaría un marco normativo y de promoción de este tipo de empresas que venimos hablando. Pero es nacional, insisto con esto porque debemos hacer que esta Ley achique las brechas con otras regiones. Y nuestros problemas de articulación público-privado son a escala local.

–¿Es decir que también se podría agrandar la brecha ya existente entre nodos regionales de desarrollo tecnológico?

–Ojalá que no, pero es una posibilidad si no hacemos algo. Para una empresa que –por ejemplo- produce aplicaciones para celulares es más fácil moverse de un lado a otro si se la compara con una industria tradicional, un molino harinero, sin ir más lejos. Eso es bueno porque si creamos las condiciones pueden radicarse en Entre Ríos empresas o emprendedores que hoy trabajan en otras provincias; la mala es que si no mejoramos los entornos actuales, hasta es probable que alguna de las que hoy funciona aquí decida irse.

Esa competencia por crear los mejores entornos es muy difícil, se define en pequeños detalles y muchas veces la cuestión impositiva termina siendo un asunto crucial.

–¿Qué formas de promoción incluye el proyecto de ley?

–Lo que busca el proyecto de ley es promover que las empresas se desarrollen y permanezcan en el país. Lo hace a partir de mejoras en la situación fiscal y previsional. Es una batería que integra crédito fiscal para las empresas, disminución de la alícuota de Ganancias, estabilidad fiscal (para que no le modifiquen las reglas de juego) que es clave para empresas de bio y nanotecnología porque demandan inversiones fuertes y de muy largo plazo.

En Expoagro, sin ir más lejos, una empresa santafecina presentó una variedad de soja con resistencia a la sequía, en base a un desarrollo que se produjo en la universidad pública, en la UNL y el Conicet más precisamente, que insumió doce años sólo este proceso.

El proyecto promueve también el emprendedorismo. Incluye la incorporación al régimen de aquellos que están alcanzados en la ley de emprendedores, ya aprobada y operativa, sin que tengan que cumplir las exigencias que regirían para las empresas con mayor trayectoria.

–¿Cuáles son los sectores que el proyecto de ley aspira a promover?

–Empresas productoras de software, aplicaciones y videojuegos; las llamadas Industria 4.0, aquellas que hacen programas para mejorar las industrias como robotización, automatizaciones, controles de calidad en bienes y procesos, etc.); las de investigación y desarrollo (como DominguezLab); las dedicadas a la bio y nanotecnología; las que exportan servicios profesionales. También la industria audiovisual, la del entretenimiento, que viene creciendo muchísimo y que es reconocida a nivel mundial, tanto para cines, series, publicidad y las nuevas producciones en redes, como los youtubers, algunos de los cuales trascienden la plataforma, generan audiencias y van a su encuentro en distintos espacios, por ejemplo los teatros.

¿Hay que olvidarse del  parque tecnológico?

–¿Qué pasó con el proyecto del Parque Tecnológico, a propósito de las diferencias con Santa Fe?

–Para nosotros, esa experiencia fallida nos aleccionó. Tenemos que reflexionar en torno a esa imposibilidad –como sociedad- para ponernos de acuerdo, discutir racionalmente, de forma madura, sobre una iniciativa que no buscaba el mal de nadie sino el beneficio del conjunto.
Cuando se constituyó el Polo, hace seis años, ya estaba como demanda la conformación del Parque Tecnológico. En principio, iba a ser en terrenos del Ejército, entre el Hospital y el Campus de la Uader, que es un enclave espectacular; eso no se dio. Después el municipio propuso Bajada Grande y tampoco pudo ser. Al día de hoy la discusión está retomada, y entusiasmados porque dicen que “la tercera es la vencida”. Ojalá que estemos a la altura de las circunstancias y tengamos localmente un espacio para que estas cosas se den.

–¿Para qué sirve un parque tecnológico?

– Es un centro transformador que promueve la radicación de empresas y emprendimientos de base tecnológica (públicos, privados o mixtos) y, asimismo, fomente el arraigo de los jóvenes y profesionales formados en nuestras universidades que hoy se están yendo.

Es un espacio físico donde lo anterior pueda llevarse adelante en forma más intensa; donde un emprendedor o empresario convivan con un investigador que le aporte su conocimiento y con un funcionario que lidere y traccione las ideas y proyectos. Aunque parezca contradictorio, el encuentro humano en estas empresas de tecnología es sumamente importante. Que se encuentren: en la vereda, en el bar común, en las charlas que se organicen, que tengan a alguien muy a mano para integrar capacidades. Así como en la naturaleza, la heterosis (mezcla de individuos muy distintos) deviene en vigor y altos rendimientos, la mezcla de capacidades tecnológicas y empresas distintas, produce negocios de altos rendimientos.

–¿Que se puede hacer desde la Provincia o Municipio para que esto se de?

–Como comentaba, estamos en la nueva fase de discusión del Parque, la tercera. Es clave que los gobiernos tengan la decisión clara de hacerlo, y decisión implica recursos políticos y económicos. El sector privado debe acompañar, incluso con inversiones, pero el liderazgo estatal es clave; hay inversiones en infraestructura (edilicio, conectividad) que es necesario una participación fuerte estatal.

Pero el espacio físico no es lo único, ni siquiera excluyente, generar un entorno atractivo para inversiones privadas se puede ir haciendo. Donde los gobiernos acompañen las necesidades de estos actores. Tenemos en nuestros investigadores muchos negocios potenciales, pero debe haber un emprendedor o empresa que los visualice, los interprete, los reformule y los venda; a esto hay que promoverlo.

Otro tema muy importante es dinamizar la inversión local privada, originada en las cadenas de valor existentes. Brindar alternativas para que un empresario local pueda acompañar a un emprendedor local, no sólo con dinero sino aportándole su experiencia, su acceso a posibles clientes, incluso su espacio físico.

Esto implica que el emprendedor sea también receptivo a estos aportes, aceptar que hay otros que ya han recorrido un camino y le pueden ayudar y, difícil muchas veces, entender que ese empresario va a ser parte de su negocio, va a ser un socio, no una fundación. Este mecanismo hoy está promovido nacionalmente con desgravación fiscal para este empresario por la ya vigente Ley de Emprendedores. En Entre Ríos no hay casos al día de hoy, al menos que tenga referencia, y esto se puede promover, sin costos importantes.

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