La Federación Agraria Argentina (FAA) defendió la función social de la tierra, enmarcada en la defensa del derecho de propiedad. Además, reivindicó el modelo productivo en la provincia, ya que “conviven más de 20 cadenas productivas, que copiadas en el variado mapa de suelo, representan actividades diversificadas, donde, desde todo punto de vista, ambiental, social y económico, se constituyen en un activo muy importante”.
La llegada de la organización de Grabois a Entre Ríos, bajo el convocante nombre del proyecto Artigas, “no solo se equivoca cuando comienzan a preparar la huerta debajo de los eucaliptos, sino que también comenten otros muchos errores, en cuanto al diagnóstico del sector productivo en Entre Ríos, y mucho más en la opción que ofrecen para corregir lo que ellos consideran que esta mal”, apuntaron desde FAA a esta Agencia.
En ese marco, explicaron que “cuando con total ligereza se clasificó a los productores como responsables de un modelo de agronegocios, que produce enfermedades en niños y familias, que solo están detrás del lucro, y por el uso indiscriminado de agroquímicos, se vuelven a equivocar en lo que representa la provincia de Entre Ríos, por su realidad productiva y su rica historia, desde Urquiza hasta la actualidad”. Al respecto, detallaron que en Entre Ríos “conviven más de 20 cadenas productivas, que copiadas en el variado mapa de suelo, representan actividades diversificadas, donde, desde todo punto de vista, ambiental, social y económico, se constituyen en un activo muy importante”.
En el otro plano, respecto de las opciones al supuesto modelo en decadencia, “lo propuesto por el proyecto Artigas también se choca de frente con la impronta del productor entrerriano”.
Desde la Federación Agraria “defendemos la función social de la tierra, pero esa función social está enmarcada en la defensa del derecho de propiedad. La tierra es para quien la trabaja, pero quien la paga, busca su escritura, como parte de la necesaria tranquilidad que un proyecto de vida a largo plazo requiere”.
El enmarcar un emprendimiento productivo en base a la propiedad colectiva, y con decenas de personas trabajando con palas y azadas, “está más que claro que nunca lograra el equilibrio económico, salvo que el proyecto sea subsidiado por el Estado”.
El productor entrerriano “está acostumbrado a las dificultades desde todo punto de vista, y no hay que buscar mucho en su idiosincrasia y valores, para que en forma unánime se manifieste en rechazo a las críticas y propuestas con las que ha irrumpido en nuestras lomadas el movimiento de Grabois”.