La crisis del río Paraná no solo es grave por lo pronunciado de la bajante, sino también por su prolongación en el tiempo. En pocas semanas se inicia la tercera primavera en situación de bajante, y los efectos e impactos no solo se observan sobre el cauce, sino que se propagan en lo profundo de los territorios aledaños al río.
“La Cuenca del Paraná es un sistema complejo –represas, humedales, planicies aluviales, lagunas, delta– y de mucha extensión territorial. La normalización de su régimen hidrológico llevará tiempo y dependerá de la regularización de las lluvias”, explicó Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales de INTA.
En esa línea, indicó: “No solo deben recuperarse los niveles hídricos de todos los reservorios naturales y de las represas en cuenca alta, sino también el nivel de reserva de agua en el perfil del suelo de cinco estados del Brasil en situación de sequía histórica”.
Desde el Instituto Nacional del Agua (INA) indicaron que la bajante del río Paraná “es la peor desde 1944, con la probabilidad de superar aquella emergencia histórica”. El INA trazó un escenario que indica que el río alcanzaría sus niveles más bajos de la historia a fines de septiembre, superando la marca de aquel año cuando se registró -1,04 metros en Santa Fe.
Mediante el Decreto 482/2021, publicado este lunes en el Boletín Oficial, el Gobierno declaró el estado de emergencia hídrica por los próximos 180 días en las provincias de Formosa (norte), Chaco (norte), Corrientes (noreste), Santa Fe (centro-este), Entre Ríos (este), Misiones (noreste) y Buenos Aires (este), al verse afectadas por la bajante histórica del río Paraná.