Olas de calor, inundaciones, megatormentas… el tiempo de este año nos ha demostrado que el cambio climático está aquí, y es mortal.
Desde un calor agobiante en América del Norte hasta inundaciones récord en Europa y Asia, el tiempo de este año nos ha mostrado cómo es vivir en un mundo que se ha calentado 1,1 grados centígrados en el último siglo.
“El peligroso cambio climático ya está aquí. Es una dura realidad que debemos reconocer”, afirma Michael Wehner, investigador de climas extremos en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (Estados Unidos).
El clima extremo ya se está llevando casas, negocios y vidas. Las recientes inundaciones de Canadá podrían ser las más caras de la historia del país, con un coste estimado de más de 6600 millones de euros. Las 18 catástrofes meteorológicas que afectaron a Estados Unidos en 2021 costaron en conjunto más de 88 000 millones de euros, según las estimaciones más recientes.
En agosto, Wehner y otros científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático publicaron un informe en el que indicaban que estaban más seguros que nunca de que el cambio climático está influyendo en los peores fenómenos meteorológicos del mundo, incluidos estos cinco.
Ola de calor en el noroeste de Estados Unidos
El noroeste de la costa del Pacífico de Estados Unidos y el suroeste de Canadá -una región que alberga a unos 13 millones de personas y que es conocida por su clima lluvioso y suave- experimentaron un calor mortal este verano. En ciudades importantes como Portland, Seattle (Estados Unidos) y Vancouver (Canadá), donde muchos residentes carecen de aire acondicionado, se registraron temperaturas históricamente altas que superaron los 38°C.
El intenso calor se debió a un fenómeno meteorológico llamado cúpula de calor, en el que una zona de alta presión actúa como una tapa en una olla y mantiene el calor atrapado sobre una región específica.
La investigación sobre la ola de calor reveló que su intensidad habría sido “prácticamente imposible” sin los gases de efecto invernadero que calientan el planeta y que se han emitido a la atmósfera en los últimos 120 años. Como consecuencia del calor, cientos de personas murieron en la región. Un estudio publicado este verano concluyó que más de un tercio de todas las muertes relacionadas con el calor en el mundo podrían atribuirse al cambio climático. Y los más perjudicados por el calor son los que ya se encuentran en una situación difícil, ya sea por sus bajos ingresos, su mala salud o su avanzada edad.
Las plantas y los animales también luchan para hacer frente al calor extremo. En la costa estadounidense del Pacífico, millones de animales marinos murieron, al igual que muchos en tierra. Los agricultores vieron cómo las bayas se asaban en sus viñas.
Megasequía en el oeste de Estados Unidos
En agosto, EE.UU. declaró la escasez de agua en el río Colorado, algo inédito en esta vía fluvial. El lago Mead, uno de los embalses más importantes del río, descendió a niveles históricamente bajos. Aunque la declaración provocó cortes de agua a los agricultores de Arizona y partes de Nevada, con unos 40 millones de personas que dependen, al menos parcialmente, del río para obtener agua, las futuras sequías podrían provocar reducciones de agua más generalizadas.
Una “megasequía” se ha apoderado del occidente del Lejano Oeste desde el año 2000. Aunque es probable que la región hubiera sufrido la sequía independientemente de la influencia humana, los científicos afirman que el cambio climático ha empeorado la situación hasta su peor momento en los últimos 1000 años.
La sequía puede crear peligrosos bucles de retroalimentación. A medida que el aire se calienta, absorbe más humedad de los ríos, los lagos, las plantas e incluso el suelo, lo que a su vez puede hacer que la tierra sea aún más caliente y seca.
Y aunque la sequía en el oeste de Estados Unidos fue histórica, es probable que el cambio climático la empeore en todo el mundo, siendo las regiones históricamente áridas de África y Oriente Medio las más afectadas.
Incendios forestales
Este año, el incendio Dixie de California fue el segundo más grande de la historia del estado. Quemó medio millón de acres y unas 400 casas, contribuyendo a una serie de temporadas de incendios que han asolado el Oeste. Norteamérica no estuvo sola. Grandes incendios forestales se produjeron en Turquía, Grecia y, quizá lo más sorprendente, en la Rusia siberiana.
Cuando el calor extremo y la sequía coinciden, acabando con la humedad del suelo y creando campos de vegetación seca, sólo hace falta una pequeña chispa para encender un fuego mortal. A medida que el cambio climático empeora el calor y la sequía, crea las condiciones para que los incendios sean más grandes y frecuentes. En algunas partes del oeste de Estados Unidos, la temporada de incendios dura ahora todo el año.
Los incendios forestales de este año no sólo amenazaron de inmediato a hogares y empresas, sino que también produjeron una contaminación atmosférica insalubre y amenazaron a especies en peligro de extinción, como las famosas secoyas de California.
Inundaciones extremas en todas partes
Canadá, EE.UU., Alemania, China: las lluvias extremas y las inundaciones que provocaron asolaron el planeta este año. En cada uno de estos lugares, el volumen de precipitaciones ha sido histórico.
En la Columbia Británica (Canadá), 20 ciudades batieron récords de precipitaciones; en Nashville (Estados Unidos) se produjo el cuarto día más lluvioso de la historia; Central Park de Nueva York (Estados Unidos) tuvo la hora más lluviosa de su historia; las ciudades alemanas se inundaron con más lluvia en dos días que en un mes normal; un día de lluvia en Zhengzhou, China, superó la media anual de precipitaciones.
Las tormentas más intensas son el resultado del calentamiento de las temperaturas; por cada grado de aumento, la atmósfera puede contener un 7 por ciento más de humedad. Con más agua a su disposición, las tormentas tienen el potencial de arrojar suficiente lluvia para causar inundaciones.
Muchas de las inundaciones de este año sacaron a la luz cómo los centros de población y las vías de transporte se diseñaron para un clima que podría no prevalecer por mucho tiempo. Por ejemplo, las mercancías que iban y venían de Asia se atascaron en el puerto de Vancouver (Canadá), bloqueadas por las inundaciones. En las grandes ciudades, los túneles de los trenes subterráneos quedaron anegados y las calles se convirtieron en ríos.
Huracán Ida: De Nueva Orleans a Nueva York
La lluvia extrema es una de las principales formas en que el cambio climático está empeorando los huracanes. El huracán Harvey, que azotó Houston en 2017, fue uno de los ejemplos más extremos de este fenómeno. La tormenta arrojó precipitaciones de hasta metro y medio de altura en algunas partes de Texas.
Pero fue el huracán Ida el que ejemplificó otro rasgo peligroso de los huracanes cargados de cambio climático: la rápida intensificación. Esto ocurre cuando los vientos de un huracán aumentan al menos 46 kilómetros por hora en menos de 24 horas. Ida superó con creces ese ritmo, creciendo unos 100 kilómetros por hora en un día, pasando de ser una tormenta de categoría 1 a una de categoría 4, con vientos máximos de 240 km/h.
Aunque Ida se desplazó con relativa rapidez, los científicos esperan que los futuros huracanes se desplacen en promedio más lentamente sobre la tierra, descargando más lluvia sobre un lugar y causando inundaciones extremas. El huracán Harvey lo hizo sobre Houston; en 2020, el huracán Sally se detuvo sobre Alabama. Los investigadores prevén que las futuras tormentas (más intensas, lluviosas y lentas) causarán más destrucción; a medida que el nivel del mar siga subiendo, las mortales mareas de tormenta provocadas por los huracanes también empeorarán.
Sólo es el principio
Los científicos siguen investigando cómo influirá el cambio climático en el tiempo invernal, y cada vez están más seguros de que el calentamiento del Ártico está produciendo tormentas invernales más duras.
Un estudio publicado recientemente encontró una posible relación entre la helada de septiembre en Texas y el cambio climático, sugiriendo que la barrera entre el aire frío del Ártico y el aire cálido tropical se está volviendo más inestable y que el vórtice polar -el flujo de aire que se mueve a través de la estratosfera- es cada vez más probable que produzca tormentas invernales intensas.
A medida que el clima mundial se vuelve más tumultuoso, el público puede estar empezando a percibir el cambio climático de manera diferente.
Una reciente actualización de una encuesta nacional en Estados Unidos reveló que el 70 por ciento de los estadounidenses encuestados pensaba que el cambio climático estaba influyendo en el tiempo. En los 14 años de historia de la encuesta, la creencia en el cambio climático es la más alta que se ha registrado nunca: el 76 por ciento de los estadounidenses encuestados creía que estaba ocurriendo y el 52 por ciento pensaba que les estaba afectando personalmente.
Las temperaturas seguirán subiendo, por lo que el clima extremo podría seguir determinando las creencias sobre el cambio climático, señala uno de los autores de la encuesta, Edward Maibach, experto en comunicación sobre el cambio climático de la Universidad George Mason de Virginia (Estados Unidos).
“La cruda realidad es que la mayoría de las comunidades estadounidenses experimentarán casi con toda seguridad más y peores fenómenos climáticos en las próximas décadas”, afirma.
Fuente: National Geographic