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La odisea de emprender un trabajo en tiempos de pandemia

Luego de haberse quedado sin empleo, Joaquín Weiss y su señora Corina Guillen abandonaron el Gran Buenos Aires para emprender un nuevo proyecto en General Ramírez. Matías Ríos dejó atrás una relación de dependencia para continuar trabajando de manera independiente en una herrería. Fernando Riffel tuvo que vender su camioneta para poner en marcha una tornería. Jóvenes ramirenses que decidieron no cruzar los brazos y hacerle frente a la actual situación.

Quien sostenga que la pandemia trajo solamente noticias desoladoras a la sociedad está equivocado. Seamos sinceros. La actual situación también tuvo su “Lado B” y alcanza con mirar el vaso medio lleno para darnos cuenta que -durante todo este tiempo- hubo personas que se animaron a más, que aprovecharon cada minuto para potenciar su espíritu emprendedor y relucir su capacidad de reinvención ante las adversidades. Personas que dejaron atrás sus miedos e incertidumbres y apostaron por el crecimiento personal desde una perspectiva laboral.

Así lo hicieron algunos jóvenes de General Ramírez como Fernando Riffel (33), Matías Ríos (34) y Joaquín Weiss (35) junto a su señora Corina Guillen (33), quienes -a pesar de todos los obstáculos- lograron materializar sus sueños con mucho esfuerzo, responsabilidad y perseverancia. Los cuatro tomaron la misma decisión: no bajaron nunca los brazos para poner en marcha los proyectos que tenían en mente: una tornería, una herrería y un local de fiambres, picadas y sándwiches.

Un sacrificio digno

La actividad en el taller de Fernando, ubicado sobre calle Santa Fe, arranca temprano. Cerca de las ocho de la mañana, el expiloto de karting activa los motores para comenzar los trabajos solicitados. De un día para el otro, el ramirense puso su propia tornería. Pero para poder lograr el objetivo tuvo que realizar un pequeño sacrificio: vender su camioneta Ford Explorer 2004.

“Ahora me quedé a pie y me dolió en el alma entregarla pero todo el mundo me decía que este rubro es muy factible, especialmente porque estamos en una zona agrícola. Tengo un montón de conocidos que me aconsejaron que hiciera la inversión, que no me iba a arrepentir y me convencieron”, expresó. Con mucho entusiasmo y acompañado por su familia, el emprendedor puso primera en enero de este año y los laburos no tardaron en llegar.

En este sentido, el hombre de la Capital Provincial de la Juventud agregó que “decidimos meternos a la pileta. De laburo estoy bien. Al principio tenía muy poco. No son grandes cosas pero siempre hay algo. Hago trabajos para máquinas agrícolas, para los mecánicos. Acá podés hacer infinidades de cosas. Viene mucha gente del campo, de Isletas, Crespo y de nuestra ciudad”. Con el dinero de la camioneta también pudo adquirir una prensa y un taladro agujereador.

Antes de aventurarse en la tornería, Fernando se dedicaba a la mecánica de motos y previamente se había desempeñado en una tornería de la localidad de Aranguren, donde aprendió todos los conocimientos. En Rosario obtuvo el título de oficial tornero, luego de capacitarse durante dos años.

“Arranqué con mucha competencia porque tenemos dos torneros muy conocidos acá y que todo el mundo trabaja con ellos. Tuve mucha presión pero a la gente le gustó el trabajo que hacía. Así me armé de clientes. Ahora no te podés echar para atrás porque ya está hecha la inversión. Hay que darle para adelante y tengo mucha fé de que esto va a crecer. Mi familia, al principio, no estaba muy convencida de la idea pero me brindaron todo su apoyo”, dejó en claro Riffel quien reconoció que le gustaría contar con un lugar más grande para poder brindar más servicios a la comunidad.

Cambio de rubro

Hace unos 14 años que Matías Ríos trabaja en relación de dependencia, desempeñándose en diversas empresas de la localidad. Pero, desde octubre del año pasado, el ramirense decidió emprender un nuevo camino de manera independiente. Fue así que puso en marcha una herrería en calle 13 de marzo.

“En mi trabajo anterior, teníamos horario de corrido y a la tarde teníamos libre. Ese tiempo se lo dedicaba a la herrería. Fueron varios meses los que estuve trabajando paralelamente en la herrería y en la fábrica de abertura de aluminio. Más tarde me largué solo”, recordó. Como todo nuevo empleo, el principio no fue fácil. “Si bien yo era conocido por la fábrica donde estaba anteriormente, en un comienzo fue complicado. Despacito nos fuimos armando de clientes. No fue un buen momento para arrancar pero confiábamos en que nos iba a ir bien. Eso es lo que siempre uno espera”, asintió el entrerriano quien es ayudado por su papá Ernesto.

La difusión a través de los diversos medios de comunicación, especialmente las redes sociales, la entrega de tarjetas personales junto con el boca a boca le dieron más visibilidad al emprendimiento de Barrio San Carlos. “Dentro de todo, para como está la situación, hay trabajo. Creo que todos los rubros la están teniendo complicada y por ahí la gente se frena en gastar, disponiendo ese dinero para otras cosas”, añadió Matías.

En cuanto a la decisión de iniciar una nueva etapa laboral, el herrero dijo que lo evaluó con su señora, acompañada de sus tres hijos. “A mi siempre me gustó el tema de la herrería pero nunca se me habían dado las oportunidades para comprarme las herramientas. Fue una decisión difícil porque una familia conlleva muchos gastos y dejar un trabajo estable para pasar a un trabajo que depende mucho de vos y de la gente fue complicado. Pero es lindo tener algo propio. De a poquito – además de la herrería – vamos a ir agregando cosas como plegado, canaletas, entre otros. Apostamos a seguir creciendo y lo queremos hacer de la mejor manera posible”, culminó.
Nuevos horizontes

La historia de Corina Guillen (CG) y Joaquín Weiss (JW) podría resumirse en dos palabras: jóvenes entusiastas. La pareja, integrada por el pequeño Tomás, supo ver en una crisis -tras un despido laboral- una oportunidad para crecer y cumplir metas. Todo se gestó en el Gran Buenos Aires y terminó de consolidarse en General Ramírez.

-¿Cómo llegan a Ramírez?

-JW: Conocíamos la ciudad porque mis papás son de acá. veníamos a visitar a mi mamá seguido y habíamos decidido que este iba a ser nuestro lugar para vivir cuando pudiésemos liberarnos de las responsabilidades allá. No queríamos renunciar al trabajo porque eran muchos años pero, por la crisis económica, me quedé sin trabajo. Corina estaba sin trabajar porque estaba embarazada de Tomás. Yo venía de trabajar en un home center y ella en un estudio contable. Entonces, nos vinimos en febrero del año pasado. Con la indemnización logramos alquilar una casa. Buscamos trabajo y no conseguimos. Ahí dijimos: “Vamos a invertir en algo”. Nuestra idea era tener un negocio propio. Ese fue siempre nuestro deseo. Veníamos buscando mejorar la calidad de vida. Quizás aquí no se venda tanto como en Buenos Aires pero la vida es otra.

-¿Cómo surge la idea del emprendimiento?

-JW: Empezamos a recorrer y ahí nos dimos cuenta que no había una fiambrería que no fuera la de los mercados y de atención directa. Sinceramente, era un rubro que no conocíamos mucho pero nos gustaba porque éramos clientes de fiambrerías de allá. creíamos de que podía llegar a funcionar. El negocio abrió sus puertas en julio del 2020.

-¿Hubo otras alternativas?

-JW: Primero habíamos pensado en un local de ropa pero recorriendo vimos que ese rubro estaba bastante explotado y era algo más de lo mismo. Pensamos en otras alternativas pero ésta fue la que nos pareció más innovadora.

-¿Por qué el nombre Delikatessen?

-JW: Estábamos buscando un nombre que no fuera ni muy raro ni muy común pero que tenga que ver con el rubro. Ese término definía una comida distinta y delicada. Nuestra idea, siempre dentro de las posibilidades, es traer productos fuera de los común. A veces lo logramos y a veces no porque los costos son muy elevados. Tenemos escabeches, lomo ahumado, lomo con hierbas. Es decir, no solamente tenemos jamón, queso y paleta.

-CG: Con la fiambrería queríamos tener distintas alternativas como picadas y sandwiches, para que la mercadería sea nueva y fresca.

-¿Les costó adaptarse?

-JW: Al principio nos costó porque abrimos en invierno y el invierno no es época de fiambres, además de la pandemia en curso. Es nuestro primer negocio propio y por eso no teníamos puntos de comparación.

-CG: Para nosotros en toda venta nos iba bien. Igualmente esto nos sirvió porque fuimos adquiriendo experiencia con un ritmo tranquilo sin que se nos alborote el trabajo.

-¿Qué significa ser jefes y empleados a la vez?

-JW: Es lindo pero a la vez es cansador. Todos los emprendedores saben de eso, de quedarse fuera de horario, de madrugada, no tener fines de semana. Tampoco días donde estás tranquilo. Sumado a la responsabilidad de que no tenés un sueldo a fin de mes y hay que esforzarse el doble.

-¿Algún consejo para futuros emprendedores como ustedes?

-JW: Que no teman. Si tienen la posibilidad de hacerlo, que lo hagan sin derrochar pero sin miedo a invertir porque la inversión es lo que te trae de vuelta. A veces por cuidar la plata uno termina fracasando porque no llegas a atraer al público.

-CG: Creo que es importante innovar. No más de lo mismo. Ofrecé algo distinto pero con calidad y responsabilidad. En nuestro caso lo hacemos con frescura.

Novedades para los emprendedores

Desde la Secretaría de Gobierno de la Municipalidad de General Ramírez confirmaron que están trabajando en una nueva línea de microcréditos para emprendedores, de acuerdo a las demandas de diversos sectores productivos y que en los próximos se realizará el lanzamiento.

La línea está destinada a adquirir nuevas herramientas de trabajo para potenciar estas actividad. En el transcurso de la semana, Pablo Omarini, responsable de la mencionada cartera municipal, acompañado por Bárbara Erbes (Núcleo de Desarrollo Económico y Emprendedor) estuvieron visitando a los emprendedores de la ciudad para charlar sobre las tareas que realizan y los beneficios de estos microcréditos.

José Prinsich
redaccion-er@miradorprovincial.com

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